7/2/07

El 11-M llega a juicio (EL PAÍS)

Un grupo de al menos 12 islamistas perpetró los atentados de los trenes en Madrid

06-02-07 - José Manuel Romero (EL PAÍS)

Letrados de los procesados y de una parte de las víctimas usan idénticos argumentos contra la investigación

El próximo 12 de febrero comienza el juicio oral por el mayor atentado en la historia de España, que dejó 191 muertos en cuatro trenes que cubrían el recorrido entre Alcalá de Henares y Madrid. EL PAÍS inicia hoy una serie de artículos sobre la investigación de la matanza.

El atentado del 11-M en Madrid, que dejó 191 muertos y 1.824 heridos de diversa consideración, fue perpetrado por un grupo de islamistas radicales -algunos con antecedentes por terrorismo y otros por delincuencia común- alentado por las consignas de Bin Laden y movido por sus propias creencias. El comando aprovechó un enorme agujero de seguridad en un país con un grave problema de terrorismo para robar de una mina asturiana el explosivo necesario con el que perpetrar su matanza indiscriminada en los trenes.

Algunos de los participantes en el atentado eran seguidos por fuerzas y cuerpos de Seguridad desde hace meses, e incluso años, pero nunca se tuvo información precisa sobre los planes asesinos para Madrid. En las cárceles se grababan las conversaciones de terroristas islamistas, pero nadie las escuchaba. La policía y la Guardia Civil investigaban a la misma trama de tráfico de explosivos, pero no compartieron información.

Cientos de pruebas (dinamita usada en los trenes y en distintos escenarios vinculados a los terroristas, teléfonos intervenidos, declaraciones de testigos, informes periciales de huellas y ADN, conversaciones grabadas por orden judicial) avalan estos hechos. La cúpula policial del Ministerio del Interior nombrada por el Gobierno de José María Aznar defiende en privado este relato y prefiere no enfrentarse en público a los dirigentes del PP que les nombraron en su día y que ahora dudan sobre lo ocurrido.

El PP es el único partido en España que durante dos años ha aireado dudas respecto a los autores reales del atentado. Y eso a pesar de que su secretario general, Ángel Acebes, proclamó en abril de 2004, cuando todavía era ministro del Interior en funciones: "El núcleo que cometió el atentado del 11-M está detenido o muerto".

El próximo 12 de febrero comienza el juicio por esta causa. Algunas asociaciones de víctimas, próximas al PP y minoritarias en cuanto a la representación que ostentan sobre los afectados por el 11-M, defenderán durante la vista teorías sobre lo ocurrido que favorecen a los procesados como terroristas o a los supuestos colaboradores de los criminales.

Todos los investigadores que han intervenido en esta causa, nombrados por el PP y por el PSOE, defienden esta versión de los hechos:

La célula que atentó en Madrid tuvo en la segunda mitad de 2003 una intensa actividad, agitada por las proclamas del líder de Al Qaeda. En octubre de 2003, Bin Laden habló para pedir a los musulmanes del mundo que atentaran "en cualquier lugar y momento" contra los intereses de varios países, entre ellos España. En diciembre de 2003 apareció en la web Global Islamic Media un documento que contenía un denominado Mensaje al Pueblo Español en el que tras hacer referencia al ataque contra siete agentes del CNI en Irak, afirmaba que "la responsabilidad de la ocupación recae sobre los ejércitos participantes y sus pueblos" anunciando que "los batallones de la resistencia iraquí, y quienes les apoyan fuera de Irak, son capaces de aumentar las dosis de sufrimiento en Irak y fuera de él".

La Fiscalía relata así lo ocurrido después: "En aquellos meses, Sarhane Ben Abdelmajid, el Tunecino, en unión de Rabei Osman, el Egipcio, Joussef Belhadj (responsable del Ala Militar de Al Ansar de Al Qaeda en Europa), alias Abu Dujan El Afgani, y Hassan El Haski, Abu Hamza, máximo responsable del Grupo Islámico Combatiente Marroquí en España, comenzaron a planear atentados en suelo español, y decidieron realizar una acción de carácter terrorista para dar muerte al mayor número posible de personas en Madrid".

El Tunecino y El Egipcio se pusieron en contacto en la Mezquita de la M-30 de Madrid y en la de Estrecho con alguno de los islamistas que colaborarían en la matanza de los trenes y éstos, a su vez, captaron a otros para el comando.

En las primeras horas de la mañana del día 11 de Marzo de 2004, según el informe de la Fiscalía, los miembros de la célula terrorista Jamal Zougan, Basel Ghalyoun, Abdelmajid Bouchar y los suicidas de Leganés, Serhane El Tunecino, Rifaat Anouar Asrih, Mohamed Oulad Akcha, Rachid Oulad Akcha, Allekema Lamari, Jamal Ahmidan El Chino, Abdennabi Kounjaa, y al menos otros dos terroristas Daoud Ouhnane (huido) y Momamed Afalah (huido y muerto supuestamente en un atentado suicida en Irak) se desplazaron en los vehículos Renault Kangoo y Skoda Fabia hasta la estación de Alcalá de Henares, se introdujeron en los trenes, dejaron 13 bolsas con los artefactos alrededor de las siete de la mañana en los vagones y los abandonaron en paradas anteriores a los lugares en los que habían previsto que se accionaran los explosivos. De la mayoría de estos islamistas radicales hay huellas en alguno de los escenarios que visitaron para preparar o perpetrar el atentado.

Las mochilas iban cargadas con Goma 2 ECO, robada gracias a la ayuda de un ex minero, José Emilio Suárez Trashorras. Entre las 7.37 y las 7.40 del 11 de marzo de 2004 se activaron telefónicamente los artefactos, produciéndose una serie de explosiones que mataron a 191 personas.

