14-09-06 - Jorge A. Rodríguez (EL PAÍS)
Algunos de los principales mandos de la cúpula policial profesional que estaba a las órdenes de Ángel Acebes y que investigó el 11-M desde el mismo momento en que se produjo la matanza ha negado a EL PAÍS "cualquier tipo de vinculación de ETA en los atentados", así como que "exista una conspiración política o policial ni para tirar a un Gobierno ni para ocultar nada".
Los antiguos comisarios consultados por este periódico -la mayoría trabaja en la empresa privada y prefiere mantener sus declaraciones en el anonimato-, aseguran que desde que comenzaron a recoger los primeros indicios en los escenarios de la matanza "empezó a quedar claro que ETA no había participado en los atentados". De hecho, el mismo día del ataque estaba desplegado por toda España un gran operativo de seguridad en los núcleos de transporte para prevenir un atentado de la banda terrorista vasca. Lo que sí admiten es que, en el transcurso de los primeros meses de pesquisas, se cometieron fallos de investigación debidos, alegan, a las "prisas para evitar un nuevo atentado". La intentona, de hecho, se produjo el 2 de abril de 2004. Ninguno vio hecho o dato alguno que permitiera ni siquiera sospechar sobre la existencia de una conspiración urdida por sus subordinados.
El subdirector Operativo de toda la etapa del PP, Pedro Díaz Pintado, así como los comisarios generales de esa época, Jesús de la Morena (Información), Santiago Cuadro (Seguridad Ciudadana) y Carlos Corrales (Policía Científica), los más directamente implicados en las pesquisas del 11-M, permanecieron en sus cargos incluso después de que Acebes abandonara el Ministerio, el 16 de abril de 2004. Hasta ese momento, informaron directamente a Acebes y al secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa, del avance de las pesquisas casi al minuto.
Tanto los mandos de la cúpula anterior como los de la policía actual sostienen, e incluso comprometen su palabra en ello, de que durante las investigaciones del 11-M no ha surgido ningún dato que permita vincular a ETA con los atentados ni mucho menos una conspiración. Los inspectores jefes, inspectores y subinspectores implicados en las pesquisas, nuevos y antiguos, lo niegan tajantemente: "Aquí no se ha manipulado prueba alguna", declaran. Eso sí, admiten, se produjeron "al menos una veintena de fallos en las investigaciones" que, reconocen, han permitido mantener al PP y sus medios afines una teoría conspirativa que califican, sin ambages, de elucubraciones sin base, o como la ha definido el general Pedro Laguna, entonces jefe de la Guardia Civil de Asturias, "una barbaridad de mentes enfermizas"
Todos los consultados precisan que el "registro de la furgoneta Kangoo fue limpio", ejecutado con media docena de testigos, entre ellos el propio De la Morena y Díaz Pintado. Aseguran que "la única mochila bomba desactivada", también cuestionada por los teóricos conspirativos, "fue investigada profesionalmente y sin que ninguno de los casi 100 agentes que revisaron todo su contenido vieran nada raro". Explican que "desde el mismo 11-M quedó claro que el explosivo utilizado en la matanza era dinamita", como quedó por escrito el 18 de marzo, en un informe que se envió al juez. Y sentencia que el Skoda Fabia supuestamente comprado por El Tunecino a un delincuente chileno es una prueba "irrelevante", sin cuya existencia nada se alteraría, ya que la presencia de Allekema Lamari en Alcalá ya había sido comprobada por los rastros de ADN encontrados en la Renault Kangoo hallada junto a la estación de trenes de la ciudad cervantina.
La tesis de ETA, según explican, sólo pudo mantenerse hasta que surgieron las primeras pruebas. Esta línea de investigación se sostuvo por parte de los profesionales entre las 12.00 y las 15.30. A mediodía, durante una reunión en Interior, todos los cuerpos coincidieron en que "por análisis" y "por los precedentes de atentados fallidos" podría tratarse de ETA. Pero a las 15.30 ya se conocían conversaciones privadas grabadas a Arnaldo Otegi y otros miembros del entorno de ETA, en las que se negaba cualquier participación etarra, y ya había comenzado el registro de la Renault Kangoo, donde se encontró una cinta coránica, detonadores y un resto de explosivo del tamaño de una de las antiguas monedas de 500 pesetas. Todo ello fue puesto en conocimiento de Acebes y Astarloa.
Los comisarios consultados aseguran que, más allá de eso, sólo se hallaron cuestiones colaterales, de muchos años antes, que pudieran sugerir posibles contactos, sobre todo tras los muros de las prisiones, entre islamistas y etarras. Explican, además, que todas las informaciones que se facilitaron al ministro procedían de agentes profesionales, desde comisarios a agentes de la escala básica, y que no fueron ni manipuladas, ni alteradas ni retrasadas.
