21/9/04

Contabilidad miserable


18-09-04 - Juan José Millás

El PP se mostraba encantado sobre la posibilidad de que Aznar compareciera ante la comisión del 11M hasta que los comisionados le han tomado la palabra. Rayos y truenos, nos han hecho caso. ¿Y qué hacemos ahora? Pues pedir la comparecencia de Zapatero. Con las mismas razones por las que han solicitado la presencia de Zapatero, que durante aquellos días aciagos no tenía ninguna responsabilidad gubernamental, podían haber solicitado la del Ángel de la Guardia, que no estaba donde debía estar. Además, sería perfectamente consecuente en personas tan beatas y meapilas. Pero la verdad es que el Ángel de la Guardia no tiene nada que ver en esta historia. Hay sin embargo otro Ángel, de apellido Acebes, que aún no ha dicho todo lo que sabe. El miércoles pasado, mientras Rajoy pedía explicaciones a Zapatero acerca de lo que sucedió entre el 11 y el 14 M, Acebes callaba mezquinamente a su lado. Estamos hablando del hombre que era el responsable de la seguridad de todos los españoles cuando sucedió el mayor atentado de nuestra historia.

El PP continúa empeñado en demostrar algo completamente indemostrable: que quien mandaba en la policía y en los cuerpos de seguridad el día de autos era el PSOE. La situación es muy contradictoria, pues si por un lado parecen no haberse dado cuenta de que han perdido las elecciones, por otro dan la impresión de ignorar que hasta hace unos meses gobernaban ellos con todas las consecuencias (algunas tan desastrosas como la de los atentados de Atocha). No sabemos hasta cuándo están dispuestos a llevar adelante esta estrategia demencial, y que tanto miedo nos produce, pero sería bueno que un amigo o un psiquiatra les colocara los pies sobre la tierra de una vez.

En cuanto a la insistencia en que las manifestaciones del 13 M fueron convocadas por el PSOE, pidan ustedes la comparecencia de cualquier manifestante y escucharán de él lo que ya saben: que la gente salió a la calle de manera espontánea para exigir la verdad que Aznar y Acebes ocultaban minuciosamente y en base a unos cálculos contables en el que cruzaron los muertos con los votos. A esa contabilidad se la llama contabilidad miserable.




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