30/11/04

Ánsar dixit

30-11-04 - Joseca

Como si de una novia engalanada se tratara, nuestro añorado y nunca bien ponderado ex presidente entró en el Congreso con diez minutos de retraso. Como mandan los cánones, los invitados se encontraban ya dentro del recinto y el novio, el “centrista” Zaplana, esperaba ansioso su llegada.

Se sentó el Jose en su confortable sillón y, tras un soso monólogo en el que ya anunció los nubarrones que poco después iban a ennegrecer la Sala, se dispuso a escuchar a uno de sus palmeros predilectos.

Zapplana, ese maestro de las insinuaciones y de la mala baba, vomitó en su intervención y en sus preguntas -retóricas todas ellas- ese rencor que lo ha caracterizado como animal político. El presidente de horror, complacido, le dedicó alguna sonrisa y una ración de galletas de odio: aparecieron y desaparecieron, como los ojos del Guadiana, las imprecaciones a la cadena SER, las convicciones sobre manifestaciones no expontaneas y las tesis revisionistas sobre el comando Dixan.

Acto seguido tomó la palabra el portavoz de CIU, Jordi Jané y en un tan hábil como interesado y decepcionante ejercicio de equilibrio político fue dando una de cal y dos de arena. Apretó pero no ahogó y en su haber tan sólo puede apuntarse un tato... digo un tanto: el escuchar a Aznar reconocer un defecto o error: “no soy un experto en comunicación". Pero tamaña muestra de humildad, posiblemente desconocida desde que hizo la primera comunión, era necesario equilibrarla con la correspondiente dosis de esa soberbia del que todo cree saberlo y en realidad nada conoce: fue él y su ministro miserable los que abrieron la vía islámica pese a las reticencias de los mandos policiales... el mundo al revés. Sólo hacía falta que apareciera por el hemiciclo Tejero llamando golpista a Gutierrez Mellado. En fin, un interrogatorio que fue una perdida de tiempo.

Tras afirmar que tuvo “la convicción de que había una conexión islamista la noche del 12 de marzo” y contradecir así a los mandos policiales, a su propio ministro de “Interiores”, a él mismo en sus declaraciones a una radio colombiana y hasta a una furgoneta que pasaba por ahí, se presentó con las maletas llenas y la satisfacción en su mirada ante el representante de ERC. Joan Puig, pese a que estuvo duro en las formas, equivocó el formato y concluyó arrimando el ascua a su sardina, hablando de la necesidad del diálogo con ETA cuando se demostró incapaz de sostenerlo siquiera con Aznar. Acto seguido el susodicho le recordaba que ERC era “miembro de la coalición gubernamental”, quien sabe porqué. Eso sí, para las hemerotecas queda el momento en que Joan Puig, en el único momento de lucidez que tuvo toda durante toda la comparecencia, le conminó a superar “su complejo de inferioridad” y a preguntarse si “se considera honesto”. Sin duda Ánsar estuvo más cómodo manteniendo un debate sobre Carod que sobre su gestión antes, durante y después del 11-M y hasta se permitió dejar una de las perlas de la mañana: "Estoy absolutamente convencido de que los atentados del 11-M no buscaban sólo un número importante de víctimas, buscaban volcar la situación electoral”.

El portavoz del PNV, Emilio Olabarría, comenzó pidiendo explicaciones por esa mezcla ya clásica como los mazapanes en Navidad de “la Cadena Ser con Al Qaeda y el PSOE”. Lo único que sacó en claro fue que Aznar no se atrevió a utilizar la palabra “conspiración”, aunque de hecho estuvo revoloteando durante las once horas que duró la tortura. La comisión a estas alturas ya defraudaba tanto por su contenido como por las formas empleadas. El propio Olabarría rogaba al ex PPresi que no mentase más al lendakari en relación a los atentados... el mundo al revés. Total, que lo único que sacamos en claro fue que, según aseguraba Ánsar, “las fuerzas de seguridad españolas, dirigidas por el ministro del Interior, detuvieron a más de 120 terroristas islámicos en España”. En fin, supongo que Olabarría tendría que haber repreguntado qué cuantas de esas se hallaban en libertad y cuantas detenidas... seguro que más de uno se llevaba una sorpresa. Pero en fin, la cosa no daba para más.

Y en esto llegó Llamazares, un “asesino” para las decenas de personas que se concentraban ante el Congreso de los Diputados alzando las banderas españolas y llevando flores a María. Fue de los más valientes, aunque justo es de reconocer que pese a ello, le faltó el aplomo de siempre. Comenzó bien, recordando al desmemoriado Aznar que no está en la Comisión "a iniciativa de su grupo (el PP) sino de casi todos los grupos de la Cámara". Llamazares le acusa de minusvalorar la amenaza del terrorismo islámico y de no no realizar "ni una sóla reflexión crítica", ni “reflexión” ni “crítica” diría yo. Pese a ello, el políglota conferenciante no daba muestras de nerviosismo y seguia sin salirse del guión: “usted pregunte lo que quiera que yo responderé lo que me de la gana”. ¿El momento estelar de Llamazares? Yo creo que fue cuando el ex – ppresi le retó al líder de IU a que le ofreciera un ejemplo concreto de que retuvó aquellos días información y éste, con sangre en los ojos y mostrando su talante más desleal y pancartero, le enumeró un sinfín de declaraciones de otros comparecientes en la comisión.

