El juez procesa a 29 de los 116 imputados por los atentados del 11-M en Madrid
12-04-06 - José Yoldi
El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo procesó ayer a 29 de las 116 personas que él mismo había imputado por su relación con los atentados de los trenes de la muerte cometidos el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Más de dos años después de iniciado el sumario, el juez ha redactado un auto de procesamiento gigantesco -1.460 folios- que es un resumen de los principales informes periciales y declaraciones de los imputados y testigos que figuran en la causa, y en el que ni siquiera existe un relato de hechos como tal.
El magistrado imputa los crímenes al terrorismo islamista, en concreto a "un apéndice de una red macroterrorista llamada Al Qaeda", lo vincula a la participación española en la guerra de Irak y no menciona a ETA más que de pasada y para señalar que la fuente que ofrece la información sobre la organización terrorista vasca, José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, tiene "nula consistencia".
Dos autores materiales
De los 29 procesados, el juez sólo considera a dos, islamistas, autores materiales de la colocación de bombas: Jamal Zougam, que además proporcionó los teléfonos móviles utilizados para activar las bombas, y Abdelmajid Bouchar, el Gamo, el terrorista que el 3 de abril de 2004 se dio cuenta de la presencia de la policía cuando iba a bajar la basura en el piso de Leganés donde se suicidaron sus siete compañeros y huyó.
El juez les imputa 191 asesinatos terroristas consumados, 1.755 asesinatos en grado de tentativa y cuatro delitos de estragos. La pena que podría corresponderles por esos delitos supera los 32.000 años de prisión para cada uno, pero por aplicación del Código Penal, en caso de ser condenados, no cumplirán más de 40 años de cárcel.
Además, el magistrado ha procesado también como autor de los atentados de los trenes pero como cooperador necesario al ex minero Emilio Suárez Trashorras, que proporcionó los explosivos a cambio de droga. La pena que podría corresponderle sería previsiblemente superior a los 32.000 años de prisión puesto que además de las víctimas de los trenes, a Trashorras se le imputan un total de 11 delitos, entre los que figuran la muerte del geo Francisco Javier Torronteras, y los asesinatos frustrados de sus 18 compañeros.
Igualmente, Del Olmo ha procesado como jefe o miembro de organización terrorista en relación con los delitos cometidos en los atentados a Hassan el Haski, Youssef Belhadj y Rabei Osman, Mohamed el Egipcio. El juez no ha procesado a los siete suicidas de Leganés, porque al estar muertos no tienen responsabilidad penal. El juez no ha procesado a otros presuntos autores materiales que se encuentran huidos, como Daoud Ouhnane, Mohamed Afalah, Mohamed Belhadj y Said Berraj aunque curiosamente en el auto se mencionan los indicios que existen contra ellos. Tampoco se procesa a Moutaz Almallah Dabas, hermano de otro de los procesados Mouhannah Allmallah Dabas, supuesto jefe espiritual del grupo, que está detenido en Londres y cuya extradición se solicitó al Reino Unido.
El auto de procesamiento sólo imputa a Basel Ghalyoun y a Otman el Gnaoui por delitos de integración y colaboración con organización terrorista y otros delitos menores, respectivamente, a pesar de los indicios existentes contra ellos. Ghalyoun fue reconocido en los trenes por dos testigos y Rabei Osman, Mohamed el Egipcio, le menciona como uno de los autores de los atentados. Gnaoui, por el contrario, dejó su ADN en ropas utilizadas por los suicidas, estuvo en la finca de Chinchón donde se ensamblaron las bombas y su móvil le delató como uno de los que había ido a Burgos a recoger los explosivos que Jamal Ahmidan, el Chino, jefe operativo del grupo, traía desde Asturias. El juez, sin embargo, no aprecia que los indicios son suficientes para procesarles por delitos más graves. Ghalyoun fue identificado fotográficamente y en un vídeo por una testigo protegido, pero luego en una rueda de reconocimiento judicial la testigo no lo identificó. El juez hace constar que Ghalyoun pudo cambiar sus rasgos físicos para "no limitar el control de las diligencias de investigación ni por parte de la acusación ni de la defensa".
Del Olmo ha confirmado las prisiones de todos los acusados aunque para cuatro de ellos, tres españoles y un marroquí, ha impuesto distintas fianzas de manera que puedan eludir la prisión preventiva. En concreto, Emilio Llano, al que ha impuesto 25.000 euros; Raúl González, de 35.000 euros; Antonio Toro, de 50.000 euros, y Mahmoud Slimane Aoun, también de 50.000 euros. Llano y González habían depositado la fianza a media tarde, por lo que fueron puestos en libertad.
En total, el juez ha procesado a nueve de los imputados por pertenencia a banda terrorista y a otros doce por colaboración con organización terrorista. Los españoles, la llamada trama asturiana de los explosivos, están procesados en su inmensa mayoría por delito de tráfico, transporte o suministro de sustancias explosivas.
La investigación sigue abierta, pero mientras tanto, el juez ha exigido 445.023.613 euros a los presuntos autores materiales Jamal Zougam, Abdelmajid Bouchar y José Emilio Suárez Trashorras para hacer frente a las indemnizaciones que puedan declararse para las víctimas de los atentados. Además, a Trashorras el juez le reclama otros 8.387.451 euros por las responsabilidades que pudieran declararse por el atentado contra los GEO. El juez ha citado a los procesados para los días 16, 17 y 18 de mayo para tomarles declaración indagatoria, es decir, para que digan si están conformes con el auto.
Respecto a los 85 imputados a los que el juez no ha incluido en el auto de procesamiento, varios de ellos serán juzgados en otras instancias por delitos que no son competencia de la Audiencia Nacional, pero para la mayoría el juez ha levantado las medidas cautelares -presentaciones en el juzgado y prohibición de salir de España- que les había impuesto.
"Red macroterrorista"
En los fundamentos jurídicos, Del Olmo destaca que "la finalidad perseguida por el grupo conformado en España (...) es la misma que busca de manera incesante Al Qaeda. No se trata de pervertir el orden democratico-constitucional de España, se pretende desestabilizar el orden mundial, practicando un terrorismo mucho más atroz del que estamos tristemente acostumbrados en nuestro país, en aras a conseguir imponer a todos una religión y una forma de vida, con desprecio absoluto a los más elementales principios humanos".
"Eso persigue Al Qaeda y en eso estaban dispuestos a coadyuvar los procesados, que constituían en realidad, ni más ni menos, que uno de los miles de tentáculos que esa red tiene dispersos por muchos puntos del planeta". "Podemos decir alto y claro", precisa el auto, "que nos hemos encontrado ante un apéndice de una red macroterrorista llamada Al Qaeda, carente por completo de organización, que emite órdenes asesinas para los que quieran cumplirlas. Pero ese apéndice constituye en sí mismo una organización terrorista asentada en nuestro país".
El juez hace una mención especial a que integrantes de la célula española de Al Qaeda que dirigía Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, como Said Berraj, Said el Mensajero, o Mohamed Belhadj estuvieran implicados en el 11-M.
Del Olmo recuerda las alertas sobre la amenaza islamista que recibió el Gobierno
12-04-06 - Francisco Mercado
El auto de procesamiento contra la célula autora de la matanza del 11-M recuerda que varios documentos de análisis de los servicios secretos sobre la amenaza internacional terrorista en los meses previos a los atentados señalaban que España, por su implicación en conflictos internacionales, podía convertirse en "objetivo coyuntural" de grupos islamistas. El escrito del juez Juan del Olmo destaca como uno de los elementos de riesgo el hecho de que España "formaba parte de la coalición internacional que mantenía tropas en Irak y era considerada por Estados Unidos un aliado clave en la cuestión".
El juez expone en su auto de procesamiento las advertencias que recibió el Gobierno de José María Aznar sobre el riesgo que suponía su alianza con Estados Unidos en la invasión de Irak.
- 2002: "Objetivos secundarios". En un documento de inteligencia se decía: "Los objetivos secundarios del terrorismo internacional serían los aliados más estrechos de los Estados Unidos en la coalición internacional contra el terrorismo y la campaña militar en Afganistán, los miembros de la OTAN y los países que han llevado a cabo importantes operaciones contra organizaciones y redes terroristas islámicas, particularmente en aquellos estados miembros de la Unión Europea donde existen numerosos grupos islámicos radicales con capacidad para planear y ejecutar operaciones terroristas".
- 2003: "Enemistad hacia los españoles". El juez recupera cuatro informes de 2003. En febrero de ese año se alertaba de lo siguiente: "Continuas referencias se han realizado en los últimos días a la crisis de Irak, en cuanto a las advertencias vertidas en diferentes foros hacia el apoyo que España está prestando a la guerra contra Irak, en el sentido de que un sentimiento de enemistad por parte de la población árabe del mundo hacia los españoles e incluso una extensión del terrorismo que afectara a la paz y la vida de los españoles podría darse". En mayo se avisa de que el atentado de Casablanca "no hace sino confirmar la hipótesis de que España, al igual que cualquier otro miembro de la Comunidad Europea, es objetivo de este tipo de terrorismo". El juez cita dos documentos de inteligencia posteriores a julio de 2003. Reiteran que persistía un cúmulo de factores, incluidas las amenazas televisivas de Bin Laden de octubre de 2003, que seguían proyectando sobre España la sombra de un potencial atentado islamista.
