17/9/06

Un «hombre clave» en la «teoría de la conspiración» del 11-M fingió un atentado

17-09-06 - Andrés Suárez Gijon (ABC)

Nuevo fiasco para la «teoría de la conspiración». La Policía y la Guardia Civil concluyen que el tiroteo que Francisco Javier Lavandera Villazón -para el periódico «El Mundo», «testigo clave» en la trama asturiana de los atentados del 11-M- denunció haber sufrido nunca se produjo y que la presunta bomba que encontró en el portal de su casa no fue otra cosa que una bolsa con «envoltorios de galletas».

Hace unos días se conoció la transcripción de una conversación del ex minero Emilio Suárez Trashorras en lacárcel, en la que el procesado por los atentados del 11-M señalaba a sus padres que «mientras «El Mundo» pague, les cuento la Guerra Civil». Esa transcripción y ahora los informes de la Policía y la Guardia Civil desacreditan por completo a Trashorras y Lavandera, los dos pilares en los que «El Mundo» ha montado su «teoría de la conspiración».

Precisamente, «El Mundo» publicó hace unos días un adelanto del libro «A tumba abierta», una biografía escrita por el periodista Fernando Múgica y editada por «La esfera de los libros», que recoge las vivencias de Lavandera en su trabajo en la mina, como mercenario en África o portero en clubes de alterne.

«No factible»
El pasado 5 de julio, a las siete de la tarde, Francisco Javier Lavandera Villazón se presentó ante la Guardia Civil de Gijón para denunciar que había sido objeto de varios disparos por parte de una persona desconocida. Detrás del suceso estarían, según su última versión, las polémicas declaraciones realizadas por él y vinculadas a los atentados del 11 de marzo.

La investigación policial, sin embargo, rechaza estas tesis. Tal y como recogen dos informes de la Guardia Civil y la Policía Nacional a los que ha tenido acceso «El Comercio» de Gijón, las pruebas de huellas y balística practicadas en el lugar del suceso demuestran la existencia de «diversas contradicciones» que hacen que su relato sobre los hechos «presente incompatibilidades insalvables, no siendo factible». Los informes indican, además, que la denuncia del testigo del 11-M sobre el hallazgo de una bolsa con un artefacto explosivo en el portal de su casa no es cierta, dado que la intervención policial sólo detectó una bolsa de basura «con azucarillos y envoltorios de galletas».

Lavandera, supuesto «testigo clave» de la trama asturiana del 11-M tras haber denunciando con antelación a los atentados la existencia de una red de venta de dinamita en el Principado, denunció a principios de verano un intento de atentado en el que una persona le había disparado en varias ocasiones cuando se dirigía a su casa del monte Deva, en Gijón. En su testimonio ante las fuerzas de seguridad, Lavandera declaró que había realizado una maniobra evasiva para huir de su agresor, efectuando además varios disparos contra el mismo.

Sin embargo, los informes elaborados por la Guardia Civil y la Policía Nacional, que en ambos casos ya han sido remitidos al Ministerio del Interior, apuntan a que los detalles del relato de Lavandera no tienen base real o, directamente, son falsos.

Tal y como se recoge en las pesquisas de las Fuerzas de Seguridad, la primera declaración efectuada por Lavandera «no aporta dato alguno que facilite la investigación», proporcionando por el contrario otros «que inducen a sospecha». Es el caso, dice el documento, de su respuesta a la pregunta de si había hecho uso de algún arma. A dicha pregunta «manifiesta que el día anterior había dado muerte a un pollo usando una escopeta, motivo por el que podría tener restos de pólvora» en el cuerpo o la ropa.

Análisis de balística
En cuanto a las pesquisas efectuadas por los agentes en el lugar de los hechos, las conclusiones también tienden a poner en duda de forma contundente el relato del testigo. Es el caso del informe técnico elaborado por el equipo de atestados de la Guardia Civil de Tráfico del Destacamento de Gijón, a partir del relato de Lavandera sobre las maniobras efectuadas y de las huellas dejadas sobre el terreno. La reflexión es clara. Existen, puntualiza el documento, «diversas contradicciones entre la declaración sobre la maniobra y las huellas dejadas».