Los "moritos de Lavapiés"

El PP se pregunta quién es el autor intelectual del 11-M. Y duda de que los "moritos de Lavapiés" -el diputado popular Jaime Ignacio del Burgo los denomina así citando a la policía que investigó la trama asturiana- hubieran montado por sí solos el atentado.El sumario está lleno de pruebas que acreditan la capacidad que tenían los autores del atentado de organizar la matanza. Éstos son sólo algunos de los antecedentes de los "moritos" de Lavapiés:- Serhane Ben Abdelmajid, 'El Tunecino'. Vinculado a Abu Dahdah, condenado por terrorismo a 12 años de cárcel y perteneciente a Al Qaeda, El Tunecino trabó contacto con tres dirigentes islamistas para planificar el 11-M: Rabei Osman, El Egipcio; Joussef Belhadj, portavoz del ala militar de Al Qaeda en Europa, y Hassan el Haski, líder español del Grupo Combatiente Marroquí.- Alekema Lamari. Terrorista argelino detenido en Valencia por su pertenencia al Grupo Islámico Armado en 1997. Quedó en libertad por un error judicial en junio de 2002 y desde entonces se movió con grupos de islamistas radicales hasta unirse a los que perpetraron el atentado. De la peligrosidad de Lamari dio cuenta el Centro Nacional de Inteligencia en una nota remitida al Ministerio del Interior el 6 de noviembre de 2003: "La misma fuente había comentado a mediados de septiembre la intención de algunos elementos argelinos de cometer algún tipo de atentado en España, posiblemente provocando algún incendio forestal de grandes proporciones sobre algún elemento rentable o una acción mediante un vehículo conducido por un mártir. La fuente señaló a Lamari como uno de los organizadores y posible ejecutor del comando".- Jamal Ahmidan, 'El Chino'. Delincuente habitual. Se encargó de alquilar la casa de Chinchón donde se prepararon las bombas, y de robar el explosivo con ayuda del ex minero Trashorras, al que llegó a través del narcotraficante Rafa Zohuier. Este último hablaba así de El Chino con un guardia civil sólo seis días después del atentado: "Vino aquí a liarla. Mandó dinero a Chechenia y Afganistán. Siempre, hablaba del rollo del teléfono, no hablaba de detonadores, siempre hablaba del teléfono, quería saber cómo se hacía y todo el rollo, ¿entiendes? Lo de hacerlo con el teléfono. Ese pibe es muy radical, es un tío que te pega un tiro ¿eh? Y no le gusta nada los que no sean de su religión".




La investigación halló 26 huellas y restos de los terroristas en los escenarios del 11-M

La policía recabó pruebas del paso de 10 de los islamistas que atentaron en los trenes por los lugares de la matanza

La investigación policial, en la que han participado cientos de agentes, ha permitido descubrir huellas y restos biológicos de los terroristas en todos los escenarios de sus acciones criminales. La mayoría de los autores materiales de la matanza de los trenes dejó rastro en el lugar de los hechos.

Jamal Ahmidan, El Chino, había cerrado con éxito a finales de 2003 sus negociaciones para lograr explosivos con dos narcotraficantes, a los que había conocido a través de otro delincuente. Sus viajes, encuentros y llamadas telefónicas rastreadas por la policía acreditan este hecho.

En sus reuniones de otoño con el ex minero asturiano Emilio Suárez Trashorras, que sabía cómo robar grandes cantidades de explosivo en una mina en la que había trabajado unos años antes, cerró el trato para garantizarse que la acción criminal que planificaba en Madrid junto a un grupo de terroristas tenía garantizada la dinamita necesaria.

El 28 de enero de 2004, El Chino alquiló una finca en la localidad madrileña de Chinchón con el nombre falso de Youssef Ben Salah. En ese lugar se preparó un pequeño zulo para almacenar el explosivo y, posteriormente, se montaron 13 bombas con teléfonos móviles, detonadores y Goma 2 ECO.

De aquella actividad terrorista quedaron pistas. En la finca de Chinchón, la policía encontró una huella de El Chino en la carcasa de una tarjeta de teléfono móvil y restos biológicos de este terrorista en una camisa, una toalla, un pantalón corto y una gorra de lana.

No estaba solo. En la misma finca, la investigación policial encontró en una funda de almohada restos biológicos de El Tunecino, uno de los líderes del grupo de terroristas que atentó en Madrid. En otras prendas de ropa que había en la vivienda de Chinchón se hallaron restos biológicos de Abdennabi Kounjaa y Asrih Rifaat (ambos se suicidaron meses después en Leganés). Por último, en una plancha de metal de la parcela de Chinchón la policía descubrió la huella de Abdelmajid Bouchar (huido tras la explosión del piso de Leganés).

Al menos cinco de los 12 terroristas que atentaron en los trenes de Madrid habían pasado por Chinchón, el cuartel general donde los asesinos planificaron y organizaron su acción criminal.

Un mes después de alquilada la casa de Chinchón, El Chino viajó a Asturias para abastecerse de la Goma 2 que necesitaba para el atentado de los trenes. En Asturias se encontró con Emilio Suárez Trashorras, el ex minero que le facilitó los medios y la información precisa para robar la dinamita.

Entre el 29 de febrero y el 11 de marzo, los terroristas montaron sus bombas en Chinchón. En la madrugada del atentado, el grupo de islamistas radicales se desplazó en dos vehículos hasta Alcalá de Henares con los artefactos explosivos.

En una Renault Kangoo viajaron al menos cuatro miembros de la célula islamista: Allekema Lamari (terrorista argelino detenido en 1997 y excarcelado en 2002 por un error judicial), Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat y Ouhane Daoud. De los tres primeros se hallaron restos biológicos en una bufanda y un guante localizados en el vehículo. Del cuarto, Daoud Ouhane, el único de los autores materiales que permanece huido, se descubrió una huella en la furgoneta.

En un Skoda Fabia viajó al menos otro terrorista más, Mohamed Afalah, que logró huir de España y que, según la investigación, murió un año después en un atentado suicida en Irak. En una funda sobaquera y en unos guantes hallados en el vehículo se encontraron restos pertenecientes a Afalah.

Los terroristas se ocultaron tras el atentado en un piso de Leganés que habían alquilado, y desde allí planificaron nuevas acciones con los explosivos que les quedaban del robo en la mina asturiana. El 29 de marzo de 2004, El Chino y Mohamed Oulad Akcha robaron pistola en mano un Citroën C-3 en Fuenlabrada, localidad fronteriza con Leganés. Con ese vehículo viajan cuatro días después en compañía de Abdennabi Kounjaa hasta Mocejón (Toledo), adonde llegaron entre las siete y las diez de la mañana para colocar otro artefacto explosivo junto a las vías del AVE. El artefacto no llegó a explosionar. La investigación policial encontró también un perfil genético que correspondía a Asrih Rifaat.