Llegó el turno de Uxue Barkos, portavoz del Grupo Mixto. Plas, plas, plas. Fue la única que parecía no estar asustada por el azufre que expedía el cuerpo enjuto que tenía delante. Con su primera pregunta ya descolocó a Aznar: “¿Era usted presidente del Gobierno el 11-M?". A continuación le espeta que si puede enumerar las medidas contra el terrorismo adoptadas tras el atentado de Casablanca... y el del azufre dando vueltas sin poder señalar una sola. Y así continuaron, la Uxue planteando preguntas concisas y rápidas y el Jose circunloqueando y con el agua al cuello. Con la habilidad de un experimentado abogado, la representante de Nafarroa Bai fue intercalando preguntas que pese a su aparente inocencia (“¿estuvo usted en las Azores?”) escondían el martillo que clavaba las alcallatas de la responsabilidad política. Entre ellas, interpelaciones claras, concisas y ceñidas a los hechos. Fue la única que cumplió con su papel y que puso contra las cuerdas a ppresidente de honor.

Y llegó el turno de Álvaro Cuesta, del PSOE. Cuando el Jose aún no se había repuesto del duro interrogatorio de la nacionalista, cuando todos esperabamos una faena de orejas y rabo que acabase con el morlaco suplicando el descabello, apareció el “talante” o algo peor: Cuesta hizo una introducción larga y tediosa que permitió descansar a Aznar y unas preguntas de corte político más propias de una sesión de control al Gobierno que de una Comisión de Investigación. Entró en la arena política y no tomó ejemplo de lo hecho por la portavoz del Grupo Mixto. Aznar agradeció el gesto y se fue creciendo como si le hubieran puesto un par de banderillas negras. El halago final a George Bush resume a la perfección lo que hizo el PSOE: tender puentes y rebajar la tensión. Las caras de satisfacción en los diputados ppopulares eran palpables e incluso hubo quien preguntó a Zapplana si había algún tipo de pacto de no agresión con el PSOE. Zapplana lo negó... así que ya saben a que atenderse: hubo pacto. Al menos eso creo yo. No quiere ninguno de los dos grandes grupos que sus dos jefes de filas salgan heridos de esta Comisión. Habrá que esperar a la comparecencia de ZP, pero el hecho de que el PSOE optase por un interrogatorio de perfil bajo, lleno de generalidades que solo convencen a los convencidos y renunciase a que fuese Rubalcaba el que preguntase al Jose demuestra que o bien no deseaban hacer leña del árbol caído o bien no supieron, que no sé que es peor. Lo cierto es que el interrogatorio de Cuesta ha supuesto para mi una decepción que no por esperada es menos dañina para mi amor propio... y es que yo fui uno de los del voto útil.

En fin, que del resto poco queda por contar: una nueva ronda de preguntas (salvo el “centrista” Zapplana que prefirió soltar una soflama política y felicitarse a si mismo). De lo dicho por Aznar durante esta segundaronda muy pocas novedades: que le recomendaron no hacer público fue el hallazgo de la furgoneta (eso dice él, él, y sólo él), refrendo de su teoría del 4 de marzo y de la intención de los treroristas de cambiar el mapa electoral (y eso que no deben tenerse en cuenta los motivos de los barbudos) y un "¿Usted es perfecto, señor Llamazares?, pues yo tampoco" que demostraba que el Ánsar había llegado fresco al final del interrogatorio.

Y mención especial para Labordeta que tomó la palabra en esta fase sustituyendo a su compañea del Grupo Mixto y que pese a tampoco estar a la altura a la que suele brillar si dejó una perla “teledirigida” al centrista de la Comisión: “no es cierto que no hayan venido confidentes policiales a declarar a la Comisión. Vino Zouhier en forma de cuestioanrio ilegal”. Sin duda el Grupo Mixto fue lo único que se salvó ayer.

En conclusión, y salvo el duelo al sol entre Ánsar y Uxue Barkos, la comparecencia de ayer en el Congreso fue un escarnio para todos. Hubo quien equivocó el formato, hubo quien quiso y no pudo y hubo quien huyó de su verdadera función de manera vergonzosa.

Todo ello no debe servir para exonerar al amigo del tejano no, no, nooo. In fact, Aznar no causó ninguna sorpresa para nadie: fue él mismo, sin colorantes ni aditivos. Fue simple como un bocadillo de pan, repitiendo sin rubor los tics conspiranoicos de sus amigos centristas (la mención a los autores intelectuales de montañas y desiertos cercanos es una deslealtad evidente, más cuando siembra la duda y no aclara sus intenciones). Fue retorcido como solo él sabe, lanzando insidias contra un grupo de comunicaciones que no podía defenderse (ni siquiera para sacar la cara por él tuvo agallas el PSOE). Y fue desleal... sí, sí, desleal, con sus antiguos compañeros de viaje (según nos manifestó su divinidad la iniciativa del famoso mai la las Embajadas fue obra de nuestra Anita Palacio, tan olvidada ya; Acebes no le informó de la prevalencia de la pista islámica hasta el día 13; y sobre las declaracioens de Zapplana mejor que conteste él). Fue en definitiva, Aznar en estado puro.

Pero eso sí, Sr. Aznar, aunque los comisionados hayan demostrado que son menos serios que los hermanos Marx en el célebre camarote, eso no le exonera a usted de algo muy evidente a la luz de millones de españoles: durante aquellos tres días utilizó la información que tenía en beneficio propio. Convocó manifestaciones con lemas que buscaban la confrontación, hizo llamadas a medios de comunicación asegurando la autoría etarra en un acto sin precedentes, presionó a la propia ONU para que aprobase una declaración en los términos que le convenía... son tantos y tantos los datos, los hechos que no podrá esconderlos bajo los escombros de la iniquidad que vivimos ayer... "y quien diga lo contrario miente, ahora, mintió entonces y a sabiendas ahora y entonces".

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