Suárez Trashorras y Rafá Zouhier se enredan en acusaciones mutuas.- Trashorras admite que 'El Chino' le pidió explosivos

Suárez Trashorras niega que facilitara los explosivos del 11-M.- Zouhier pone a prueba la paciencia del tribunal y desvincula a ETA del 11-M

Suárez Trashorras arremetió ayer en sus declaraciones contra el ex confidente Rafá Zouhier asegurando que había sido éste quien le preguntó si podía proporcionar explosivos a la célula islamista. Previamente, Zouhier le había acusado de facilitar los explosivos a Jamal Ahmidan 'El Chino'.

27-02-07 - Reuters

El ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras negó el martes haber suministrado los explosivos con los que se llevaron a cabo los atentados del 11-M y aseguró que los contactos que mantuvo con Jamal Ahmidan "El Chino", uno de los suicidas de Leganés, fueron para traficar con hachís.

El séptimo día del juicio, que se celebra en la sede especial de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo de Madrid, fue una tensa jornada en la que destacaron las contradicciones entre las declaraciones de Trashorras y del marroquí Rafá Zouhier.

Zouhier, confidente de la Guardia Civil y acusado de intermediar para que la célula islamista consiguiera los explosivos para el 11-M, aseguró que "todo el mundo sabía" que el ex minero asturiano ofrecía dinamita y que avisó de ello a sus contactos en la UCO, la unidad de la Benemérita de la que era confidente.

En cambio, Trashorras, confidente de un comisario de la Policía de la ciudad asturiana de Avilés, señaló que fue Zouhier el que se puso en contacto con él preguntándole cómo podía obtener explosivos.

Ambos se conocieron a través del cuñado del ex minero, Antonio Toro, que es otro de los 29 procesados y conoció a Zouhier en la cárcel asturiana de Villabona.

El marroquí dijo que Trashorras le entregó unas muestras de explosivo y un detonador en 2003 y que informó de todo a la UCO.

El ex minero lo negó, aseguró que él no tuvo acceso a los explosivos cuando trabajó en Mina Conchita, y que sus contactos con "El Chino" fueron sólo para traficar con hachís, como también ocurrió en los dos encuentros que hubo en un restaurante de comida rápida en Madrid en los que estuvieron "El Chino", que habría planificado los atentados, y Zouhier.

El testimonio del marroquí de 27 años se extendió durante más de cinco horas, en las que hubo continuas interrupciones y llamadas de atención por el presidente del juicio, Javier Gómez Bermúdez.


VINCULACIÓN CON ETA

Zouhier se declaró "súper inocente" y dijo que su intención fue la de ayudar a evitar la masacre, que no relacionó con ETA.

"No voy a perjudicar ni al PP ni al PSOE, ni vengo a hablar de política ni sé nada (...) Yo no vinculé a ETA con el atentado", declaró.

Trashorras contó una conversación con "El Chino" en la que éste se refirió a dos etarras.

"Fue lo que le entendí yo al Chino en una conversación con él, al día siguiente o a los dos días de detenerlos (en febrero de 2004 detuvieron a dos integrantes de la banda con una furgoneta cargada de explosivos cuando se dirigían a Madrid)", manifestó.

"Me dijo que habían detenido a dos amigos de él, pero no hablamos nada de ETA". Al contárselo a la policía, le dijeron que "ETA no trabajaba con traficantes, que era imposible esa relación".

La fiscalía pide 20 años para Zouhier por colaboración con organización terrorista y suministro de sustancias explosivas y más de 38.600 para Trashorras, el único acusado de 192 asesinatos, por considerar que los explosivos se utilizaron en la explosión de Leganés en la que falleció un GEO.

El primero en declarar el martes, el libanés Mahmoud Slimane Aoun, condenó los atentados entre lágrimas y dijo que "no había palabras suficientes" para censurarlos.

Slimane Aoun, acusado de colaboración con el grupo y falsificación de documentos, se consideró el lunes "enemigo" de Jamal Ahmidan por motivos religiosos, a pesar de las numerosas llamadas entre ambos en enero y febrero de 2004.

Tras él compareció el argelino Nasreddine Bousbaa, sobre el que pesan los mismos cargos que Slimane, quien negó que Ahmidan le pidiera que le falsificara unos pasaportes que la investigación halló en registros y en los restos del piso utilizado por los suicidas.