Sólo un día después de aquel atentado frustrado, los terroristas fueron acorralados por la policía en el piso de Leganés que habían alquilado. Siete miembros del grupo que atentó en el 11-M se suicidaron con la Goma 2 ECO que almacenaban en la vivienda. Los análisis de ADN confirmaron que se trataba de Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat Anouar, Serhane El Tunecino, Jamal Ahmidan, los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha y el argelino Allekema Lamari. Además, la investigación determinó, a través de restos biológicos hallados en el piso, que Abdelmajid Bouchar estaba con ellos.

Este relato de hechos está basado en las huellas dejadas por los criminales en distintos escenarios. La investigación judicial ha determinado que al menos 12 terroristas participaron en el atentado del 11-M. De ellos, 10 dejaron sus huellas en lugares clave para esclarecer lo ocurrido.

Otros dos, Jamal Zougan y Basel Ghalyoun (al que sólo la fiscalía acusa de ser autor material del atentado), han sido reconocidos por viajeros de los trenes donde explotaron las bombas.





La falsa manipulación de la Kangoo

La investigación policial, en la que han participado cientos de agentes, ha permitido descubrir huellas y restos biológicos de los terroristas en todos los escenarios de sus acciones criminales. La mayoría de los autores materiales de la matanza de los trenes dejó rastro en el lugar de los hechos.

El PP defiende que en la investigación del 11-M se han manipulado pruebas. Una de sus obsesiones se refiere a la furgoneta Renault Kangoo aparcada junto a la estación de Alcalá. En esa furgoneta, la policía halló restos de Goma 2 ECO, detonadores, una cinta con versos coránicos y huellas y restos biológicos de varios de los terroristas que participaron en los atentados (véase gráfico).

El PP se aferra a una teoría conspirativa que cuenta que la furgoneta fue rellenada por alguien con diversos objetos para incriminar a los islamistas. Esa teoría se basa en la declaración de un policía que inspeccionó la furgoneta y que declaró en el Congreso: "En principio, habíamos visto que estaba vacía. No veo ningún objeto que revistiera peligrosidad. Si lo hubiera visto, hubiera llamado al equipo de los Tedax". Ese mismo policía aclaró después: "No vi nada que no formara parte del vehículo, como equipamiento básico, estándar del vehículo". Ese mismo policía reconoció que en Alcalá no se hizo la inspección ocular formal. Fue en el centro policial de Canillas donde se realizó el inventario de decenas de objetos. El dueño de la furgoneta robada reconoció posteriormente que eran de su propiedad e incluso echó en falta otras cosas: cinco camisetas, un pantalón de deportes y unos guantes amarillos. Esos objetos fueron hallados en un Renault propiedad de Hichan Ahmidan, hermano de El Chino.

La teoría conspirativa que el PP alienta difundió la existencia de una tarjeta en la furgoneta con el nombre Gráficas Mondragón, en un intento de implicar a ETA en el atentado. Resultó que era falso. También argumentó que en la furgoneta no había explosivos porque un perro de la policía no olió nada. De esa supuesta anormalidad hay muchos antecedentes. Cuando Mariano Rajoy era ministro del Interior y el senador Juan Barranco le preguntó la razón de que los perros no detectaran una bomba que acabó explotando en Madrid, el ahora líder del PP contestó: "Su pregunta es lamentable".


Cientos de kilos de Goma 2, ni un gramo de Titadyne

Todos los informes y los investigadores insisten en que en los trenes estalló dinamita 'asturiana'

09-02-07 - Jorge A. Romero (EL PAÍS)

La investigación recabó cientos de pruebas que acreditaban la procedencia del explosivo que mató a 191 personas. Aunque el Gobierno del PP, confundido por informaciones policiales de urgencia, habló en las primeras horas del explosivo usado por ETA, luego rectificó. Ahora, el PP siembra dudas.

La investigación sobre los explosivos del 11-M ha provocado un hecho casi sin precedentes en la historia del terrorismo en España: algunos representantes legales de los 192 asesinados -incluido el geo Torronteras- han despreciado los análisis efectuados por la policía y la Guardia Civil y han pedido pruebas periciales de contraste. Hasta ahora, los informes sobre explosivos habían sido aceptados sin rechistar, pese a que en centenares de ellos no se identificaba la sustancia utilizada ni su cantidad. Todos los informes policiales, el auto de procesamiento y el escrito de calificación del fiscal sobre el ataque a los trenes insisten en que el explosivo utilizado fue Goma 2 ECO y está probado judicialmente que la trama asturiana entregó un cargamento de esta dinamita a los islamistas autores del 11-M.

La policía y el Ministerio del Interior aseguraron desde las primeras horas del atentado que el explosivo utilizado había sido dinamita, incluso en el fárrago se habló de Titadyne, la habitualmente utilizada por ETA. El hallazgo de una furgoneta Renault Kangoo en Alcalá de Henares (Madrid) la misma mañana del ataque permitió localizar un resto de cartucho de Goma 2 ECO y varios detonadores dentro de una bolsa cerrada y oculta bajo el asiento del copiloto.

La anterior cúpula policial, sin ningún género de dudas, dijo que lo hallado en la Kangoo era Goma 2 ECO. En dicha furgoneta fueron hallados días después restos genéticos, que con posterioridad al suicidio colectivo de Leganés, el 3 de abril de 2004, se comprobó que correspondían a Abdennabi Kounjaa, Allekema Lamari y Rift Anouar Asrih. También se halló una huella dactilar de Ouhnane Daoud, huido. El FBI inicialmente adjudicó dicha huella a un abogado de islamistas de Oregón (Brandon Mayfield), a quien detuvo. Meses después, una comisión del Senado de EE UU rectificó y dio la razón a la policía española.

