24/3/05

La conjura de los necios


24-03-04 - Juan Carlos Escudier

Está por ver que la estrategia de la confusión que el PP y uno de sus medios de comunicación afines mantienen en torno al 11-M rinda réditos políticos, pero resulta evidente que ha logrado traspasar con creces los límites de la cordura y de lo moralmente aceptable. Incapaces de sostener por más tiempo la teoría de que ETA ayudó a cometer los atentados, sugieren ahora que el PSOE pudo haberlos impedido porque conoció de su preparación, y que, si no lo hizo, fue para ganar las elecciones. No cabe duda de que algunos han perdido el juicio o la vergüenza.

Dos son los elementos en los que apoyan la versión actualizada de esta conspiración perpetua: la supuesta condición de agente del CNI del militante del PSOE que visitó en la cárcel al presunto terrorista Abdelkrim Benesmail, mano derecha del supuesto cerebro de la matanza, Allekema Lamari; y la confirmación de que Mohamed Almallah, el sirio detenido la pasada semana por su relación con los atentados, se afilió al PSOE dos meses después del 11-M. En su editorial del día 22, El Mundo trasciende de las meras insinuaciones para bordear el terreno de las acusación directa: “La constatación de que personas muy próximas al Partido Socialista estaban controlando a los individuos que terminarían cometiendo el atentado (...) es sumamente alarmante y debe ser investigada en el seno de la Comisión parlamentaria (...) No valen pues más excusas ni pretextos. Ni el Gobierno ni los socialistas pueden permitirse ya dar carpetazo a la Comisión. Sería interpretado como un intento de tapar los vínculos del PSOE con el 11-M”.

A la majadería no tardó en sumarse el PP, muy posiblemente porque la había inspirado, dada la retroalimentación con la que partido y periódico se relacionan en éste y en otros temas. La frase de Eduardo Zaplana es, sencillamente, antológica: “Esto lo cambia absolutamente todo, en el sentido de que muchas impresiones que se han comentado algunas veces en voz baja, sin atreverse a elevar la voz ni mucho menos a hacerlo público, pues ahora empiezan ya a surgir y a emerger, y, por tanto, generan inquietudes en el conjunto no solamente de la clase política sino de la sociedad española”.

Posiblemente, estos guiones de serie negra despachados por entregas tengan su público y contribuyan a inculcar en los fieles la idea de que el PP fue víctima inocente de un maquiavélico plan urdido por Pepe Blanco, pero la tranquilidad de espíritu de estos incondicionales exigiría una última prueba de ingenio: casar todas las piezas del puzzle, de manera que se hiciera compatible la implicación del PSOE, la de ETA, la de los servicios secretos de Marruecos y, por supuesto, la de Al Qaeda –ésta última si viene al caso- en una gigantesca conjura contra Aznar y los suyos, épica lucha del bien contra el mal en la que, a contracorriente de lo que suele ser habitual, no ganan los buenos sino el taimado Rubalcaba.

Bromas aparte, si, como el mismo diario afirma, Fernando Huarte, el militante socialista vinculado al CNI, proporcionó valiosas informaciones al Centro sobre el mundo islámico, el servicio que se ha prestado a la seguridad nacional ‘quemando’ al agente es impagable. Huarte ha negado cualquier relación con los servicios de inteligencia, pero eso ya carece de importancia. A partir de ahora, habrá de andarse con ojo porque los espías en paro o los estigmatizados con esa marca suelen ser carne de cañón para quienes buscan fáciles venganzas.

Lo visto hasta el momento no tiene precedentes. Un partido que ejercía con mano de hierro su mayoría absoluta y que controlaba todos los resortes del poder pierde las elecciones como castigo del electorado a sus maniobras de distracción, adulteraciones de la verdad y flagrantes mentiras tras los atentados del 11-M. Y, a partir de ese momento, durante un largo año, trata de presentarse como un muñeco de trapo en manos de los pérfidos socialistas, a cuyo líder, por cierto, Aznar dedicaba estas palabras en su despedida del Congreso: “Lo malo de su discurso es que ni ayuda al Gobierno ni le perjudica, es irrelevante. Ha elegido su señoría el camino de la insolvencia y lo ha conseguido, le felicito por ello”. ¿Cómo puede un insolvente ser tan malvado?

Para los que no se atreven aún a colocar la pistola o la bomba en manos de los socialistas, los inventores del cuento chino han dejado una vía de escape: el PSOE sabía desde el primer momento que los autores del atentado eran islamistas y, arteramente, lo ocultó al Gobierno del PP, que por pura ingenuidad, se dedicó a repetir machaconamente que todo apuntaba a ETA. Ignorantes de la jugarreta de los malandrines socialistas, cuando Aznar y Acebes supieron la verdad ya era demasiado tarde. Simplemente, hilarante.

El punto y final decidido para la Comisión de investigación del 11-M se ha hecho esperar demasiado tiempo. Urge un texto de conclusiones que ponga a cada uno en su sitio. Tiempo tendrá el PP y su órgano de expresión favorito de construir otras conjuras para necios. Resultan muy instructivas como manual de lo que nunca debe hacerse en política ni en periodismo.



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