Tres grupos islamistas y delincuentes fanatizados se unieron para atentar
12-04-06 - Jorge A. Rodríguez
Los miembros de tres células islamistas creadas en Madrid que quedaron dispersos tras varias golpes policiales se unieron a un grupo de delincuentes fanatizados, capitaneados por Jamal Ahmidan, El Chino, para perpetrar el 11-M. El juez Juan del Olmo detalla en el auto de procesamiento cómo fue el proceso de fusión hasta llegar al comando final que perpetró la matanza y se suicidó en Leganés, bajo el mando de El Chino y de Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino.
El auto recoge un informe entregado al juez por el comisario general de Información, Telesforo Rubio, el 15 de febrero de 2006, tras dos años de pesquisas. El documento detalla el proceso de dispersión de las tres células terroristas, inicialmente dedicadas a la logística y al proselitismo, y cómo posteriormente se unieron con un grupo de delincuentes. Todo con el barrio de Lavapiés como epicentro.
La primera célula, denominada Grupo de Madrid, fue organizado por Mustafá Maymouni, cuñado de El Tunecino, a finales de 2002. Ese grupo fue investigado por los atentados de Casablanca (Marruecos, 16 de mayo de 2003) y estaba inmerso en "el movimiento Salafiya Jihadia marroquí, estrechamente ligado al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM)". La detención de Maymouni (preso como uno de los responsables de Casablanca) desmembró la célula.
Mohamed Larbi Ben Sellam y Mohamed Afallah se quedaron sin célula. Afallah (huido, aunque se le ha dado por muerto en un atentado en Bagdad), trabó contacto con el argelino Allekema Lamari (recién salido de prisión tras un error judicial), así como con los hermanos y primos Belhadj (Mohamed, Youssef y Mimoun) y Abdelmajid Bouchar (supuesto autor material), entre otros. Éstos estaban supuestamente vinculados al GICM y, a través de este grupo terrorista asociado a Al Qaeda, con Hassan El Haski, entonces inmerso en una batalla por la sucesión en la jefatura de la banda.
Otra vez el GICM
El segundo grupo lo lideraba Rabei Osman, Mohamed el Egipcio, ligado a El Tunecino. Esta célula contaba con Basel Ghalyoun (en el último momento se ha caído del auto como autor material), Fouad el Morabit (en su casa se celebraron reuniones preparatorias) y los hermanos Moutaz y Mouhannad Almallah Dabas (con una fuerte formación religiosa). Éstos, una vez más, estaban ligados al GICM, a través de Mourad Chabarou. Y, además, por medio de los Almallah, estaban vinculados a Imad Edit Barakat Yarkas, Abu Dahdah, preso por su presunta relación con el 11-S.
La tercera célula era el llamado Grupo de Lavapiés, "liderada por Jamal Zougam". El auto subraya que su vinculación al 11-M parece "más ideológica que operativa y, en todo caso, de apoyo y cobertura logística". El nexo de unión final entre los tres fue Abu Dahdah, quien los habría reunido inicialmente para "labores de captación o reclutamiento radical".
Faltaban los delincuentes. El juez escribe que apareció "directamente conexionado con el 11-M un grupo de delincuentes habituales liderado por Jamal Ahmidan, en donde estaban, como parte de su banda, Abdennabi Kounjaa, los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha, Abdelilah El Fadoual el Akil, Rachid Aglif y Otman el Ghanoui". Este grupo era "totalmente nuevo a efectos de investigaciones sobre radicalismo islámico, no así en cuanto a su actividad delincuencial, sobre la que la Udyco [de la policía] de Madrid tenía centrada una investigación". El Chino, cuando salió de prisión en Marruecos por asesinato, "vino a España decidido a buscar referentes al Movimiento Salafista Jihadista", por lo que, añade, "no resulta extraño que lo encontrara en sus relaciones con El Tunecino o la gente de Lavapiés".
El juez escribe así como fue el proceso de convergencia: "En el verano del año 2003, julio/septiembre, se producen tres fenómenos de convergencia y relación: por una parte, se constatan manifestaciones de radicalismo en este grupo -Jamal Ahmidan, Asrih Rifaat, Abdennabi Kounja, los hermanos Oulad Akcha-; por otra, se reflejan los contactos telefónicos entre la mayor parte de ellos y con personas como Basel Ghalyoun Serhane Ben Abdelmajid, incluidas reuniones comunes; y en tercer lugar, se comienzan a realizar actuaciones logísticas que adquieren ya carta de naturaleza en el otoño de 2003 -vehículos, finca de Chinchón, contactos para proveerse de sustancias explosivas, incluida la expresiva explosión del detonador, a principios de octubre de 2003-, estando Rachid Aglif, Jamal Ahmidan y Rafa Zouhier". Además, alega, "es de destacar que se reflejan contactos entre Allekema Lamari y Mohamed Afallah, así como la presencia de estos en el denominado Grupo de Leganés o de Villaverde [cuarta célula, formada sobre todo por argelinos], todo ello en el otoño del año 2003".
El juez rechaza la participación de ETA porque "lo que no existe no se menciona"
José Yoldi
Fuentes próximas al juez Juan del Olmo señalaron ayer que si en los 1.460 folios del auto de procesamiento por los atentados del 11-M de 2004 no se hace referencia a la participación de ETA en los hechos es porque "lo que no existe no se menciona en el sumario". Durante los dos años que han durado las investigaciones de Del Olmo, el juez ha solicitado en algunas ocasiones informes especiales respecto a la posible vinculación de ETA o de sus miembros con las células islamistas que participaron directa o indirectamente en el atentado del 11-M. En su conclusión final, el juez descarta dicha vinculación.
El Partido Popular aireó durante los dos años que ha durado la investigación judicial y policial del atentado más grave en la historia de España la posibilidad de que ETA hubiera participado de algún modo en los atentados del 11-M.
El PP se hacía eco de supuestas revelaciones periodísticas que el juez Del Olmo investigó por su cuenta reclamando todo tipo de informes respecto a cuestiones que, según los populares, demostraban de algún modo la presencia de ETA en los atentados de los trenes.
El Gobierno de José María Aznar mantuvo durante las primeras 48 horas después del atentado que la hipótesis principal apuntaba a ETA como culpable de los 191 muertos causados por la explosión de 10 bombas en cuatro trenes. Y después de perder las elecciones generales mantuvo sus dudas, hasta el día de hoy.
Esas dudas se fundamentaban en supuestos contactos de terroristas islamistas con etarras durante su estancia en la cárcel, en el robo de un vehículo por parte de ETA en el callejón donde residía el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, o en la coincidencia, que el PP convirtió en grave sospecha, de que dos automóviles que transportaban explosivos partieron con escasas horas de diferencia del norte de España, uno conducido por islamistas que perpetraron el atentado del 11-M y otro por etarras que fueron interceptados por la Guardia Civil en Cañaveras (Cuenca).
El juez investigó todas esas coincidencias y descartó las sospechas y dudas del Partido Popular. En el auto de procesamiento, que se extiende durante 1.460 folios -basados en decenas de miles de folios de informes periciales, interrogatorios a testigos protegidos e implicados en los hechos, comisiones rogatorias y distintas pruebas-, Del Olmo no hace ni una referencia a la participación o posible vinculación de ETA en los hechos investigados.
Pesquisas policiales
Fuentes de su juzgado de instrucción en la Audiencia Nacional aseguraron a un grupo de periodistas que si no se hace referencia a ETA en el auto de procesamiento es porque "lo que no existe no se menciona".
Algún diputado del Partido Popular ha llegado a cuestionar en algún momento la instrucción judicial dirigida por Juan del Olmo por los atentados del 11-M. Durante toda la investigación, no sólo judicial sino parlamentaria, los policías que intervinieron en las pesquisas que condujeron a la detención de supuestos responsables del atentado negaron cualquier implicación de ETA en los hechos ocurridos el 11 de marzo en la red ferroviaria entre Alcalá de Henares y Madrid.
Incluso los dirigentes policiales nombrados durante el mandato del Partido Popular descartaron la relación de la banda terrorista ETA con el atentado más grave en la historia de España.
En el folio 145 del auto de procesamiento, como ejemplo de las referencias que aparecen sobre ETA, figura el siguiente testimonio del policía nacional con carné número 79.858: "Una vez en Alcalá de Henares, me acerqué a la furgoneta, dado que pertenezco al Grupo de ETA de la Brigada Provincial de Información de Madrid, para controlar determinados indicios que pudieran vincularla con actividades terroristas; al comprobar la furgoneta advierto que no se dan los elementos exteriores identificativos respecto de la materia de la que soy especialista, que es ETA".
"Nula consistencia tiene esa fuente"
En el folio 1.157 del auto de procesamiento aparecen las referencias al testimonio de un confidente de la policía que supuestamente había contado que una trama de delincuentes asturianos traficaba con explosivos que, finalmente, llegaban a manos de ETA.
El juez relata que ese confidente había declarado que un delincuente, José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, le había contado que "había entregado explosivos a un guardia civil para que el guardia civil se lo diera a ETA", y que sobre ese tema "no podía concretar más".
Ese confidente aseguró entonces que Nayo tenía información relevante que quería facilitar al juez a cambio de obtener una ventaja penal en España.
Nayo había tenido tratos con el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, al que el juez atribuye los 191 asesinatos del 11-M como cooperador necesario, pues facilitó la dinamita a los terroristas islamistas. El juez recuerda que Nayo ofrece información sobre el tráfico de explosivos relacionados con el atentado, aunque para cuando se produjeron esos hechos Nayo se encontraba huido de España por sus actividades delictivas.
