27/04/2010 - EL PAÍS
Una nueva confesión de José Emilio Suárez Trashorras, ex minero asturiano condenado a 34.715 años de cárcel por facilitar a los terroristas islamistas el explosivo para los atentados del 11-M, ha reabierto la investigación judicial en la Audiencia Nacional.
Una nueva confesión de José Emilio Suárez Trashorras, ex minero asturiano condenado a 34.715 años de cárcel por facilitar a los terroristas islamistas el explosivo para los atentados del 11-M, ha reabierto la investigación judicial en la Audiencia Nacional. En dicha confesión, al menos la séptima que hace desde que fue detenido -todas ellas contradictorias entre sí-, Suárez Trashorras reconoce su participación en los hechos como cooperador de la trama islamista para lograr el explosivo con el que se atentó en los trenes, asegura que las bombas se fabricaron con la dinamita robada en Mina Conchita, pide perdón por las mentiras que ha contado hasta ahora y apunta que un ingeniero electrónico residente en un chalé adosado de una localidad de la periferia de Madrid asesoró a los terroristas sobre cómo activar bombas con teléfonos móviles. Lo que sigue es un resumen de la confesión ante el director de la prisión de Suárez Trashorras, según fuentes de la Audiencia Nacional conocedoras de la misma.
- Motivación. "Hice declaraciones interesadas a la prensa". "Quiero pedir perdón a todas y cada una de las víctimas, a mi familia por los actos cometidos por mi parte, de los que estoy sinceramente arrepentido, pero entiendo que no vale sólo el arrepentimiento y que debo dar a conocer cuanto sé de este asunto. (...) Por último, quiero disipar en la medida que me sea posible las dudas que están generando en la sociedad en cuanto a la autoría de los atentados y que son motivo de división tanto entre las víctimas como entre la propia sociedad. Dudas que en buena parte han sido alentadas por alguna de mis declaraciones interesadas e irresponsables, tanto a los investigadores como a la prensa". Trashorras había llegado a declarar al diario EL MUNDO que era "una víctima de un golpe de Estado encubierto tras un grupo de musulmanes".
- Experto electrónico. "La persona que instaló los temporizadores". "Los datos de mayor relevancia que puedo aportar están relacionados con la persona que aportó sus conocimientos y se encargó de la preparación e instalación de los temporizadores que utilizaron los teléfonos móviles que activaron las bombas que explosionaron aquel día (...)".
- La dinamita. "Nos pidió 150 kilos de explosivos, le dijimos que sin problema". "Mi cuñado conoció en la prisión de Villabona a Rafá Zouhier y comenzaron a hablar de la posibilidad de suministrar a Rafá explosivos. Una vez que ambos son puestos en libertad, se produce la primera reunión entre los tres en Madrid, en una cafetería frente al cuartel de la Guardia Civil de Las Rozas, donde Rafá nos pregunta si le podemos facilitar 150 kilos de explosivos que tenía intención de vender a unos búlgaros. Le dijimos que sin problema, nos solicitó una muestra y posteriormente se la bajamos [desde Asturias a Madrid] y le hicimos entrega junto con un detonador. En octubre de 2003 mi cuñado me informa de que alguien ha apuñalado a Rafá y que éste le solicitó explosivo para atentar contra el coche de quien le apuñaló. Aproveché un viaje a Madrid para visitar a Rafá, que estaba ingresado en el hospital Clínico San Carlos. Me explica cómo quiere volar el coche del individuo que le había apuñalado y que quiere utilizar para ello explosivo. Yo le digo que lo mejor es activarlo a distancia, para lo cual necesitaría un mando y un especialista en electrónica. Me dice que conoce a la persona indicada y la llama en ese momento y le explica que quería encargarle un trabajo. Quedaron en verse en cuanto saliera del hospital. Me comentó que este técnico vivía... Yo me comprometí con él en ese momento en proporcionarle dos o tres cartuchos de explosivos... El 28 de octubre vuelvo a Madrid junto a mi mujer y nos reunimos los tres con Rafá en la cafetería de Las Rozas. Luego volvimos a citarnos más tarde con la intención de que me presentase a unas personas que estaban interesadas en adquirir unos 150 kilos de explosivos. Reunión que se celebró en el MacDonald's de Carabanchel, frente al hospital Gómez Ulla".
- Primera reunión con El Chino. "Tienen heridas en la cara" "A esta reunión comparece Rafá acompañado de dos individuos, que se presentaron como Jamal Ahmidan y Rachid Aglif. Cuando me los presentan me doy cuenta de que tanto el uno como el otro tienen heridas en la cara. Les pregunté qué les había ocurrido y me contestaron que manipulando un detonador les había explosionado. Se trataba del detonador que habíamos entregado a Rafá en febrero de 2003. En esta reunión me proponen intercambiar explosivos por hachís, a lo que les respondo que el intercambio sólo se podrá realizar con cocaína o dinero. Al día siguiente por la tarde recibo una llamada de Rafá, efectuada desde el teléfono de Jamal, diciéndome que ya están en Avilés. Junto a mi cuñado les entregué tres cartuchos de dinamita y dos detonadores y me comprometí a acercarme a Madrid días después para instruirles en el manejo de los detonadores".
