12-09-04 - Javier Pradera
EL TEMOR de los grupos parlamentarios minoritarios al cierre en falso de la comisión de investigación sobre el atentado del 11-M por obra de un tacto de codos cómplice entre PSOE y PP quedó disipado el pasado martes -al menos de momento- gracias al acuerdo unánime de sus miembros para proseguir la encuesta por tiempo indefinido. Según versiones maliciosas o simplemente fidedignas, el proyectado carpetazo no se produjo por el fracaso conjunto de socialistas y populares a la hora de engañarse mutuamente -negociando de pillo a pillo- para lograr que el precio de sepultar la comisión lo pagase íntegramente el otro.
Poco antes de la reunión, altos dirigentes del PP y del PSOE habían declarado que la comparecencia de Aznar ante la comisión resultaba innecesaria. Se entiende el recelo de la dirección del Partido Popular para asumir ese riesgo en vísperas de su XV Congreso: la tronitronante aparición jupiterina del futuro presidente de honor del PP -una figura recién creada por la ponencia de estatutos- ante la comisión parlamentaria debilitaría todavía más la autoridad de Rajoy. El PP pone como condición sine qua non para votar la citación a declarar de Aznar -exigida por varios grupos minoritarios- que el PSOE se moje en el asunto y también la pida. Pero los socialistas sospechan que la comparecencia del ex presidente del Gobierno ante la comisión sería rentabilizada por el PP para hacer victimismo: el vía crucis parlamentario de Aznar sería presentado como un vengativo ajuste de cuentas por la persecución político-judicial de Felipe González durante los mandatos del PP.
Por lo demás, las diez extenuantes horas dedicadas por Acebes -el pasado 28 de julio en el Congreso- a negar las clamorosas evidencias disponibles acerca de la estrategia desinformadora del PP sobre el atentado desde la tarde del 11-M enseñaron las orejas del lobo disfrazado de cordero. La berroqueña combinación de fanatismo, autocontrol y malicia desplegada por el mártir y apóstol ministerial del aznarismo y sus estereotipadas contestaciones a las reiterativas preguntas de los comisionados serían tan sólo un pálido anuncio del esperable comportamiento de su pastor y maestro ante el sanedrín parlamentario.
Los comisionados populares se disponen a seguir utilizando la comisión como la pista de un circo, con Martínez Pujalte en el papel de clown y la troupe de delincuentes y confidentes policiales -procesados por el juez Del Olmo y apadrinados por el director del diario El Mundo- actuando de saltimbanquis. Acebes comenzó su declaración ante la comisión con una pregunta retórica sobre el autor intelectual del 11-M: "¿Quién ha sido, señorías? No me refiero, claro es, a los autores materiales". A juicio del PP y de su portavoz mediático Pedro J. Ramírez, el objetivo de la comisión debería ser el desenmascaramiento del misterioso deus ex machina que "decidió la fecha, determinó intervenir en las elecciones, programó al detalle los acontecimientos y planificó la secuencia de pistas" -Acebes dixit- de la matanza perpetrada por "unos delincuentes comunes" encarcelados o suicidados incapaces de "diseñar y ejecutar el mayor atentado de la historia de Europa".
La interrogante cuasi metafísica sobre la autoría intelectual del 11-M es una maniobra diversionista para ocultar la estrategia manipuladora del Gobierno del PP durante los días previos a las elecciones. Si los procesados por el juez Del Olmo son simples títeres movidos por hilos aún invisibles, responsables a lo sumo del sanguinario trabajo sucio del atentado, todo el mundo es sospechoso y nadie está salvo. Los masones, los judíos y los comunistas hubiesen sido antaño los candidatos ideales para el papel de siniestro titiritero; sólo los lectores de novelas de ciencia-ficción y de espías se atreverían a incluir en ese listado a los marcianos y a James Bond. Inasequible al desaliento, Acebes recordó, en cambio, a la comisión que "el alcance real de la sombra de ETA" todavía "planea" sobre la matanza de Atocha.
7/9/04
¿Quién ha sido, señorías?
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