El juez Juan del Olmo concluye en su auto: "Nula consistencia puede tener esa fuente, tal y como se infiere de la mera lectura de las antedichas testificales".
Los geos heridos en el suicidio de Leganés relataron al juez los momentos previos al estallido: "Entrad, mamones, somos enviados de Alá"
Jorge A. Rodríguez
"Entrad, mamones, somos enviados de Alá". Los terroristas islamistas que el 3 de abril de 2004 fueron rodeados por la policía en un piso de Leganés (Madrid) intentaron en todo momento que los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) entraran en el piso. Pero éstos insistieron en que todos tenían que salir de la casa, desnudos y con las manos en alto. El auto de procesamiento hecho público ayer por el juez Juan del Olmo incluye el relato de los policías que rodearon el piso y de varios de los geos que resultaron heridos en la explosión que acabó con la vida de los siete moradores del piso y el asesinato del subinspector Francisco Javier Torronteras.
El relato policial sobre el suicidio del comando, incluido en el auto, arranca con la declaración de los primeros policías que llegaron a Leganés, donde "habían saltado unas tarjetas telefónicas que en principio se encontraban implicadas en los atentados del 11-M". El funcionario relata que, al poco de llegar a la calle de Carmen Martín Gaite, vieron a un joven "muy atlético" bajar una bolsa de basura, de la que sobresalían "las ramas de unos dátiles". Un grupo de policías comenzó a seguirle, pero ese joven, que resultó ser Abdelmajid Bouchar, se percató de ello y salió corriendo a toda velocidad.
No pudieron alcanzarle. 15 minutos después de ese hecho, "empezaron a escuchar gritos en idioma árabe; no eran cánticos, eran gritos (...) que no eran de una sola persona, eran como cinco o seis". Luego empezaron los tiros, "quizás hasta ocho", aunque luego hubo más "hacia el jardín". La zona fue rodeada y los equipos del GEO fueron llegando a la zona "escalonadamente", entre las seis y media y siete de la tarde.
Los geos tomaron posiciones "en las inmediaciones de la entrada de la vivienda", cuenta un agente, ya que "no pensaban entrar a la casa, dado que la sorpresa la habían perdido y entrar dentro era bastante arriesgado". En el interior de la vivienda seguían "los cánticos en árabe y las alabanzas a Alá". Hasta entonces, no se había establecido "ningún tipo de comunicación ni contacto con los terroristas". A gritos, a través de la puerta, se les conminó a salir "sin ofrecer resistencia". La policía incluso buscó a un traductor de árabe, a pesar de que sabía de que los encerrados "hablan o entienden perfectamente castellano".
"Sobre las 20.58, dado que estos individuos no respondían a las comunicaciones de deponer que se les hacían (...) el GEO procede a apertura de la puerta de entrada mediante una voladura controlada de la misma, así como al lanzamiento de granadas lacrimógenas al interior". Torronteras dio orden de gasear. Los funcionarios se colocaron las máscaras antigás y lanzaron siete cargas. Dentro "se hizo el silencio". Pero los gritos volvieron enseguida, más fuerte "y más nerviosos". Mucho más.
Un agente cuenta que, ya con la puerta volada, pasó esto: "Se les intimida para que se entreguen, se les hace ver que están rodeados y que no tienen escapatoria y ellos responden con disparos y gritando que entremos nosotros". "Del piso salían balas, ya que daban en la pared del rellano", porque "no tenían ángulo directo" de disparo contra los policías.
"Ellos [los moradores]", cuenta otro geo, "insistían en que entráramos (...) dijeron 'entrad que os vamos a mandar un emisario por Alá". Torronteras insistió a los terroristas que salieran "desnudos", porque los agentes "tenían miedo de que salieran con explosivos para matarlos". Los islamistas "hablaban medio en español, medio en árabe" y les decían a los policías: "Entrad mamones, Alá es grande, somos enviados de Alá". El agente que cuenta esto último oyó a los terroristas decir que iban a mandar a "un mensajero", a lo que él mismo les contestó: "Si sale alguien, que salga desnudo".
Los geos recibieron entonces el aviso de que el hermano de uno de los encerrados había advertido a la policía de que los integristas, en caso de asalto, "procederían, como ellos denominan, a inmolarse". Torronteras, parapetado tras un escudo, estaba entonces conminado a los terroristas a salir por enésima vez. El subinspector era el único que tenía visión directa del piso. Los terroristas dijeron que iban a enviar "un mensajero". Inmediatamente después, tal y como relata uno de los geos, "se hicieron las tinieblas". Fue el estallido. La explosión mató a Torronteras y acabó con la vida de los siete terroristas. El equipo de 14 geos acabó con heridas y disperso. Uno de ellos recuerda que se sorprendió al verse "en el césped de la piscina".
Los informes de los desactivadores de explosivos, elaborados tras el desescombro de Leganés y sobre los cadáveres de los suicidas, sugiere que los terroristas tenían explosivos en el centro de un supuesto círculo que habían creado. Además, portaban más dinamita "a modo de cinturones o bolsas bomba", ya que parte de la dinamita que no estalló fue hallada "en íntimo contacto" con el cuerpo del terrorista, e incluso, en dos casos, "pegada a sus huesos".
Los informes concluyen que el estallido fue "un acto voluntario de los terroristas islámicos, que deciden suicidarse" y que, además, pensaban utilizar la dinamita "para suicidarse de manera individual, no pudiendo hacerlo por haberles sorprendido una detonación anterior". Con estos datos en la mano, quien el 4 de abril de 2004 era ministro del Interior, el popular Ángel Acebes, sentenció: "El núcleo central que perpetró la masacre [del 11-M] está detenido o muerto en suicidio".
La investigación refleja que los detonadores hallados en Alcalá condujeron a los asesinos y que la metralla de las bombas era idéntica
Francisco Mercado
El juez ha investigado hasta el último clavo del 11-M. No es una metáfora. El auto desmenuza informes sobre la metralla usada por los terroristas en cada escenario de los atentados. Toda la tornillería recuperada de los vagones de los trenes, en el piso de Leganés y en la mochila desactivada se clasificaron en 14 modelos. Y se hicieron tablas. La conclusión no dejó dudas: "Los modelos de clavos y tornillos recogidos en los diferentes escenarios de los atentados tienen coincidencias entre ellos, y con los que llevaban incorporados el artefacto desactivado, especialmente los modelos A, B, C, D y G". No sólo la mochila desactivada contenía metralla: 640 gramos de clavos y tornillos para ser exactos. "En las distintas explosiones producidas en los cuatro trenes se recogieron evidencias de que los artefactos también disponían de metralla". Por el contrario, no se hallan similitudes con la metralla hallada en el piso de Leganés (una caja de clavos) ni se puede establecer con certeza que sean similares a los recuperados por la Guardia Civil en Mina Conchita. Existen similitudes, pero su mal estado por efecto de la humedad impide tanto probarlo como descartarlo.
Esa mina, a tenor del auto del juez, sí es la fuente del resto del material explosivo usado por la célula del 11-M. En esto, el auto es tajante. "En orden a la obtención del material explosivo utilizado tanto sustancia explosiva (Goma 2 Eco) como detonadores, cabe inferir racionalmente que el origen del mismo es la zona de Asturias, y en concreto, explotación/es de la empresa Caolines de Merillés". El juez pulveriza la hipótesis de cualquier otra red logística, léase ETA. "Ni los extremos de la investigación permiten deducir racionalmente esa supuesta realidad plural en orden a la procedencia de las sustancias explosivas y detonadores, ni los elementos objetivos obtenidos en la investigación (sustancia explosiva que componía los artefactos desactivados en el Parque Azorín y la línea ferroviaria del AVE, o la recogida en el desescombro de Leganés), o las fajas de los cartuchos recuperados en Leganés, permiten afirmar que esa sustancia explosiva tuviera más de unos escasos meses desde su fabricación (no superaría los cuatro meses)".
Cimenta tales afirmaciones punto por punto. En el inicio de las investigaciones, aunque se había encontrado sustancia explosiva, Goma 2 Eco, no había manera de seguir su rastro. Estaba fuera del cartucho, cuya nomenclatura habría llevado a su origen. Sin embargo, los detonadores, al ser analizadas sus características por los expertos en desactivación de explosivos, sí remitían al lugar del que partieron: "Los detonadores de aluminio del número 3, tapón azul turquesa y rabiza azul de dos metros se sirven EXCLUSIVAMENTE a la empresa Caolines de Merillés en la Península y se utilizan únicamente en las dos explotaciones de esta empresa: Mina Conchita y Mina Collada. De este tipo de detonador se encontraron dos unidades en la furgoneta Renault Kangoo, uno formando parte del artefacto explosivo colocado en la vía del AVE y 71 fueron hallados en el piso de Leganés", escribe el juez. El auto refleja lo siguiente: "De estos datos se infiere que los detonadores determinantes de la identificación de la supuesta explotación minera de origen fueron los dos de la furgoneta Renault Kangoo, y tras esa identificación/origen, se produjo otra circunstancia a tener en consideración: el detonador del artefacto explosivo desactivado en el Parque Azorín era de idénticas características a tres de los detonadores recuperados en la furgoneta Renault Kangoo (lo que mostraba una relación)". Leído al revés, frente a las dudas inyectadas por el PP de manipulación de la mochila desactivada, prueba angular del sumario, el juez dinamita su sacralización: la policía y la investigación judicial aun sin disponer de tal mochila habría llegado igualmente, como de hecho llegó, hasta la trama del 11-M, es decir a los vendedores y compradores del material usado en el atentado. Por añadidura, el explosivo también conducía a Mina Conchita. Todas las numeraciones de cartuchos hallados en Leganés fueron servidos en las dos explotaciones de Caolines de Merillés (Mina Conchita y Mina Collada). El resto del material explosivo detectado en los distintos escenarios del ataque islamista (11-M, AVE, Leganés y mochila desactivada era idéntico, pero sin carné de origen). Por todo ello, en un breve espacio de tiempo, "al menos 90 kilos de los explosivos utilizados por los terroristas podrían haber salido de Mina Conchita o Mina Collada", donde se detectaron graves falseamientos de consumos. En suma, "ninguno de los elementos relacionados con detonadores o Goma 2 Eco incautados en las distintas operaciones policiales puede decirse que no ha sido recepcionado por dichas minas".