La misma noche de los atentados fue localizada una bolsa de deportes azul cargada de explosivos en la comisaría de Vallecas, que pudo ser desactivada en la madrugada del 12 de marzo. La bolsa había llegado a dicha comisaría como parte de los efectos recogidos por los servicios de emergencia en la estación del Pozo. Los teóricos de la conspiración se cebaron en esta bolsa. Primero dijeron que esta bomba era distinta de las 10 que estallaron porque tenía metralla y el resto no. Luego que la cadena de custodia se había roto y que "alguien" la había "fabricado" para inducir la autoría islamista.

La falsedad de la primera premisa es de libro, dado los centenares de víctimas con metralla en el cuerpo, los restos de clavos e impactos de metralla hallados por la fabricante de los trenes y la de los sillones de los convoyes atacados, así como la tornillería hallada en los focos de las explosiones por policía y Guardia Civil. La denuncia de la ruptura de la cadena de custodia llevó al juez Juan del Olmo a interrogar a decenas de policías nacionales y municipales, y a empleados municipales, hasta determinar que la bolsa bomba siempre estuvo bajo control.

Inventaron entonces que los desactivadores habían ocultado al juez una radiografía que demostraba que la bomba estaba preparada para no estallar. Olvidaron que la radiografía estaba en el sumario, que fue tomada por el encargado de desactivarla y que una bomba nunca está inerme hasta que no está desmontada y sus componentes separados. O como dice un informe conjunto de policía y Guardia Civil: "La radiografía no indicaba la causa del fallo en la activación del artefacto". Pero lo fundamental era que la mochila bomba estaba llena de Goma 2 ECO, la dinamita que está probado judicialmente, con sentencia firme, que la trama asturiana entregó a los islamistas liderados por Jamal Ahmidan, El Chino.

La Goma 2 ECO también fue hallada en la bomba que los islamistas colocaron bajo las vías del AVE Madrid-Sevilla, el 2 de abril de 2004, el día antes del suicidio de Leganés. El análisis del explosivo permitió hallar pelos que resultaron ser de Rifaat Anouar Asrih, suicida del piso de Leganés, en cuyo garaje se guardaba el coche con el que los terroristas fueron a colocar el artefacto en las vías, a la altura de la localidad toledana de Mocejón. Y en el maletero había trazas de Goma 2 ECO. El círculo se cierra en Leganés. Allí se suicidó el "núcleo central" del comando del 11-M, como lo definió Ángel Acebes el 3 de abril de 2004. La explosión fue provocada con Goma 2 ECO, una dinamita de la que se encontraron los envoltorios y restos sin estallar durante el minucioso registro de las ruinas del piso, vigilado por decenas de policías, periodistas y curiosos.

O sea, había Goma 2 ECO en la estación donde montaron los terroristas (la Kangoo), en una de los apeaderos atacados (la mochila), en el segundo atentado contra el AVE y en el piso de Leganés. En los focos de las explosiones en los trenes se hallaron restos de dinamita, lo mismo que en un escondite construido en la guarida de los terroristas en Chinchón. Está probado que los asturianos facilitaron al menos dos centenares de kilos de Goma 2 ECO a los islamistas, cuyas huellas están repartidas por todas las evidencias. Por si acaso, para el juicio habrá nuevas pruebas, pedidas al alimón por la defensa de un presunto terrorista (Jamal Zougam), la Asociación Víctimas del Terrorismo y la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M (ambas adscritas a la teoría de la conspiración y ligadas al PP). La anterior y la actual cúpula policial siguen avalando su trabajo.


El cromatógrafo de gases no engaña

El hallazgo de metenamina en los análisis del explosivo hallado en la Kangoo y en un cartucho de muestra facilitado para comparar por Unión Española de Explosivos (UEE) dio lugar a una de las polémicas más absurdas de las levantadas por los conspiranoicos. Aunque es cierto que quien más contribuyó a cimentarla fue el ya ex responsable de los Tedax de la policía, Juan José Sánchez Manzano, quien confesó que no tenía ni idea de la química de los explosivos, pero sí mucha de como desactivarlos.

La metenamina fue incluida en un informe del jefe de los Tedax como componente de la Goma 2. Poco después, la Guardia Civil advirtió de que eso era imposible, porque esa dinamita no lleva dicha sustancia. Se concluyó inicialmente que era una contaminación. Dado que la metenamina, además de antibiótico y aditivo alimentario, se usa como precursor del explosivo llamado hexógeno, los teóricos de la conspiración creyeron hallar la prueba del nueve de que el explosivo no era Goma 2, sino otro, el hexógeno (RDX), "el cual no se detecta tras los análisis efectuados por el laboratorio de la Guardia Civil", según consta en el sumario.

La Guardia Civil pidió a UEE "muestras representativas de los distintos componentes que entran a formar parte en la mezcla de la Goma 2 ECO" así como de la "pasta bruta" obtenida durante el proceso de fabricación. Todo se pasó por un cromatógrafo de gases. Los precursores de la Goma 2 no dieron metenamina, pero sí en los análisis de la pasta bruta. "Es por ello que la combinación de algunos componentes que constituyen el explosivo, utilizando el metanol como medio de reacción, da lugar en el cromatógrafo de gases a la metenamina". Los compuestos que producen esa reación "son el nitrato amónico y el nitroglicol".

"Una vez mezclados, siendo el metanol el medio de reacción y bajo las condiciones de trabajo del cromatógrafo de gases, se produce metenamina" que "se genera in situ". Es decir, una pura reacción química del cromatógrafo de gases: nitroglicol (C2H4N2O6) más nitrato amónico (H4N2O3), mezclado con metanol (CH4O) da metenamina (C6H12N4), que en realidad se llama Hexametilentetramina y no es sustancia explosiva.





Buscando la mano de ETA hasta el final

La investigación ha desmontado todos los intentos del PP y sus apoyos de ligar la banda al 11-M

10-02-07 - Jorge A. Rodríguez /EL PAÍS)

La investigación no ha hallado a día de hoy dato alguno que vincule el atentado del 11-M con ETA. El PP intentó hallarlo a toda costa desde el día de los atentados, cuando encargó informes para vincular a etarras e islamistas, y aún sigue. Miles de folios y centenares de policías lo descartan.