- Explosión con teléfono móvil. "Quedamos en Las Rozas. Junto a Rafá aparecieron Jamal y otra persona. Rafá me dijo que había quedado con el electrónico, le llama por teléfono, pasamos a recogerle en un chalé adosado y nos dirigimos a un garaje cerrado, a fin de recoger un dispositivo electrónico necesario para la iniciación del detonador, compuesto por una batería de 12 voltios, un circuito eléctrico y un mando a distancia. Hicimos una prueba de explosión de uno de los detonadores en un parque. Entonces nos dirigimos a un taller del electrónico que se dedicaba a la instalación de equipos de música en vehículos de alta gama, presumía de haber instalado uno a Ronaldo. (...) El electrónico dijo que se podía iniciar una carga explosiva a través de un teléfono móvil. Le dije que ese sistema tenía el inconveniente de que con una llamada perdida podía iniciarse, y contestó que existía un tipo de teléfono que apagándolo y conectándolo al funcionamiento de la alarma podría servir como temporizador, quedando él en prepararlo de esta forma con Rafá y Jamal. Más tarde, cuando se hace entrega del grueso de la dinamita a El Chino, le ofrezco un explosor de manivela de los utilizados en la mina, pero me dice que no le hace falta nada porque se encarga personalmente el genio electrónico".
- 6.000 euros por cada cinco kilos de dinamita. "El acuerdo [al] que mi cuñado llegó con El Chino consistía en que se le entregarían 200 kilos de explosivo y abonaría 6.000 euros por bolsa, cinco kilos de explosivo cada una. De ahí se descontaría la deuda pendiente al hachís y el resto se abonaría en dinero o en cocaína".
- La entrega del explosivo. "Me reúno en casa de mi cuñado con Emilio Llano y otros. [A] Emilio, que era el vigilante de la Mina Conchita, le decimos que faltan 150 kilos de explosivos. Responde que no hay problemas pues en Conchita tiene dos depósitos de explosivos, uno el oficial y el otro donde guardaba las cantidades que iba distrayendo. Acordamos el pago de 1.200 euros por caja. Nos confirmó que podíamos disponer de esa cantidad ya mismo y que tenía a nuestra disposición hasta 750 kilos".
- Retraso por una boda. "El 14 de febrero de 2004 tenía previsto celebrar mi boda, por lo que pospusimos la entrega de explosivos hasta que volviese de mi luna de miel, prevista para el 26 de febrero (...). Para esa fecha debían estar todos los explosivos encima de la peña del primer nivel de Mina Conchita. A la vuelta de la luna de miel, me reúno con El Chino en la casa de Morata de Tajuña, donde acordamos que ya podía subir a Asturias a recoger la cantidad convenida. El 28 de febrero nos acercamos a Mina Conchita, le enseñé la dinamita, que estaba situada en el lugar convenido y contamos las cajas. Había tres grupos de ocho cajas, es decir, 24 cajas que contenían por lo tanto 600 kilos. Además se encontraban al lado un montón de detonadores de varios tipos, tanto de cobre como de aluminio... si hubieran querido llevarse los 600 kilos se los hubieran llevado, dado que los recogieron ellos mismos, lo que a mi juicio descarta la teoría de que ETA les haya aportado parte del explosivo usado en el 11-M. Junto al Chino estaba Mohamed Oulad y otro más que podría ser Abdenaji Kounja, pero no puedo asegurarlo. La mayoría de los datos que aporto los puedo acreditar documentalmente. Del resto ya se conoce por sentencia. Respecto al ingeniero electrónico y dado que no puedo precisar datos con mayor precisión para poder identificarlo, me pongo a disposición a fin de identificar el sitio y los lugares que he descrito". Trashorras no pide beneficios penitenciarios por su confesión; únicamente no ir a cárceles de Madrid.
La ex mujer: "Ni idea"
Carmen Toro, ex esposa del ex minero José Emilio Suárez Trashorras, negó ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco saber algo relacionado con las declaraciones en las que su marido asegura conocer a la persona que fabricó las bombas usadas en los atentados del 11-M. "Ni idea", dijo Toro.
Fuentes de la Audiencia explicaron que Toro, que resultó absuelta en el juicio del 11-M, declaró durante 15 minutos, y que el magistrado ha abierto otra pieza separada del sumario con los llamados "flecos de la investigación", como adelantó el diario EL MUNDO.
Después de las declaraciones de Suárez Trashorras, la policía acudió a interrogar a Rafá Zouhier, ex confidente de la Guardia Civil y condenado a 10 años de cárcel por tenencia de explosivos y colaboración con organización terrorista. Zouhier coincidió con Toro al asegurar que no conoce de nada lo indicado ahora por el ex minero. Tanto Toro como Zouhier han insistido en que se produjeron dos reuniones en febrero de 2004 para tratar el tema de los explosivos, una en el MacDonald's de Moncloa y otra en la finca de Chinchón donde se montaron las bombas.
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