El auto de procesamiento incluye declaraciones sobre la gestación del grupo que acabó ejecutando la matanza
Pablo X. De Sandoval
El auto de procesamiento por los atentados del 11 de marzo de 2004 incluye varias declaraciones de testigos protegidos, en las que relatan cómo se gestó el grupo de radicales que acabaron perpetrando la matanza. Estos testigos, a través de su relación con los autores de los atentados, describen cómo funcionaba el grupo, y cómo se fue ideologizando hasta convertirse en mártires. Estas son algunas de sus declaraciones:
TESTIGO S 20-04-Y-26 "Los hermanos de los mártires"
Declaró el 1 de diciembre de 2004 que a través de Mouhannad Almallah conoció a Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino. Con ellos iban otros musulmanes como Moutaz Almallah, Hicham Tensamani y Mustafá Maymouni, cuñado de Serhane actualmente preso en Marruecos por los atentados de Casablanca. Estos individuos se referían a su propio grupo como los ikhwan al chuhadá, que según el intérprete se traduce como los hermanos de los mártires. Moutaz era el líder del grupo. Por debajo de él estaban a un nivel parecido Serhane y Mouhannad.
En sus reuniones hablaban de Irak y de Afganistán. "En una ocasión, Mouhannad, cuando pasaban en coche debajo de las Torres KIO, comentó que no iba a estar tranquilo hasta que no cayeran esas torres". Tanto Serhane como Mouhannad se referían al resto de las personas no como españoles, sino como judíos, dice el declarante. Estas afirmaciones las realizaban para justificar robos en comercios u otros delitos.
También reconoce a Jamal Zougam, por haberlo visto con Mouhannad en Tánger en 2002. Este testigo contó que estaba presente en las reuniones del entorno de Zougam en las que hablaban de la yihad. Serhane, Maymouni y Moutaz hablaban de la muerte de los hermanos en Palestina, Afganistán e Irak. El declarante cuenta también cómo intentaron reclutarlo a él mismo para este grupo yihadista. Dos veces fueron hasta su barrio Serhane y Mustapha para tratar de captarlo, para que los acompañara a mezquitas, a los pantanos el fin de semana. Mouhannad iba a verle tres o cuatro veces a la semana a Fuenlabrada, donde trabajaba. Trataba de captarle, explica el testigo protegido, para que fuera muy riguroso con el islam y para participar en grupos más reducidos. Le hablaba mucho de que tenía que ser más riguroso en la oración, en la mezquita, y le quería presentar a otros amigos para ir juntos a la mezquita de la M-30.
TESTIGO S 20-04-W-18 Amer Azizi
Este testigo cuenta que ya en 2002 Moutaz, Serhane y Maymouni tenían cuidado de no hablar de ciertos asuntos por teléfono, al creer que los tenían intervenidos. Mouhannad y Moutaz hablaban desde teléfonos públicos. El testigo, además, reconoce claramente una grabación de Osama Bin laden encontrada entre los restos de la casa de Leganés. Dice que la voz le resulta muy familiar, ya que Moutaz, en un ordenador portátil que siempre lleva consigo, tiene diversas alocuciones de esa persona. A menudo, pasada la una de la madrugada, Moutaz se conectaba con otras personas a través del portátil. También reconoce una canción que aparece en un vídeo sobre entrenamiento militar, ya que Mouhannad la llevaba en una cinta en el coche.
Esta persona asegura que Amer Azizi, el hombre de la organización terrorista Al Qaeda en España, se escapó de España cuando iba a ser detenido y se marchó a Afganistán. El declarante no conoció a Azizi, pero esto se lo contó la mujer de Maymouni, quien añadió que antes de huir estuvo cuatro meses escondido en España. Según este relato, Azizi "salió de España delante de la policía, vestido de mujer, con el pasaporte de Mouhannad Almallah, con un cambio de fotografía", según se recoge en el auto de procesamiento. Este declarante habla de la estrecha relación entre Azizi, Mouhannad y Serhane. Los tres se comunicaban a través de correo electrónico. Un día, de madrugada, Azizi le mandó un correo electrónico a Moutaz, y este llamó a Mouhannad, que estaba durmiendo, para que viera el mensaje.
Después aparece uno de los personajes más conocidos de la trama. En octubre de 2003 el declarante conoció a Jamal Ahmidan, El Chino, acompañado por Mouhannad. Desde octubre de 2003 hasta la fiesta del Ramadán, cuando se marchó a Marruecos, el testigo asegura que todas las tardes, entre las 17.00 y las 21.30, se reunían en la terraza de la mezquita de la M-30 Serhane, Mouhannad y a veces Jamal Ahmidan. Antes de octubre estas reuniones también se celebraban, pero no duraban más de una hora y media.
Según la declaración de este testigo, el nombre del grupo era otro. Se llamaban unos a otros ekwan mouslimin, o hermanos musulmanes. Entre ellos se llamaban hermanos.
Este testigo cuenta varias reuniones en el local de la calle Virgen del Coro. Detalla cuatro reuniones a las que se va sumando gente, con Maymouni, Basel, Serhane y Moutaz como elementos fijos, más dos hermanos a los que no puede identificar. En aquellas reuniones, cuando se referían a Osama bin Laden o lo llamaban por su nombre, sino que se referían a él como el emir (el jefe). No estuvo en las reuniones, pero le decían que hablaban de cometer algún atentado, incluso precisaron que iban a cometer un atentado con un coche en las torres de Plaza de Castilla. La persona que esto declara asegura que el 12 de febrero de 2003 acudió a una comisaría de Policía y contó estos planes terroristas.
TESTIGO 11.304 Liderazgo de El Tunecino
En el sumario aparece una especial referencia a este testigo, cuyas declaraciones están contenidas en el juzgado número 5 de la Audiencia Nacional y se remontan al año 2002. El testigo reconoce a todo el grueso del grupo que preparó y ejecutó los atentados, incluido Rabei Osman, El Egipcio. El 22 de octubre de 2002 ya relata una reunión en la que está presente Serhane, El Tunecino. En ella se habla de la yihad, de la que se dice que es un deber de todo musulmán. También se dice que la "campaña actual" se está enfocando hacia los centros de diversión nocturnos frecuentados por los no creyentes en suelo musulmán. Existía unanimidad entre los asistentes en que llevar a cabo la yihad era un deber de todo musulmán. En esa reunión, en la que ya había 11 personas, una persona llamada Mustapha le pregunta, como religioso, si hay motivos para la yihad en ese momento, y el declarante le contesta que un solo palmo de terreno musulmán invadido por los infieles ya obliga a la yihad.
Las declaraciones se suceden a lo largo de 2003. Ya en octubre de 2004, seis meses después de los atentados del 11-M, reitera ante el juez algunas de sus declaraciones. Desde que comenzó su colaboración con la policía en 2001, había contado que había grupos con ideología que querían hacer la yihad; que estos grupos se reunían para captar a personas y enviarlas a Afganistán y otros lugares; finalmente, que algunas de esas personas llegaron a decir que no era preciso viajar a Afganistán y Chechenia para hacer la yihad, sino que se podía hacer en el propio país donde se residía.
En la declaración de este testigo, ya se menciona la atracción Serhane ejercía como líder intelectual de este grupo. En las reuniones empezaba hablando de la yihad Mustapha Maymouni. Pero en segundo lugar hablaba Serhane, "quien lo hacía con mucha seriedad y transmitía la emoción y el entusiasmo, hasta el punto de que podía hacerte llorar de emoción. Solía hablar de las mujeres que en los tiempos del profeta habían hecho la yihad, y les incitaba en el sentido de decirles que si esto lo habían hecho mujeres, qué tipo de hombres se consideraban si no hacían al menos lo mismo".
En sus alocuciones, Serhane no escatimaba ataques tampoco a los gobiernos musulmanes. "Seguidamente hablaba con mucha rabia y fuerza" sobre "Argelia, Túnez y Marruecos, que estaban gobernados por gobernantes incrédulos". Según decía Serhane, "no había diferencia entre éstos y los incrédulos cristianos y judíos".
El magistrado fija en 430 millones de euros las indemnizaciones a las víctimas
Pablo X. De Sandoval
El juez Del Olmo estima en el auto de procesamiento una "cantidad orientativa" de 400.000 euros en concepto de indemnización por cada uno de los 191 fallecidos en los atentados del 11 de marzo. La cantidad total ascendería a 76.400.000 euros, más otros 400.000 por el miembro de los GEO fallecido en Leganés. La indemnización para los heridos, considerados "asesinatos en grado de tentativa", se fija de forma orientativa en 200.000 euros. Multiplicado por los 1.755 heridos que considera el juez, los condenados deberían hacer frente a otros 351 millones. En total, 427,8 millones.