Dos días después del ataque a los trenes de Madrid, cuando la hipótesis de que ETA había perpetrado el 11-M se disolvía en el cúmulo de datos de la investigación que apuntaban hacia el islamismo radical, el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa (PP), buscaba desde su despacho, lejos de las vías del tren, cualquier dato que permitiese mantener la tesis etarra. El 13 de marzo de 2004, sábado, víspera de las elecciones generales, Astarloa encargó a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias un informe sobre relaciones entre presos islamistas y de ETA para intentar mantener viva una versión que, a esas horas, el Gobierno creía que le beneficiaba electoralmente. Hoy, casi dos años después, el PP y quienes le apoyan siguen buscando a ETA en el 11-M, pese a que todas las investigaciones de policía, Guardia Civil y CNI lo han descartado, los servicios secretos de todo el mundo no dudan de la plena autoría islamista y hasta el juez Baltasar Garzón ha puesto "la mano en el fuego" de que ETA no tuvo nada que ver.

El informe que recibió Astarloa, tras tener a varios funcionarios revisando papeles durante todo el fin de semana, fue raquítico. En Instituciones Penitenciarias no había demasiada información de presos islamistas porque, durante los años de gobierno del PP, las conversaciones de los reclusos se grababan, se guardaban, nadie las escuchaba y se acababan destruyendo. No había traductores de árabe para esos menesteres. Astarloa, tiempo después, ya en la oposición, aseguró que nadie se los había pedido.

El documento apenas recogía seis contactos entre presos etarras e islamistas y no aportaban dato alguno sobre el 11-M. Lo más importante que se halló fue una carta que recibió al día siguiente de los ataques contra EE UU del 11 de septiembre de 2001 el pistolero etarra José Luis Urrusolo Sistiaga. En ella, un ex compañero de prisión llamado Ismael Targú aseguraba estar preparando la operación Sable Samurai y decía: "Vamos a hacer esa operación y os lo demostraré". A continuación, añadía: "Esperemos que una hipotética colaboración entre grupos islamistas y ETA no incluya el préstamo de un terrorista suicida".

Pero el PP, que permaneció en el poder hasta el 16 de mayo de 2004, siguió buscando sin conseguir nada. Cuando ya estaba en la oposición, filtró el informe de las relaciones carcelarias para empezar a levantar la montaña de sospechas sobre la presencia etarra en el 11-M. Desde entonces, el PP ha intentado extender las dudas sobre la participación de ETA utilizando otros episodios relacionados con el atentado.

El juez Juan del Olmo intentó zanjar la cuestión encargando un informe sobre las posibles relaciones entre ETA e islamistas. El documento, titulado Informe sobre hipotéticos vínculos entre islamistas y ETA, de más de 400 páginas, fue entregado en febrero de 2006. La conclusión era clara: no hay un solo dato objetivo que permita vincular el 11-M con ETA. Para entonces, los documentos estudiados en la Comisión de Investigación del Congreso también habían apuntalado la inexistencia de la conexión etarra y los investigadores tenían en su poder hasta cuatro reivindicaciones del atentado, que ya se ha probado que fueron elaboradas (en papel y en vídeo) por los autores de la matanza. Además, el propio Osama Bin Laden había calificado de "benditos" los ataques a los trenes de Madrid.

La afirmación del informe incluido en el sumario, basada en la revisión de decenas de investigaciones sobre la banda terrorista vasca, venía reforzada por el hecho de que el 12 de marzo, un comunicante anónimo que hablaba en nombre de ETA aseguró al diario Gara y a la televisión pública vasca: "La organización ETA no tiene ninguna responsabilidad sobre los atentados". La voz fue reconocida como la del hombre que el 18 de febrero de 2004 había anunciado la tregua de la banda en Cataluña mediante un vídeo.

Es decir, que los islamistas insistían en decir "hemos sido nosotros" mientras ETA (que, según acuñó Jaime Mayor Oreja, ex ministro de Interior, "mata pero no miente") se desvinculaba del atentado una y otra vez. Fueron la propia policía y el juez Garzón quienes pusieron a disposición de los teóricos de la conspiración la última vinculación conocida. La mano derecha de Allekema Lamari (suicida de Leganés), Abdelkrim Bensmail, encarcelado desde 1997, tenía en su celda una nota manuscrita con la dirección del etarra de origen argelino Henri Parot, preso desde 1991. El papel, visto en octubre de 2004, se lo comió Bensmail y sólo se conserva una fotocopia.

El hecho de que se haya comprobado la inexistencia de correspondencia entre ambos, el que la tuvieran intervenida y que estuvieran en prisión antes, durante y después del atentado no arredró a los conspiranoicos. Éstos, en las manifestaciones que celebran los días 11 de cada mes, no dudan en asegurar que ETA, el PSOE, el GAL, los islamistas y varios servicios secretos extranjeros, apoyados por una vasta red de policías y guardias civiles, habían montado el atentado para echar al PP del poder, sin que nadie del Gobierno de Aznar tuviera ni la más mínima intuición. En el delirio, incluso han puesto por escrito que los suicidas de Leganés no fueron tales, y que sus cadáveres intactos fueron llevados al piso congelados para dinamitarlos y crear una pista falsa.

La defensa de Jamal Zougam, en coincidencia en algunos postulados con la acusación ejercida por la Asociación Víctimas del Terrorismo, ha logrado que el tribunal llame a declarar a Henri Parot y también a Irkus Badillo y Gorka Vidal, los etarras detenidos en Cañaveras el 29 de febrero de 2004, cuando se dirigían a Madrid con una furgoneta bomba mientras Jamal Ahmidan, el Chino, y los suyos recogían Goma 2 ECO en una mina asturiana.


El búlgaro, la Mondragón o el bórico

La búsqueda de relaciones entre el 11-M y ETA ha estado jalonada de todo tipo de episodios, que van desde meras invenciones al retorcimiento de coincidencias, pasando por lo que se ha llegado a calificar de "elucubraciones sin fundamento". La piedra de toque de hasta dónde se estaba dispuesto a llegar fue una intervención del diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo, quien interrogó a un compareciente en la Comisión de Investigación del Congreso sobre dos personas que supuestamente hablaban el búlgaro y que compraron algunos de los teléfonos del 11-M. "¿Seguro que hablaban búlgaro, no sería euskera?", preguntó, intentando arrimar a ETA.

