El juicio oral sigue su curso. Mientras, los seguidores de las teorías conspirativas aun sueñan con una autoría no-islamista. La realidad es que en el juicio se enjuicia si 29 acusados son inocentes o culpables, y la pena que les corresponderá si fuera el caso. Poco importan al Tribunal los rocambolescos enredos entre cassetes de la Orquesta Mondragón, grandilocuentes entrevistas a Trashorras o hipotéticas conexiones operativas basadas en matacucarachas. La mera celebración de este juicio es ya un rotundo éxito, el mejor ejemplo de cómo un Estado de Derecho combate la lacra del terrorismo internacional.
El tiempo corre en contra de los teóricos de la conspiración. El juicio avanza con absoluta normalidad; nuevos imputados son extraditados a España, Moutaz Allmallah o Abdelilah Hriz; y al menos otros dos procesos conexos con el 11-M se avecinan, los derivados de la Operación Sello y Tigris, que aun refuerzan más, si cabe, el perfil yihadista-salafista de los atentados de marzo y abril de 2004.
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22/4/07
Los deseos y las realidades (III)
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