Los casi 430 millones son sólo por los atentados del 11 de marzo en los trenes. A esto hay que añadir 3.600.000 euros que según el juez Del Olmo deberán ser pagados a 18 heridos en el atentado de Leganés. Los daños de los atentados del 11 de marzo también deben ser pagados, por valor de 17.623.613 euros. Los daños derivados de la explosión de Leganés están valorados en 4.387.451 euros.
En Leganés se suicidaron el 3 de abril siete de los responsables directos de los atentados, al hacer estallar la dinamita que almacenaban en un piso de la calle Carmen Martín Gaite número 40. La explosión mató también al miembro de los GEO Francisco Javier Torronteras y provocó daños en el edificio que obligaron a su demolición y posterior reconstrucción.
Una vez fijadas todas las cantidades, el auto de procesamiento indica que 445.023.613 euros deben ser pagados conjunta y solidariamente por el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, a quien el juez considera cooperador necesario de los atentados, Jamal Zougam, propietario del locutorio de Leganés donde se vendieron las tarjetas y los teléfonos empleados en la matanza y autor material de los hechos, y Abdelmajid Bouchar, también autor material de los hechos. Trashorras debe además responder de los 8.387.451 euros que suman las indemnizaciones y la valoración de los daños del atentado de Leganés.
El juez también establece una indemnización por la droga intervenida a Hamid Ahmidan, primo de Jamal Ahmidan, que debería pagar 2.707.000 euros. En el auto se indica que los procesados tienen 24 horas para hacer efectivas estas cantidades o señalar los bienes que pueden servir para pagarlas.
60 millones del Gobierno
Hasta el momento, el Gobierno ha concedido casi 60 millones de euros en indemnizaciones a víctimas del 11-M. Dos años después de aquellos atentados, queda todavía un 8% de expedientes sin resolver de personas que, por la gravedad de sus lesiones, tienen pendiente de determinar el grado de invalidez. La Oficina de Atención a las Víctimas del Ministerio del Interior había recibido hasta el mes pasado solicitudes de indemnización de 1.638 víctimas y ha resuelto 2.911 expedientes (algunos casos generan más de un expediente), que han supuesto la entrega de 59.490.082 euros.
Entre los expedientes resueltos están los de los 192 fallecidos (incluido el policía muerto en Leganés), a cuyos familiares se les ha concedido 42,7 millones de euros, y 68 expedientes de invalidez o incapacidad permanente, con indemnizaciones de 9,7 millones. Las familias han cobrado, aparte de otras cantidades, los 138.000 euros que prescribe la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo de 1999.
Las familias de los asesinados el 11-M recibieron también una subvención a fondo perdido de 21.869 euros prevista en la Ley de Ayudas de la Comunidad de Madrid. Aparte, el Consorcio de Compensación de Seguros ha pagado por su parte 15,8 millones entre las víctimas con derecho al cobro de todo tipo de pólizas de seguros.
Entre los heridos hubo 791 casos de incapacidad temporal, que han sido indemnizados con casi 2,4 millones de euros, y 1.077 de lesiones permanentes no invalidantes, que han percibido casi cuatro millones de euros. Las cantidades previstas en la ley para los heridos varía en función de los distintos grados de incapacidad, desde los 390.000 euros de la gran invalidez a los 36.000 de la incapacidad permanente parcial.
También en relación con los atentados del 11-M se habían concedido dos años después de la masacre 926 tarjetas de residencia a extranjeros (457 a víctimas y 469 a familiares) y otras 932 autorizaciones de residencia por circunstancias excepcionales.
Los daños en trenes, estaciones y el piso de Leganés ascienden a 22 millones
Las 10 explosiones de la matanza del 11 de marzo de 2004 provocaron daños por valor de 17.623.612 euros, según la tasación recogida en el auto de procesamiento que el juez Juan del Olmo hizo público ayer.
Esta cantidad, recogida por dos peritos judiciales, incluye todos los daños causados en los cuatro puntos donde explotaron las bombas: las vías de Renfe y las estaciones de Santa Eugenia, El Pozo y Atocha, además del trazado ferroviario que transcurre paralelo a la calle de Téllez, justo antes de entrar en la estación madrileña de Atocha.
El escrito del juez considera como perjudicados económicamente por el atentado de los islamistas radicales al Ministerio del Interior, a particulares, a empresas de distribución de servicios, al Ayuntamiento de Madrid y a la compañía Renfe.
Los daños en infraestructuras, instalaciones, automoción y servicios de la empresa ferroviaria pública suponen el grueso de la cantidad calculada, con un perjuicio valorado en 17.311.576 euros.
Los daños materiales de vehículos pagados por el Ministerio del Interior, el Consorcio de Compensación de Seguros, particulares y empresas asciende a 19.195 euros. Otros daños materiales pagados por el ministerio, el Consorcio, particulares y empresas ascienden a 28.888 euros, según figura en el auto de procesamiento.
Los daños a organismos y empresas de distribución de servicios que causó el atentado más grave en la historia de España suponen 135.892 euros de esos 17 millones.
Al ataque perpetrado por los islamistas el 11 de marzo siguió otro el 2 de abril de 2004, que resultó frustrado. Los terroristas intentaron colocar una bomba en las vías del trazado ferroviario de alta velocidad entre Madrid y Sevilla a la altura de Mocejón (Toledo).
El 3 de abril, los terroristas se suicidaron en el piso que ocupaban en Leganés. La explosión causó también múltiples perjuicios económicos. Los islamistas volaron una planta entera de un edificio de viviendas, que hubo de ser demolido, lo que ha provocado unas pérdidas por valor de 4.387.450 euros. El grueso de esa cifra, 3.322.686, corresponden a daños materiales pagados por el Ministerio del Interior, el Consorcio de Compensación de Seguros, particulares y empresas. Los daños materiales en vehículos por aquella explosión apenas ascienden a 12.648 euros. En total, ambos atentados provocaron unos daños materiales valorados por todas las partes afectadas en 22.011.063 euros.
Los terroristas gastaron 54.000 euros en preparar la matanza
El juez Juan del Olmo destaca en su auto de procesamiento por los atentados del 11 de marzo de 2004 "el escaso coste total de la operación". Descontando el precio de las armas y la documentación falsa de las que disponían los autores de la matanza, el juez considera que los gastos generados por la adquisición de los explosivos (entre 31.875 y 45.000 euros, indica el auto), sumado al alquiler de inmuebles y la compra de teléfonos móviles y tarjetas SIM, la operación costó un mínimo de 54.271 euros. En el atentado murieron 191 personas y hubo más de 1.700 heridos.
El juez suma a esta cantidad los 51.795 euros en metálico acumulados por los miembros del comando islamista (25.135 hallados en Leganés, 19.010 en la casa de Hamid Ahmidan y 7.650 en el domicilio de Jamal Zougam), lo que supone una disponibilidad económica inmediata de unos "105.000 euros para financiar el conjunto de la operación".
El juez considera también como parte de la financiación las reservas económicas en forma de droga. Las cantidades de hachís y pastillas de MDMA halladas en el domicilio de los primos de Jamal Ahmidan, El Chino, tienen un valor estimado entre los 1.353.677 y los 1.537.663 euros.
Por 1.250 euros adquirieron las tarjetas SIM y los teléfonos móviles con los que hicieron las bombas. La mayor parte de los recursos para cometer los atentados procedieron de lo que el juez llama "microfinanciación" por medios ilícitos. Básicamente se refiere al tráfico de drogas y a otros delitos.
Alquiler de Chinchón
El alquiler del piso que los terroristas volaron el 3 de abril en Leganés costaba 600 euros al mes. El comando desembolsó 1.800 euros a principios de marzo en concepto de primer mes, fianza y honorarios de la inmobiliaria.
La casucha de Chinchón donde se prepararon los atentados fue alquilada por un año, por un importe de 2.520 euros, abonados por Jamal Ahmidan, que se gastó también casi 3.000 euros en acondicionamiento y obras de la casa. El juez considera que Ahmidan, muerto en Leganés, "tanto por sus relaciones como por su capacidad decisoria y los recursos económicos a su disposición, directa o indirectamente, se perfila como la figura centra en todo lo relativo a la financiación, planificación y ejecución operativa de los atentados".
La cantidad de explosivo que compraron fue de aproximadamente 210 kilos, con 260 detonadores. El ex minero Emilio Suárez Trashorras recibió a cambio un Toyota Corolla robado y entre 25 y 30 kilos de hachís.
Los suicidas de Leganés tenían datos de otros 7 objetivos judíos en ciudades españolas
Los autores de la matanza del 11-M se bautizaron como Ansar Al-Hal y redactaron un himno en el que advierten su disposición a «morir como mártires»
13-04-06 - Nieves Colli / Pablo Muñoz (ABC)
Los terroristas que el 3 de abril de 2004 se suicidaron en el piso de Leganés tenían documentos manuscritos en los que se señalaban hasta 7 posibles objetivos para la comisión de futuros atentados, todos ellos referidos a intereses judíos en distintas localidades españolas. También habían elaborado un plano en el que aparecían marcados varios lugares de Madrid, todos ellos en la zona de Princesa (una calle del centro de la capital): el intercambiador de Moncloa, una hamburguesería perteneciente a una cadena norteamericana y un edificio de oficinas. Las notas manuscritas, a las que hace referencia el auto de procesamiento dictado el martes por el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, se corresponden con las consultas realizadas a través de internet por alguno de los terroristas. Los informes policiales recogidos por el magistrado en su escrito apuntan que pudieron efectuarse por Jamal Ahmidan «El Chino», usuario habitual del ordenador encontrado entre los escombros de Leganés.