Desde entonces se han llegado a publicar asuntos como que en la furgoneta Renault Kangoo hallada en Alcalá de Henares (Madrid) había una tarjeta de visita de un alto cargo del Grupo Mondragón, el gigante industrial vasco, que la policía "había ocultado" al juez Juan del Olmo. Lo que resultó ser cierto es que lo que había era una cinta de la Orquesta Mondragón y que, efectivamente, había una tarjeta de la empresa Gráficas Vizcaínas, perteneciente al dirigente de un partido ultraderechista, precisamente adscrito a las teorías de la conspiración. También se ha establecido una conexión por el hecho de que en casa de un islamista había un despertador Casio PQ-10, posiblemente uno de los más comunes del mercado, que ETA suele utilizar como temporizador en sus coches bomba.

La última ha sido el llamado caso del ácido bórico, un insecticida y antiséptico hallado en un piso de ETA, en el de un supuesto dirigente del Grupo Islámico Combatiente Marroquí y en el de un antisistema. Tres peritos aseguraron que el hallazgo en las tres casas de una sustancia tan común como la aspirina era la prueba de que etarras, islamistas y antiglobalización estaban relacionados entre ellos y con el 11-M. Los peritos habían dictaminado antes que el ácido bórico no es sustancia explosiva y decían ignorar para que se usaba. Hay un juicio pendiente por este asunto.



Cuatro confidentes tras una pista verdadera

Policía, Guardia Civil y CNI investigaron antes del 11-M a 20 implicados tras varios chivatazos

12-02-07 - Jorge A. Rodríguez (EL PAÍS)

Al menos una veintena de los procesados por el 11-M habían sido investigados con anterioridad y dos de ellos eran confidentes policiales. Además, otros dos confidentes avisaron de lo que se estaba preparando. Pero la falta de coordinación y algunos fallos garrafales impidieron desvelar la trama.

La investigación de los atentados del 11-M reveló, a toro pasado, cómo policía, Guardia Civil y el CNI tuvieron al alcance de la mano el desbaratar el compló de terroristas islamistas que acabó perpetrando el mayor atentado de la historia de España. Las pistas estaban dispersas sobre la mesa, pero faltó una visión de conjunto, un análisis global que permitiera ver que todas las piezas pertenecían al mismo puzle criminal. Lo que se llama coordinación policial. Unos agentes buscaban a narcotraficantes, otros a terroristas, unos terceros a ladrones de joyerías y algunos más a traficantes de armas.

Ni los chivatazos de dos confidentes ni las investigaciones sobre 20 de los hoy imputados (10 de ellos claves para la matanza), ni otros avisos similares condujeron a nada. "El cúmulo de fallos policiales previos fue un desastre, un disparate", resumió en la comisión de investigación del Congreso el ex secretario de Estado de Seguridad Ignacio Astarloa (PP), quien tenía precisamente bajo su responsabilidad dicha coordinación entre cuerpos.

El 11-M tuvo en su seno a cuatro confidentes: dos testigos protegidos (uno de ellos el llamado Cartagena), el ex atracador Rafá Zouhier y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras. Curiosamente, el único que no dijo ni palabra con anterioridad al atentado fue el último, el único español, ya que los otros tres son de nacionalidad marroquí. Además, entre los hoy día imputados, los suicidas de Leganés y los huidos, al menos una veintena habían sido investigados con anterioridad, unos por drogas y otros por terrorismo.

Los avisos comenzaron a llegar de Cartagena a partir de finales de 2002. Desde entonces, este hombre, cuyas iniciales son A. E. F., empezó a contar cómo unos radicales -que llamó Mohamed El Egipcio, Serhane el Tunecino, Mustafá el Maymouni, Abu Dahdah, Mohamed Larbi Ben Sellam o Jamal Zougam- estaban celebrando reuniones de proselitismo en Madrid, donde se planteaba la posibilidad de llevar la yihad [guerra santa] a España.

"No entiendo por qué la mayoría tiene la obsesión de irse a Afganistán para hacer la yihad, porque estas operaciones son posibles en países como Marruecos o España", le comentó Ben Sellam a Cartagena. Muy poco después de este comentario, el 16 de mayo de 2003, era perpetrado el atentado de Casablanca (Marruecos) contra intereses españoles y judíos. El supuesto eje del compló fue Mustafá el Maymouni.

La Unidad Central de Información Exterior (UCIE), la unidad de élite de la policía contra el terrorismo islamista y otras amenazas exteriores, dirigida entonces por el comisario Mariano Rayón, puso a todo el grupo bajo vigilancia, porque los nombres que facilitó Cartagena ya habían sido investigados con anterioridad por su supuesta implicación en la célula de apoyo a los atentados del 11-S contra EE UU. Pero los medios para combatir el terrorismo islamista eran limitados, dado que la prioridad, tanto política como policial, era ETA. Por ello, las escuchas y seguimientos eran "intermitentes" y, además, las cintas grabadas apenas podían ser escuchadas por falta de agentes y traductores de árabe.

Uno de los investigados fue Jamal Zougam, quien, además de ser indagado por el 11-S, fue objeto de una comisión rogatoria francesa en 2001 por su vinculación con una célula islamista que pretendió atacar la Embajada de EE UU en París. También el juez Baltasar Garzón lo investigó por su supuesta vinculación con los atentados de Casablanca. Por este motivo también habían sido investigados Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, el Tunecino (suicida de Leganés); Said Berraj, el mensajero, o Rabei Osman el Sayed, el Egipcio. Los dos primeros son considerados autores materiales del 11-M y el tercero, autor intelectual.

Mientras, sin conexión alguna con la anterior pesquisa, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, una unidad dedicada a la delincuencia organizada y desvinculada del terrorismo, investigaba los chivatazos que su confidente Rafá Zouhier había hecho al agente llamado Víctor. Zouhier advirtió en 2003 a la UCO, dirigida por el coronel Félix Hernando, de que un tal José Emilio Suárez Trashorras pretendía vender explosivos y que buscaba comprar dos ametralladoras en Madrid para acabar supuestamente con Francisco Javier Lavandero, a quien el ex minero y su cuñado, Antonio Toro, acusaban de haberse chivado a la policía de sus negocios.