La cúpula policial ha recordado cómo, tras el descubrimiento de los detonadores en la Kangoo, la investigación se encaminó hacia Asturias. El primer dato fue conocido gracias a la empresa fabricante, Unión Española de Explosivos (UEE), que aseguró que esos detonadores se habían vendido en varias minas asturianas. Este dato fue comunicado a Ignacio Astarloa el mismo 11-M, durante una reunión de coordinación ante el 11-M en la Secretaría de Estado de Seguridad. Fue en ese foro en el que se decidió enviar un equipo a Asturias y que en él estuviera incluido un agente del Centro Nacional de Inteligencia, del que se dijo que tenía "contactos en la zona".
Los agentes desplazados a Asturias que interrogaron a José Emilio Suárez Trashorras
niegan que el ex minero dijera nada sobre ETA, sino que el atentado "era cosa de los árabes y que podrían ser éstos con los que traficaba con hachís", según el documento entregado al juez por el comisario Miguel Ángel Gamonal. Otro documento elaborado por el agente del CNI Santiago D. informa de lo mismo.
Lo que más indigna a todos los consultados es el intento de convertir el suicidio de los islamistas en Leganés, el 3 de abril de 2004, en una operación mafiosa para ocultar pruebas. La operación de ese día fue dirigida in situ por Agustín Díaz de Mera, entonces director general de la Policía y hoy eurodiputado del PP, que estuvo acompañado, entre otros, de De La Morena, Díaz Pintado, Santiago Cuadro, y el jefe de los GEO (entonces Rafael González Cachinero). Ninguno de ellos sigue en el cargo. Muchos recuerdan cómo Díaz de Mera era el más firme convencido de la teoría islamista y de que el comando que se mató en Leganés era el autor de la matanza.
El cuento de los confidentes que 'anticiparon' el 11-M
El PP y sus medios afines sostienen su teoría de la conspiración en torno a los atentados basándose en testimonios corregidos y contradictorios de delincuentes, algunos imputados por el juez
E. Ekaizer / J. M. Romero (EL PAÍS)
"No hay relación entre la intervención de Irak y los ataques del 11-M. Ninguna conexión. Absolutamente ninguna conexión. Más aún. Usted conoce hoy por hoy a algunos de los responsables de los ataques, pero no sabe quién ideó el ataque, quién es el líder, quién establece y aporta los medios para el ataque, quién definió el soporte logístico...", explicó José María Aznar el pasado 24 de julio en el programa de la BBC Hard Talk.
En los primeros días de septiembre pasado, el diario El Mundo publica una entrevista con José Emilio Suárez Trashorras, ex minero asturiano en prisión desde el 17 de marzo de 2004. El juez Juan del Olmo le acusa por el presunto delito de proporcionar a los terroristas islamistas los explosivos utilizados en el atentado del 11-M. De ser, pues, cooperador necesario.
El caso es que Suárez Trashorras dice ahora esto: "No pongo en duda que los autores materiales fueran musulmanes, pero seguro que recibieron ayuda externa. Es imposible que se lleve a cabo una operación de esa envergadura, estando todos, absolutamente todos, controlados". Acusado por el juez de ser el apoyo externo logístico de los terroristas, Suárez Trashorras es, sin embargo, quien, a través de un periódico que le presenta con comprensión, denuncia ahora la existencia de "ayuda externa".
Suárez Trashorras añade: "Es imposible que los autores actuaran sin el beneplácito de las Fuerzas de Seguridad, teniendo como tenían seguimientos telefónicos y personales y a confidentes infiltrados". El acusado juega con su credencial de confidente policial para sostener sus afirmaciones.
Durante dos años, el citado periódico y el diputado Jaime Ignacio del Burgo, miembro del Partido Popular en la Comisión parlamentaria de Investigación del 11-M, han cultivado la relación con otro personaje estelar en la cocina de la teoría de la conspiración. Se trata del ciudadano marroquí Rafa Zouhier.
Acusado de participar en la entrega de explosivos a los terroristas islamistas, Zouhier ha implicado a Suárez Trashorras y a su cuñado Antonio Toro en la venta de dinamita. Zouhier, asimismo, reveló que en su calidad de confidente policial había advertido a sus jefes de la UCO, bastante antes del 11-M, de que habían ofrecido el explosivo a ETA. El Mundo publicó numerosas cartas de Zouhier, quien se convirtió en un elemento clave para cimentar la conspiración.