El resultado de las consultas fue archivado en un dispositivo USB (memoría extraíble), localizado en el piso, del que se han recuperado hasta 26.233 ficheros creados entre el 8 de agosto de 2003 y el 26 de marzo de 2004. En los últimos días -del 23 al 26 de marzo- se efectuaron numerosos accesos a páginas web cuyas búsquedas, según la Policía, «corresponden a un interés desmesurado por «visitar» y extraer información de centros religiosos y lugares regentados por la comunidad judía establecida en España». Las fechas de esas consultas llevan a los investigadores y al juez a sospechar que los terroristas estaban recopilando información para reanudar los atentados «una vez hubiera expirado la tregua que había decretado la célula islamista» autora del 11-M. El 15 de marzo de 2004, en la web Global Islamic Media Centre -una página habitual de información para islamistas radicales-, apareció un mensaje con el que las Brigadas de Abu Hafs Al Masri ordenaban «la suspensión de todas las operaciones en la tierra de Al-Andalus (España)» como consecuencia de la derrota electoral del Gobierno de Aznar.
Entre los posibles nuevos objetivos figuran la sinagoga Bet-El, en Madrid; la finca de recreo La Masada, en Hoyo de Manzanares (a 35 kilómetros de Madrid), y el centro de estudios Ibn Gabirol (Alcobendas), ambos dependientes de la Comunidad Judía de Madrid (institución fundada en 1917 sobre la que los terroristas buscaron información en internet); la Hospedería de la Sinagoga, en Ávila; la Javura, un pequeño centro religioso judío en Valencia; y la Sinagoga del Tránsito, perteneciente al Museo Sefardí de Toledo.
Los terroristas tenían también anotaciones sobre cómo llegar a la sede de la Agencia Española de Cooperación (que concedió a «Serhane el Tunecino» una beca para que completara sus estudios de doctorado en Económicas) y un croquis en el que habían marcado la calle Princesa, el Metro, el intercambiador de Moncloa, una hamburguesería de la zona y un edificio -que no ha podido ser identificado- en el que se señala «de forma especial» un despacho situado en una esquina.
En Leganés aparecieron también un texto en lengua árabe, probablemente manuscrito por «Serhane el Tunecino», en el que se hace mención expresa al artefacto colocado el 2 de abril en la vía del AVE a la altura de Mocejón (Toledo), así como un escrito mecanografiado de un comunicado en el que los batallones de Ansar Al Qaida (grupo que reinvindicó el 11-M) anuncia la ruptura de la tregua y reprocha a España su presencia en Irak y el envío de tropas a Afganistán.
Sobre la intención de seguir atentando ya advertía el juez Del Olmo en las resoluciones dictadas tras los primeros meses de su investigación y en esa dirección apuntaba también el fax redactado por «El Tunecino» y remitido a la redacción de ABC el 3 de abril.
Meses antes del 11-M, un texto encontrado por un investigador noruego en internet realizaba amenazantes advertencias a España por su apoyo a los EE.UU. en la guerra de Irak. «Creemos que el Gobierno español no soportará más de dos o tres golpes como máximo antes de verse obligado a retirarse por la presión popular». Por eso, aconsejaban atentar en fechas lo más próximas posibles a las elecciones del 14-M.
«No hemos venido a quedarnos»
En la vivienda de «Serhane el Tunecino», situada en el primer piso del número 41 de la calle Francisco Remiro, se encontró un manuscrito en grafía árabe que se ha identificado por los expertos de la Policía como el «himno» de la célula autora del 11-M, que se autodenomina Ansar Al-Lah. En el texto se hace mención expresa a que los miembros de Ansar Al-Lah «hemos venido en grupos», lo que podría referirse a los que formaron los autores materiales de los atentados de Madrid: el grupo de Lavapiés, el de Leganés y el de Serhane.
El himno, que el juez recoge en su auto, menciona «la lucha para exterminar a los tiranos» y el «martirio» como objetivos de los componentes del grupo, y afirma que «no hemos venido a quedarnos. Para conseguir ser mártires hemos venido».
Respecto al nombre que adoptan, la Policía señala que «Ansar» es un término «polivalente» en el mundo islámico. Literalmente significa «los defensores o los protectores», pero históricamente se ha asociado a «la actividad de hospedaje y auxilio a los emigrantes musulmanes», precisamente la actividad que desarrollaban «Serhane el Tunecino», el procesado (por integración en organización terrorista) Mouhannad Almallah y su hermano Moutaz (imputado, preso en Londres, pero no procesado por el juez). La vivienda de Serhane, así como la de los hermanos Almallah (calle Virgen del Coro), fueron utilizadas «para la celebración de reuniones de carácter radical y como lugar de acogida de emigrantes musulmanes».
El último aspecto que llama la atención de los expertos es la coincidencia que existe entre la firma del himno -Ansar Al-Lah- y la denominación del grupo que reivindicó los atentados de los trenes en Madrid -Ansar Al Qaida-. Esta última podría ser resultado de «una mezcla de términos que antes nunca había sido utilizada»: Ansar y Al Qaida.
El himno de la célula
Manuscrito con grafía árabe, el texto fue hallado en el piso de la calle Francisco Remiro, 4, residencia habitual de «Serhane el Tunecino».
«ANSAR AL- LAH»
(Los que apoyan a Dios)
Somos los ANSAR, los ANSAR de Dios.
Estamos yendo a la JIHAD
No hemos venido a quedarnos
Para conseguir ser mártires, hemos venido
Para el camino de la felicidad somos los ANSAR AL-LAH
Somos los ANSAR AL-LAH, hemos venido en grupos
No nos inclinamos ante nadie
Hemos iniciado la lucha para exterminar a los tiranos
Nuestro profeta es nuestro guía y líder
Mi lucha es grande y nuestra religión está en lo más alto.
Aquí estamos los ANSAR, los ANSAR AL-LAH
El 11-M fue preparado por una célula local, se inspiró en Bali y en Al Zarqaui y fue de sencillísima preparación
Ignacio Orovio (La Vanguardia)
Veinticinco meses de especulaciones e incógnitas quedaron ayer cerrados en un documento de 1.471 páginas (1.460 de resumen de las investigaciones y once de índice) en el que, al nivel del gramo y el milímetro, se disecciona cómo se preparó y perpetró el 11-M, cómo funciona hoy Al Qaeda (nada que ver con el célebre 11-S) y de qué ideologías y webs se alimentan aquellos que, una mañana, tomando un té en Madrid, deciden convertirse en sus miembros y mártires. Albañiles, carniceros, economistas o traficantes de droga: todos valen.
BUSH-AZNAR-MADRID. A mediados del 2003, dos fanáticos, uno declarado (Serhane Ben Abdelmajid, el Tunecino)y otro encubierto como traficante de drogas (Jamal Ahmidan, el Chino o Mowgly)confluyen en algún lugar de Madrid, quizás en la mezquita de la M-30, y deciden que es hora de dar un golpe contra España. Destilan odio, pero no se sabe muy bien por qué; el auto del juez no especula. Ambos residen desde años atrás en España, el Tunecino estudia económicas con una beca y el Chino lleva una vida más que occidental: vive y disfruta de las drogas, va de juerga y está casado con una española. ¿Por qué entonces? Se sabe que se nutren, en sus planes, de la doctrina de la resistencia iraquí liderada por Abu Musab Al Zarqaui. Se sabe, por el rastro informático, que Ahmidan visita una web del movimiento Global Islamic Media en la que, en un exhaustivo documento de 42 páginas, salido de una mano bien documentada, se señala a España como el punto débil de la alianza que ha invadido Iraq. Tan débil, que no resistiría "dos o tres" atentados. El Chino y el Tunecino están en marcha.
AVISOS PREVIOS. El documento de Global Islamic Media no es público. Pero sí lo es el mensaje que Ossama Bin Laden lanza en octubre del 2003. Cita a España como un enemigo que atacar. Como recoge el auto del juez Del Olmo, el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI) alerta de este y otros avisos más o menos encubiertos de que algo puede pasar en España. El día de la masacre, el gobierno que tutelaba a aquel CNI siguió insistiendo en que era obra de ETA. De ésta sólo hay dos apuntes, y tangenciales, en el monumental auto judicial. El CNI dio más avisos. El 5 de marzo, apenas seis días antes de la tragedia, emitía una nota de aviso de la "desaparición" del argelino Allekema Lamari - miembro del GIA, condenado en 1997 y liberado por error judicial meses antes-, y a la postre suicida, el 3 de abril, en Leganés. Lamari había jurado no volver a la cárcel y renunció, cuando podía, a huir de España. Los servicios de espionaje se alarmaron mucho cuando perdieron toda pista de este hombre. Otra señal inequívoca, y que cobra renovado sentido con ese documento al que accedió el Chino, es el ataque contra ocho agentes del CNI en Bagdad, siete de los cuales murieron, en noviembre del 2003.
SIN ORDEN EXTERIOR. Los atentados de Madrid fueron preparados de principio a fin por una célula local de radicales. O, mejor dicho, de vecinos de Madrid que se fanatizaron hasta llegar a suicidarse. No consta en las investigaciones ninguna consigna de la cúpula de Al Qaeda. Fuentes de la Comisaría General de Información señalan que el español de origen sirio Mustafa Setmarian (considerado muy cercano a Bin Laden, detenido en Pakistán en otoño y supuestamente entregado a Estados Unidos, que ahora niega tenerlo) es el autor de la doctrina que aboga por la actuación de células locales a las que, tras atentar por su cuenta contra objetivos señalados por la cúpula, se les concede la firma de Al Qaeda. Esta fue la metodología de los atentados de Bali, Madrid y también los de Londres del 2005.