La inspección de la zona por parte de los técnicos -que sí hallaron tres impactos «al parecer de bala» en el vehículo de Lavandera- concluyó con el hallazgo de fragmentos metálicos «presumiblemente pertenecientes a un proyectil» y de astillas de vidrio, pero nada más. Se realizaron inspecciones, prosigue el informe, en busca de munición, indicios, pruebas, vestigios o testigos, «todo ello con resultado negativo».

A partir de ahí, el análisis del Departamento de Balística y Trazas Instrumentales de la Guardia Civil arroja un resumen argumentado. «A la vista de la reconstrucción en 3D de los hechos y planteada como hipótesis cierta la sucesión de hechos narrada por Lavandera, presenta incompatibilidades insalvables, no siendo factible».

Posible apertura de expediente
Los informes de las Fuerzas de Seguridad vienen además a desmentir otra de las aseveraciones de Lavandera, que afirmó que tras la muerte de su mujer halló en su portal una bolsa que contenía un artefacto explosivo. La intervención policial, por contra, «comprobó que era tan sólo una bolsa de basura con azucarillos y envoltorios de galletas». El conjunto de las investigaciones continúa abierto de forma que no se descarta la posibilidad de que puedan abrirse resoluciones administrativas o de otro orden contra Lavandera.

El nombre de ese testigo protegido saltó a los medios de comunicación -a través de «El Mundo»- ocho meses después del 11-M. En una cinta magnetofónica, encontrada casualmente en el cuartelillo de la Guardia Civil de la localidad asturiana de Cancienes, se escuchaba su voz con claridad. Su interlocutor era un agente de Información de la Benemérita -Jesús Campillo- que, al parecer, le había grabado la conversación sin que él se diera cuenta. En la cinta, Lavandera advertía supuestamente a las autoridades de que «Antonio Toro y sus amigos buscaban a alguien que supiera fabricar detonadores para bombas con teléfonos móviles».



Conclusiones del informe policial: «Ni rodadas de vehículo, ni restos de cristales, ni casquillos ni proyectiles»

«El presunto homicida hubiera recorrido catorce metros en un segundo... Imposible»

18-09-06 - J. L. L. (ABC)

«Ni rodadas de vehículo, ni restos de cristales, ni casquillos ni proyectiles». El escrito de conclusiones que elevan la Guardia Civil y la Policía de Asturias al Ministerio del Interior desmonta de forma contundente la denuncia por intento de homicidio presentada por Francisco Javier Lavandera, considerado por «El Mundo» un «hombre clave» en la «teoría de la conspiración» del 11-M. Por su interés, reproducimos el texto íntegro del documento, al que ha tenido acceso ABC:

«El 5 de julio el señor Lavandera denuncia en la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón que sobre las 17.30 horas de ese día fue objeto de varios disparos por parte de una persona desconocida cuando se dirigía a una finca utilizando el vehículo de su madre. Tras tomarle declaración, la Guardia Civil inicia una exhaustiva investigación en la que, desde el primer momento, se observan puntos oscuros puesto que, por una parte, el denunciante no aporta dato alguno que facilite la investigación y, por otra, proporciona otros que inducen a sospechar que se encontraban ante una denuncia falsa, como, por ejemplo, cuando manifiesta ante la pregunta sobre si él había hecho uso de algún arma, que el día anterior había dado muerte a un pollo usando una escopeta, motivo por el cual podría tener restos de pólvora en su cuerpo y ropa. Efectivamente, la «prueba de parafina» a la que fue sometido ratificó que en su cuerpo había restos de haber disparado recientemente.