A primeros de octubre de 2004, el diputado Jaime Ignacio del Burgo envió a Zouhier, en prisión, un largo cuestionario. Una vez recibidas sus respuestas, las entregó al citado periódico, según deja constancia en su libro 11-M Demasiadas preguntas sin respuesta, publicado por La esfera de los libros, editorial vinculada a El Mundo. En rigor, el PP y el periódico mantienen, según se desprende de la versión de Del Burgo, una división de trabajo sobre el 11-M.
Zouhier señalaba que Toro y Trashorras ofrecieron dinamita a ETA. Preguntado por Del Burgo sobre la banda, Zouhier señaló: "Yo no tengo ninguna relación o casi ninguna con Trashorras. Para mí el jefe era Toro... Trashorras es un tonto...".
El citado diario también se apoyó en otros dos delincuentes relacionados antiguamente con la banda de Toro y Suárez Trashorras. Tanto Francisco Javier Lavandera, ex portero en un club nocturno, como José Luis Fernández Díaz, Nayo, hicieron su aparición en el periódico. Ambos unían sus voces en un coro para denunciar a Suárez Trashorras y asegurar que habían informado en calidad de confidentes, a los jefes policiales de Asturias, sobre el riesgo de venta de explosivos a ETA que suponía la banda de Trashorras. Fue cuando Nayo hizo sus declaraciones al diario, en febrero de 2005, Suárez Trashorras, en una conversación con sus padres, interceptada en Alcalá-Meco, en marzo de 2005, mencionó el asunto. "Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española...", dijo Trashorras.
En marzo de 2006, Rafa Zouhier, metía más presión, acusando, a través del mismo diario al ex minero. "Suárez Trashorras sabe mucho más de lo que ha dicho o declarado, pero no le interesa declarar porque tiene miedo. Yo le aconsejo que lo haga porque será mejor para todos y se aclararán muchas cosas...".
Después de dos años de acecho, Suárez Trashorras recoge el guante y responde, en la citada entrevista a El Mundo de primeros de septiembre utilizando la mayor parte de los argumentos que ha podido leer en el mismo periódico y en el diario Libertad Digital sobre la presunta conspiración. Al mismo tiempo, rechaza, lógicamente, su participación en los atentados que le imputa el juez Del Olmo.
Los testimonios de los cuatro delincuentes (Suárez Trashorras, Zouhier, Lavandera y Nayo) fueron presentados, a cada paso, como claves para resolver los presuntos enigmas existentes. Los dos implicados en el 11-M (Suárez Trashorras y Zouhier) buscan mejorar su situación procesal respectiva, por lo que su enfrentamiento es total. Los otros dos tienen sus intereses particulares.
¿Por qué acudir a estos cuatro delincuentes? "Estos personajes son prototipos de delincuentes de medio pelo que suelen aportar informaciones a la policía y la Guardia Civil", explica a EL PAÍS un responsable policial con el PP y con el PSOE. "Si El Mundo les utiliza, o ellos utilizan al diario, según se vea, es porque resulta muy fácil. Nadie va a cuestionar las afirmaciones que hacen. La manipulación es sencilla y cómoda", precisa.
Un juez que prefiere mantener el anonimato, consultado sobre las contradicciones en la instrucción del caso del 11-M, señala que como en todo sumario existen. "Hay cabos sueltos, contradicciones, testigos que malinterpretan o distorsionan, agentes y confidentes que enredan, chapuzas policiales. Los abogados defensores atacan esos puntos débiles e intentan crear dudas razonables en los magistrados y jueces ante los recursos y el juicio oral. Las teorías conspirativas sirven, pues, a los acusados para defenderse. Claro que en el caso del 11-M se han traspasado las líneas rojas", explicó.
Es lo que creen no pocos responsables de la lucha antiterrorista. "Yo soy de derechas. Lo digo porque es verdad. Y me tocó investigar a los primeros sospechosos del 11-M. Y por sostener que ETA no tiene ninguna presencia en los atentados no pueden meterme en la conspiración. Es una locura. Hemos sido nosotros quienes practicamos las primeras y más importantes detenciones en este caso. Nuestros jefes permanecieron varios meses, después del cambio de Gobierno, al frente de las instituciones policiales que realizaron la investigación".
La ilusión del PP ha sido expuesta por el diputado Del Burgo en su libro: "Si Dios no lo remedia, dentro de 50 años tal vez haya españoles que se formulen la misma pregunta que aún hoy se hacen muchos norteamericanos: ¿quién mato a Kennedy?".
14/9/06
La cúpula policial de Acebes desmiente la teoría del PP sobre la conspiración del 11-M
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