Por entonces, Zouhier estaba siendo investigado también por la Unidad de Drogas y Delincuencia Organizada (Udyco) de Madrid por un asunto de narcotráfico. Esta unidad tuvo pinchado el teléfono de Jamal Ahmidan, El Chino, desde el 17 de diciembre de 2003 hasta, como mínimo, el 29 de febrero de 2004 por orden de un juzgado de Alcalá de Henares. Los agentes incluso grabaron a El Chino y a varios de sus cómplices cuando regresaban de Asturias con un coche cargado de Goma 2 ECO, el 29 de febrero de 2004, aunque nunca hablaron ni de explosivos ni de metralla. El supuesto suministrador del explosivo, Suárez Trashorras, era confidente del responsable de la lucha antidroga de Avilés, el policía Manuel Rodríguez, Manolón.

El cuarto confidente, testigo protegido, informó tres meses antes de los atentados al agente Evaristo Tobares, de la Sección Tercera de la Brigada Central de Estupefacientes, de que los hermanos Rachid y Mohamed Oulad, y Jamal Zougam, a los que definió como "unos marroquíes que trafican con drogas", tenían previsto "realizar un atentado en algún transporte público de España".

La cadena de confidencias, de pistas despistadas, de fallos de coordinación, de falta de medios, las suspicacias entre cuerpos policiales y los recelos entre unidades del mismo cuerpo revelaron los fallos en la seguridad antiterrorista islamista en España, cuyos servicios de inteligencia estaban casi totalmente volcados en ETA. De hecho, el 11-M estaba en marcha una operación para prevenir un atentado de ETA, pero no había medidas contra el terrorismo islamista, a pesar de que la presencia de tropas españolas en la guerra de Irak había supuesto para España, según todos los servicios de información y el CNI, un aumento de la amenaza de atentado en este país, como dejó bien claro el propio Osama Bin Laden el 18 de octubre de 2003.


"Mientras 'El Mundo' pague, les cuento la Guerra Civil española"

Los dos confidentes-delincuentes, Rafá Zouhier y José Emilio Suárez Trashorras, han ido cambiando sus versiones de los hechos en los últimos tres años, a conveniencia o impulsados por los teóricos de la conspiración. Ambos, de hecho, han publicado entrevistas en el diario El Mundo acusando a todos, presentándose poco menos que como hermanitas de la caridad e introduciendo confusión.

El narcotraficante y traficante de explosivos Suárez Trashorras, para el que el fiscal pide casi 39.000 años de cárcel, llegó a contar en su entrevista a El Mundo el pasado septiembre que el 17 de marzo de 2004, cuando fue detenido, la policía le obligó a decir que había facilitado explosivos a Jamal Ahmidan, el Chino, porque "desde Interior habían hablado con el juez, que estaba de acuerdo con el pacto de que no se formularan cargos" contra él. Es decir, que mientras Ángel Acebes era titular de Interior se habría llegado a ese acuerdo, que incluía, según el ex minero, "implicar a los moros y dejar aparte a ETA".

Trashorras reforzó la línea etarra al afirmar que El Chino le dijo "que tenía contactos con ETA y que era amigo de uno de los de Cañaveras [los etarras detenidos camino de Madrid con una furgoneta bomba]". A día de hoy el ex minero no ha confirmado esta versión ante el juez, mientras que un informe del agente que dirigió su detención asegura que en todo momento se refirió como posibles autores a los "moros de Madrid".

La entrevista recogía todos los tópicos de la teoría de la conspiración. El propio entrevistador advertía de que Trashorras es esquizofrénico y que su estado había empeorado en prisión. La disposición a la verdad del ex minero quedó clara en marzo de 2005, cuando dijo durante una conversación grabada con su padre: "Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española. Desde que nací. Desde la Guerra Civil hasta ahora. Si te vienen con un chequecito (...) Son unos mercenarios. Te pagan a ti para que cuentes cuentos".



Una investigación avalada por los tribunales

Sentencias de la Audiencia Nacional y los tribunales italianos avalan las conclusiones del juez Del Olmo

13-02-07 - José Manuel Romero (EL PAÍS)

Varias instancias judiciales han analizado la investigación del 11-M. Y todas ellas han avalado la investigación judicial y policial, hasta el punto de que, en algún caso, se han emitido sentencias que avalan las principales conclusiones de la instrucción dirigida por el juez Del Olmo.

La investigación policial y judicial de los atentados del 11-M se somete también a juicio a partir del próximo jueves. El PP y las asociaciones de víctimas del terrorismo afines a este partido político, personadas en la causa, defienden desde hace meses que durante la instrucción, que dirigió el juez Juan Del Olmo, se han manipulado, ocultado o destruido pruebas fundamentales para esclarecer lo ocurrido.

El principal ariete del PP en estas acusaciones contra jueces y policías ha sido su diputado Jaime Ignacio del Burgo, que llegó a pedir una auditoría de la investigación del 11-M, que ha cuestionado en reiteradas ocasiones el trabajo del juez Juan Del Olmo y que ha llegado a interrogar a un delincuente común encarcelado por su relación con el atentado -Rafa Zohuier, el narcotraficante que puso en contacto a los terroristas con la trama asturiana que facilitó los explosivos- para sostener sus sospechas respecto a los autores del atentado.

El juez Del Olmo no ha sido el único magistrado que ha tomado decisiones en relación con el 11-M y que ha investigado el caso. El resto de jueces que ha analizado la instrucción e incluso ha dictado autos y sentencias ha mantenido la línea argumental del magistrado Juan Del Olmo y ha avalado, a través de sus resoluciones, las principales conclusiones de la investigación policial y judicial.

Sólo unos meses después del atentado de los trenes en Madrid se dictó la primera sentencia relacionada con esos hechos.

Fue el 17 de octubre de 2004 cuando el juez Central de Menores de la Audiencia Nacional, José María Vázquez Honrubia, firmó la sentencia que condenaba a seis años de régimen de internamiento al menor G. M. V., por haber transportado parte de los explosivos que fueron utilizados para montar las bombas con las que se cometieron los atentados del 11 de marzo.

La sentencia establecía la condena de seis años de internamiento, cinco de libertad vigilada y otros seis de inhabilitación por delito de colaboración con banda terrorista en su modalidad de suministro y transporte de explosivos.