»A la vista del resultado de las investigaciones y pruebas periciales practicadas, los peritos criminalistas de la Guardia Civil concluyen que «la sucesión de hechos narrada presenta incompatibilidades insalvables con la reconstrucción efectuada, no siendo factible. Según el señor Lavandera, que días más tarde -el 9 de julio- concedería una entrevista en exclusiva al periódico «El Mundo» narrando lo sucedido, cuando él se encontraba deteniendo su vehículo en las proximidades de una finca en las inmediaciones del monte Deva, cerca de Gijón, recibió un primer disparo en el parabrisas del vehículo por parte de una persona desconocida que se encontraba en las proximidades de un árbol situado a unos 15 metros de distancia, prácticamente frente al vehículo.

»Según relata el propio Lavandera, a partir de ese instante él realiza una rápida maniobra de evasión, consistente en salir marcha atrás y girar completamente el volante para situar su vehículo en dirección contraria a la que inicialmente traía y, de esta manera, poder escapar de la agresión. Mientras realizaba esa maniobra recibió otros dos impactos de bala que penetraron también por el parabrisas de su vehículo, con la fortuna de que el primero de los tres impactó en el espejo retrovisor interior, el segundo en el volante y el tercero atravesó la parte del habitáculo del acompañante, por lo que no resultó herido.

»Pues bien, los técnicos de la Guardia Civil realizaron diversos estudios de balística y trayectoria de disparos, partiendo de la inspección ocular tanto del lugar de los hechos como del vehículo que recibió los disparos.

»Una vez determinadas las trayectorias y correlación de los disparos y sobre la base del relato de los hechos denunciados por el señor Lavandera, realizaron una reconstrucción siguiendo fielmente la secuencia de la maniobra evasiva y la sucesión de los disparos, concluyendo que, dado que los tres disparos entran por el parabrisas, para que tales hechos fueran ciertos, el tirador debía haber ido realizando un recorrido a pie entre disparo y disparo para situarse frente al parabrisas mientras el vehículo hacía un giro brusco y muy rápido de 180 grados.
Sin permiso de conducir

»Tal maniobra por parte del presunto homicida habría requerido que éste hubiera recorrido la distancia de 14 metros en un segundo por una zona de vegetación y despreciando los tiempos de inicio de la carrera y adopción de posición de disparos, circunstancia a todas luces IMPOSIBLE (en mayúsculas en el escrito).

»Pero, además de esa prueba irrefutable, hay otras sospechas en la investigación que hacen dudar de la veracidad de la denuncia presentada por el señor Lavandera, a saber:

»-En el lugar donde dice que ocurrieron los hechos, un camino de tierra en un día de mal tiempo, no se localizó evidencia alguna de haber sucedido tales hechos: ni rodadas del vehículo, ni resto de cristales de las lunas que resultaron rotas, ni casquillos procedentes de los disparos ni proyectiles.

»-Tras ampliar el círculo de inspección ocular se localizaron restos -rodadas y cristales de lunas-, pero en una zona situada a más de trescientos metros de la que el señor Lavandera dice que ocurrieron los hechos.

»-Los casquillos no han aparecido, siendo muy extraño que en una situación con ese grado de tensión el agresor se dedique a recogerlos. Lavandera manifestó en sus declaraciones a «El Mundo» que no se encontrarían los casquillos porque probablemente habrían utilizado un revólver -arma que no expulsa los casquillos-, pero la Guardia Civil determina que los proyectiles hallados en el interior del vehículo habían sido disparados por una pistola, no por un revólver.

»-El informe de balística determina que las trayectorias inversas de los tres disparos confluyen en un único punto situado en el frontal del vehículo, a 3,5 metros de distancia. Es decir, lo más probable es que los tres disparos fueron realizados estando el vehículo parado, por un único tirador situado a unos 3,5 metros de distancia frente al vehículo, ¿para simular una agresión y posteriormente denunciarla?

«-Por si todo esto fuera poco, el señor Lavandera no tiene permiso de conducir».


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