LA SOMBRA DE AMER AZIZI. Quizás la última gran incógnita que pende sobre el 11-M es la intervención de Amer Azizi. Este marroquí, casado con una española, huyó de la operación Dátil desarrollada por el juez Baltasar Garzón en el 2001 contra la célula de Abu Dadah (condenado a 27 años por pertenencia a Al Qaeda, aunque el Supremo está revisando la pena). Ahora se sabe que Azizi estuvo cuatro meses escondido y que huyó disfrazado de mujer con el pasaporte de uno de los ahora procesados, Mouhannad Almallah Dabas. Varios testigos dicen haber reconocido a Azizi en Madrid o su periferia alrededor del 11-M, aunque los testimonios son débiles. En una declaración del sumario, sin embargo, se sostiene que el propio Almallah recibe un correo de Azizi una noche en Madrid. El testigo ignora el contenido.
CERCO INVOLUNTARIO. El auto judicial recoge el cerco policial que, involuntariamente, se tejió en torno a los islamistas radicales del 11-M. Varios de ellos fueron detenidos en los meses previos por infracciones de tráfico, por tráfico de drogas o por otros delitos o faltas. Pero nunca se dio con ellos. De hecho, el Tunecino estuvo bajo seguimiento policial hasta el 8 de marzo. Del Olmo recoge en la cronología en que reconstruye los preparativos conversaciones grabadas por orden de un juzgado de Alcalá de Henares por tráfico de droga. En ellas se sugieren cosas que, a la vista de los hechos, cobran pleno significado.
INSPIRACIÓN EN BALI. La Comisaría General de Información tiene la tesis de que el atentado del 11-M está inspirado en el de Bali. No sólo en el método autónomo de funcionamiento - sin consignas de la cúpula-, sino en la más macabra operativa. A inicios de marzo del 2004, dos hombres entran en la tienda de dos indios en Alcorcón buscando teléfonos móviles de la marca Mitsubishi, modelo Trium. Son los mismos que los utilizados en Bali, donde también se empleó dinamita. Se sospecha que el comando del 11-M obtuvo a través de e-mail o internet las instrucciones y croquis necesarios para montar las bombas. Hasta ahora existía la duda de quién pudo ser el experto que montó los artefactos. Este cuerpo policial cree que los conocimientos de electrónica de algunos de los miembros del comando bastaron para montar las bombas, cuya eficacia (estallaron diez de trece) fue tan inquietante como su sencillez de funcionamiento. "Bastaba con seguir los esquemas y soldar bien", apunta una fuente policial.
CON 40.000 EUROS. Esta sencillez se traslada además a la financiación de la matanza, que se nutrió sobre todo del tráfico de drogas (la dinamita se intercambió básicamente por hachís) y de lo que el juez tilda de microfinanciación, es decir, de pequeñas aportaciones de algunos de sus miembros. De entre ellos destaca el Tunecino, que fue vendiendo cosas y reclamando viejas deudas a amigos para aportar euros a la causa. La policía calcula que el atentado costó 40.000 euros y que la célula disponía de 52.000 más para seguir actuando.
DAÑOS MILLONARIOS. El atentado, preparado con tan poco dinero, causó unos daños descomunales. En total, 445.023.613 euros por los atentados y 8.387.451 por los daños en Leganés. Las indemnizaciones que recibirán las familias de las víctimas del 11-M ascienden a 76.400.000 euros, 400.000 euros por cada fallecido. Entre ellos, el GEO que murió en el suicidio con explosivos de siete responsables de los atentados, Francisco Javier Torronteras. Cada herido recibirá unos 200.000 euros. Del Olmo cuantifica los daños materiales de los atentados de Madrid en 22.011.063 euros. La mayor parte de ellos, por los destrozos en las vías.
DE IRAQ A IRAQ. El auto judicial sugiere que algunos de los implicados en el 11-M han tenido un papel en la red de envío dehombres a Iraq. Almallah Dabas, usuario habitual de nueve teléfonos - entre fijos y móviles- tenía dos pisos y locales en Madrid en los que han aparecido más de veinte colchones. Se supone que en esos inmuebles residían hombres en tránsito hacia otros países de Europa y, en último término, Iraq. Uno de los que hicieron este viaje es Mohamed Afalah, que tras huir de Leganés el 3 de abril, cuando sus compañeros de comando estaban rodeados por la policía, pasó por Barcelona y se refugió en Bélgica. Al parecer, gracias a las gestiones de Hasan El Haski y Yusef Belhadj, presuntos líderes del Grupo Islámico Combatiente Marroquí. Se cree que Afalah cometió un atentado suicida en Iraq en mayo del 2005, según se desprende de algunas llamadas telefónicas a su padre.
¿NUEVE AUTORES? El auto judicial no concreta cuántos hombres pudieron perpetrar la matanza, aunque fuentes de la lucha antiterrorista sostienen que fueron nueve. La cifra no está elegida al azar, obviamente, ni en función de los siete suicidas. La cifra se basa en que las cuatro bombas colocadas en el primer tren que parte de Alcalá de Henares, que es el primero en llegar a Atocha, fueron depositadas en las plataformas de acceso a los trenes, como si alguien las hubiera dejado y hubiera vuelto al andén. Las otras nueve están en partes más ocultas de los trenes. Fuentes de la investigación sospechan que fueron nueve, aunque no se atreven a dar nueve nombres. Sí creen, sin embargo, que los autores materiales deberían haber dejado algún resto de ADN, sea en los dos coches en los que viajan hasta Alcalá, sea en las ropas que varios de ellos abandonaron tras bajar del tren. Dos viajeros dicen haber reconocido "sin dudas" a Allekema Lamari y al marroquí Jamal Zougam, primer detenido de la causa y del que no constan huellas ni restos en ninguno de los escenarios del 11-M.
TELÉFONOS Y CORREOS ELECTRÓNICOS. Fundamental en la investigación son los teléfonos móviles y los rastreos de e-mails. De los primeros constan los cruces de llamadas y algunas grabaciones. Las fuerzas antiterroristas han analizado más de 50.000 de ellas. Es más, se sabe que los siete suicidas de Leganés hicieron, desde el momento en que se vieron rodeados y hasta que hicieron saltar por los aires la dinamita que tenían, unas treinta llamadas de teléfono. Se desconoce el destino de algunas de ellas, pero de otras se sabe hasta el contenido. El hermano de Abdennabi Kunjaa, uno de los suicidas, contó que éste lo llamó para despedirse. Él trató de pararle los pies, pero era tarde. En la explosión se llevaron por delante la vida del agente especial Francisco Javier Torronteras.
La investigación descarta a ETA y desmonta la conspiración de la mochila de Vallecas
Juan Carlos Merino (La Vanguardia)
El auto de procesamiento del 11-M descarta cualquier vinculación de ETA con la masacre y otorga "nula consistencia" a la declaración de un testigo en este sentido. El juez también desmonta la presunta conspiración de la conocida como mochila de Vallecas que, según el instructor, en todo momento estuvo bien custodiada.
En los 1.471 folios del auto de procesamiento notificado ayer por el instructor del 11-M, Juan del Olmo, no hay ninguna referencia a ETA que despierte sospechas, ni siquiera como mero indicio, sobre una hipotética implicación o conexión de la banda terrorista con la masacre. Este extremo ya lo había adelantado la fiscal del caso, Olga Sánchez, hace tiempo. Incluso se reclamó desde la Audiencia Nacional a la Policía en distintas ocasiones que buscara alguna conexión. La respuesta siempre fue contundente: nada.
A lo largo de estos dos años largos de investigación judicial, en contadas ocasiones ha salido a relucir la banda armada en el juzgado de Del Olmo. Y en ningún caso de manera significativa. Por ejemplo, según el auto, el juez dio "nula consistencia" a la declaración de un testigo protegido que relató que un ex socio de Suárez Trashorras habría entregado explosivos a un guardia civil que a su vez los habría facilitado a ETA.
También cuando se halló la furgoneta Kangoo en Alcalá, un agente de policía especialista en ETA advirtió de que "no se daban los elementos exteriores identificativos respecto de la materia de la que es especialista", como tener las matrículas dobladas. Otras alusiones a ETA en el escrito del juez hacen referencia a los explosivos del 11-M, pero sin conectarlos. Una de ellas es esta: "Aunque el teléfono móvil no es el más común de los sistemas de activación en los artefactos explosivos, su uso, para determinadas acciones, sí se ha extendido a muchos grupos terroristas, entre otros ETA, IRA y fundamentalistas islámicos". Más adelante, explica: "El 4 de marzo del 2002, ETA utiliza la técnica del chaleco para introducir un artefacto explosivo en el edificio de la Bolsa de Bilbao. El artefacto fue desactivado por efectivos de la Ertzaintza. No se pueden establecer similitudes fehacientes con los anteriores".