En esa resolución judicial, el magistrado declaraba, como "hechos probados", las relaciones mantenidas entre el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, sus colaboradores y algunos terroristas, la conocida como trama de los explosivos de Asturias, que durante la investigación judicial también ha sido cuestionada por el PP.

Entre esos hechos probados en la sentencia de Vázquez Honrubia figura el viaje que por encargo de Suárez Trashorras realizó el menor desde Asturias a Madrid para entregar una mochila con unos 20 kilos de dinamita Goma 2 Eco, utilizada en los atentados contra los trenes de la muerte. La entrega se efectuó, según la investigación judicial, en la estación sur de Autobuses, en la calle de Méndez Álvaro, junto a la M-30.

También figura en la sentencia de la Audiencia Nacional que el menor acompañó a Suárez Trashorras y a tres de los islamistas suicidas, Jamal Ahmidan, El Chino, Abdenmabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha, hasta la mina Conchita a recoger casi 200 kilos de dinamita dos semanas antes del atentado. Y presenció cómo Suárez le dijo a Ahmidan que no olvidara "las puntas y los tornillos".

De esos tres terroristas, que se suicidaron en el piso de Leganés tras ser acorralados por la policía el 3 de abril de 2004, se han recuperado huellas y restos biológicos en distintos escenarios del crimen: la casa de Chinchón donde se montaron las bombas, los coches en las que se trasladaron hasta los trenes que partieron de Alcalá o el piso donde se suicidaron en Leganés.

El hecho de que el menor confirmase que el ex minero habló con el terrorista sobre puntas y tornillos, según la investigación judicial, acreditaría que Suárez Trashorras sabía que la dinamita robada se iba a utilizar para fabricar bombas y no iba a ser utilizada en una mina en Marruecos, como el ex minero ha argumentado en alguna de sus declaraciones. Vázquez Honrubia no ha sido el único juez, además de Del Olmo, que ha estudiado el caso avalando la investigación policial y judicial.

En Italia, la detención de un peligroso terrorista islamista, Rabei Osman, El Egipcio, y su seguimiento policial permitió esclarecer algunos detalles de la matanza de los trenes en Madrid. El Egipcio acabó siendo condenado en un juicio que consideró acreditado su colaboración con los terroristas del 11-M.

El fiscal de Milán, Maurizio Romanelli, aseguró en su alegato final que Rabei Osman mantenía estrechos vínculos con los cerebros del 11-M y con los promotores de ataques suicidas en Irak: "Las personas implicadas al más alto nivel en los atentados de Madrid y en decidir los sangrientos ataques están fuertemente relacionadas con Rabei. Era representante de un grupo yihadista egipcio vinculado a Al Qaeda. Al menos dos de las personas consideradas autores de la tragedia de Madrid eran, de hecho, hombres de Rabei".

El PP ha cuestionado desde el comienzo de la investigación que los supuestos autores de la masacre tuvieran capacidad para planificar y perpetrar el atentado.

Los tribunales italianos consideran que El Egipcio, miembro influyente de Al Qaeda, mantuvo estrechas relaciones con la célula islámica acusada de la tragedia de Madrid y, además, "era el organizador de las actividades de las células de combatientes islámicos que operan en varios países europeos".

Para llegar a esa conclusión, siguieron el rastro de El Egipcio e intervinieron sus comunicaciones telefónicas. En una de esas conversaciones, mantenida el 7 de junio de 2004, El Egipcio contaba a su interlocutor detalles del atentado de Madrid: "La operación entera de Madrid fue mía. (...) El hilo de la operación de Madrid fue mío, ¿entiendes? Los trenes... (...) Todos fueron mi grupo".

La policía española también acreditó suficientemente los contactos que mantuvo en Madrid con algunos de los principales miembros de la célula terrorista. El rastreo de su teléfono móvil también demostró su vinculación con Madrid.


Una autopsia de los suicidas "amplísima y documentada"

Entre las teorías conspirativas en las que cree el Partido Popular y por las que presenta numerosas preguntas dirigidas al Ministerio del Interior está una que cuestiona los suicidios de siete terroristas en el piso de Leganés. Esa teoría asegura que no se hicieron las autopsias a los terroristas muertos y, por tanto, la investigación esta bajo sospecha.

El pasado 1 de diciembre de 2006, la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo se tuvo que pronunciar sobre la querella presentada por el autodenominado sindicato Manos Limpias contra Del Olmo por su instrucción del 11-M.

Los argumentos de Manos Limpias, dirigido por un dirigente ultraderechista, sugerían la supuesta manipulación de pruebas, entre ellas las relacionadas con los suicidas de Leganés. Manos Limpias se hacía eco de las teorías conspirativas que avala el PP y llevó el caso a los tribunales. La Sala de lo Penal tumbó esa nueva sospecha en un auto judicial que señalaba lo siguiente:

"La responsabilidad de la diligencia de inspección ocular, levantamiento de cadáveres y ordenación de las prevenciones oportunas en relación con tales diligencias -señaladamente la autopsia e inhumación de los cadáveres- correspondió al Juzgado que se encontraba en función de guardia, el día que ocurrieron los hechos, que era el Juzgado Central de Instrucción número 3 (por lo tanto, no aquél en que prestan servicios el magistrado y fiscal querellados). En todo caso, y pese a la opinión del recurrente, lo cierto es que sí se efectuó la correspondiente diligencia de autopsia. Pero es más, al tratarse de unos hechos singulares, con una trascendencia muy superior a la ordinaria, no se efectuaron unas autopsias convencionales y burocráticas, sino que se procuró, y consiguió, extremar las precauciones. Así, en la Pieza Separada, Tomo II, folios 568 y siguientes, obra un amplísimo y muy documentado "informe antropológico y radiológico", firmado por los médicos forenses Prieto Carretero, Bedate Gutiérrez y Conejero Estévez".


1 comentario:

Anónimo dijo...

Restos, huellas, fotos, vídeos, etc. de los supuestos autores en el escenario del 11M (trenes, andenes, taquillas, estaciones):

0 (CERO PELOTERO)

Tan sólo un testigo dice que vio a uno ... en el piso equivocado de uno de los trenes.

¡Queremos saber!