Además de descartar a ETA, el juez desmonta también una de las supuestas tramas conspirativas del 11-M que habrían desvelado informaciones periodísticas y que finalmente fueron alentadas por el PP. "La cadena de custodia de evidencias la considera este instructor no sólo aclarada y precisada, sino preservada", concluye Del Olmo respecto a la polémica bolsa que contenía una de las bombas destinada a perpetrar la masacre. Dicha bolsa fue la protagonista de varios errores y algunas declaraciones "bastante imprecisas y contradictorias", que dispararon dichas sospechas sobre su aparición en escena. Aclarados todos los extremos, la presunta conspiración desaparece. El auto aborda minuciosamente este asunto para no dejar resquicio a la duda.
Esta mochila - en realidad una bolsa de deportes- apareció en uno de los vagones del tren siniestrado en la estación de El Pozo. Un inspector jefe de policía fue encargado de que todos los efectos que se sacaran de los vagones fueran trasladados a la comisaría de Puente de Vallecas. Pero otra orden - en este caso de la sala del 061- dirigió por error la bolsa, junto a otros efectos, al pabellón número seis del Ifema. Posteriormente, descubierto el error, la bolsa y el resto de objetos fueron llevados a Vallecas. Allí se descubrió el artefacto explosivo - luego desactivado en el parque Azorín- que fue fundamental para dirigir las pesquisas iniciales de la investigación.
La citada tesis de la conspiración sostenía que dicha bolsa no apareció en El Pozo, y que durante los traslados de los efectos del tren siniestrado alguien habría conseguido introducirlo para encaminar la investigación hacia el terrorismo islamista y desviarlo de una supuesta pista etarra. "Si los efectos fueron recogidos bajo control y supervisión policial en la estación de El Pozo, se introdujeron, bajo esa misma supervisión, en bolsones que fueron cerrados, y dichos bolsones se trasladaron en todo momento por efectivos policiales uniformados a recintos bajo control policial, la custodia policial en todo momento garantizó con idéntica calidad de origen (custodia policial) esos bolsones", concluye el auto.
De la minuciosidad de la investigación da cuenta que se haya determinado hasta cómo se pudo realizar el orificio en el teléfono móvil de la bomba desactivada: con una broca intervenida en la casa de Jamal Ahmidan, el Chino.
La reconstrucción judicial acredita que la célula islamista preparó el 11-M desde agosto de 2003
3-04-06 - Jorge A. Rodríguez (EL PAÍS)
Abi Hajer Abdul Aziz se lo había advertido. "Lo más peligroso y lo que mata a las formaciones y las destruye son las comunicaciones". El aviso figura en el manual del terrorista islamista en Occidente que Jamal Ahmidan, El Chino, se había bajado de Internet el 5 de noviembre de 2003. Para entonces, el atentado del 11-M estaba en fase de preparación y los teléfonos móviles eran pieza clave. Los datos de las miles de llamadas cruzadas entre el comando, sus colaboradores y la trama de Asturias, detalladas en el auto de procesamiento del juez Juan del Olmo, permiten reconstruir la fragua de lo que, el 11 de marzo de 2004, fue el mayor atentado de la historia de España.
El primer contacto data del 11 de julio 2003, cuando José Emilio Suárez Trashorras, Antonio Toro Castro (traficantes de drogas) y su hermana Carmen acudieron a un centro comercial de Las Rozas (Madrid) para reunirse con Rafa Zouhier, el nexo de unión entre asturianos e islamistas. Zouhier debió pedirles una muestra del material, que Trashorras y Toro le entregaron, el 31 de agosto, en Villanueva del Pardillo. Era un detonador.
Zouhier se lo mostró a El Chino e incluso hizo una prueba con el detonador, el 5 de octubre de 2003, que casi le cuesta la mano izquierda. En esos días ya había una relación comercial entre Trashorras y El Chino, quien suministraba al primero hachís. Ésa es la razón por la que Trashorras y la que en breve sería su esposa acudieron el 28 de octubre a la fiesta por el nacimiento del hijo de Nordin Abdeselam. De paso se reunieron con Zouhier, El Chino y Rachid Aglif en el McDonald's de Carabanchel para hablar del intercambio de hachís por explosivos.
Trashorras y El Chino se cruzan decenas de llamadas, que generalmente son seguidas de contactos entre Trashorras y Raúl González, que trabajaba en la mina Conchita. Los viajes a Madrid de Trashorras se hacen más frecuentes, pero en algunos de ellos va sin Carmen Toro, que había empezado a trabajar como vigilante en El Corte Inglés de Avilés. El Chino, por su lado, se estaba dedicando a cobrar deudas pendientes. A unos de sus deudores, Larbi Raichi, residente en Bilbao, le pegó un tiro en la rodilla, el 30 de diciembre. "Si no me pagas, te mato", le espetó.
El 5 de enero de 2004, Sergio Álvarez llevó a Madrid una bolsa con 40 kilos de dinamita, que le entrego a El Chino en la parada de taxis de la estación de autobuses de Méndez Álvaro. El explosivo fue robado por Trashorras y Javier González Díaz, el Dinamita, en la mina Conchita. El 9 de enero hubo otro viaje con dinamita a Madrid, pero el correo fue entonces Antonio Iván Reis, al que El Chino le robó la cartera y el móvil.
Jamal Ahmidan está en permanente contacto con su grupo y con el ex minero. Los islamistas quieren más explosivos. El 23 de enero llegan a la mina 300 kilos de Goma 2 ECO, con la numeración de los cartuchos hallada luego en el piso de los suicidas de Leganés. Cinco días después, El Chino alquila la casucha de Chinchón, guarida de los terroristas.
Los preparativos se aceleran. Iván Granados y el menor Gabriel M. V. hacen dos viajes más en autobús a Madrid para intercambiar explosivos por hachís. Ahmidan y Trashorras hablan a diario por teléfono. Vuelven a verse en Madrid el 6 de febrero, mientras a la mina llega otra partida de 300 kilos de Goma 2, parte de cuyos envoltorios también llegaron a Leganés.
El 13 de febrero, Carmen Toro se toma vacaciones para casarse, al día siguiente, con José Emilio. Van de viaje de novios a Tenerife el 19 de febrero, pero ni de luna de miel se suspenden los contactos de Trashorras con El Chino. El 25 de febrero, Jamal Zougam compra 30 tarjetas telefónicas prepago en la tienda Sindhu Enterprise, una de las cuales fue hallada en la única bomba desactivada tras el 11-M.
Los recién casados aterrizan el 26 de febrero en Madrid, donde El Chino los recoge y se los lleva a la casucha de Chinchón. El comando está en plena actividad, llamándose por teléfono sin parar y, al día siguiente, se produce el robo de la Renault Kangoo hallada junto a la estación de Alcalá de Henares. Jamal Ahmidan prepara su viaje a Avilés, con Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha.
El día 28 están ya en Avilés, en cuyo Carrefour compran tres mochilas Teide para meter el explosivo que robarían esa noche con Trashorras y el menor. El robo se produce entre las 0.10 y las 6.18 del 29 de febrero. Con el coche cargado de dinamita, tras varios incidentes y trasiegos, los terroristas se van a Cantabria y enfilan hacia Burgos, a las 15.22. Jamal llama a Otman el Ghanoui (la grabación está incluida en una investigación de un juzgado de Alcalá de Henares) para que vaya a su encuentro en la carretera de Burgos.
Otman: "Ahora mismo nos faltan 15 kilómetros para Burgos".
Jamal: "Espéranos en cualquier gasolinera de la salida".
El grupo llega a Chinchón, tras un incidente con la Guardia Civil de Tráfico en Burgos, a las 19.30 del 29 de febrero. Diez minutos después, se activan en la casucha varias de las tarjetas utilizadas por los terroristas. El 1 de marzo, El Chino llama a Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino, investigado por la Udyco de Madrid. Desde entonces, ambos están en permanente contacto, pero El Tunecino usa las cabinas cercanas a su casa.
El 3 de marzo, un individuo acude a la tienda Bazar Top, de Pinto, a comprar siete teléfonos Mitsubishi Trium T-110, como el hallado en la mochila bomba desactivada. Un día después, Abdennabi Kounja alquila una casa en Albolote (Granada), desde donde, se sospecha, pretendían continuar su campaña criminal. El día en que todo parece estar listo es el 7 de marzo. El comando se cruza 32 llamadas. Al día siguiente, el comando, gracias a Mohamed Belhadj, alquila el piso de Leganés. Además, vuelven a comprar un teléfono T-110 y una cinta de vídeo.
El 11 de marzo, entre las 7.36 y las 7.40, diez bombas estallan en cuatro trenes de Madrid. Nadie sabe quién ha sido. Pero los terroristas se encargaron, con dos vídeos y un comunicado escrito, de decir fuimos nosotros y habrá más.
Quiénes, cómo y por qué
12-04-06 - Luis Sanchís (El Periódico)
El juez Juan del Olmo deduce en su auto de procesamiento que la masacre de Madrid fue inspirada por Al Qaeda y ejecutada por una célula local --siete de cuyos miembros se suicidaron en Leganés-- con la complicidad de nueve españoles vinculados a la pequeña delincuencia, la llamada trama asturiana. Sin elaborar un relato pormenorizado de los hechos, el juez compila multitud informes policiales para apuntar quiénes y por qué idearon un atentado, el peor de la historia de España, y cómo se cometió.
LOS IDEÓLOGOS: "Al Qaeda lo inspiró", pero lo ejecutó una célula local
Aunque Osama bin Laden no dio la orden, el juez Del Olmo considera que fue el "inspirador" de los ataques de Madrid. El número dos de Al Qaeda, Al Zawahiri, asumió los atentados para su organización en un vídeo enviado a la cadena Al Yazira. El 11-M cambió de esta forma el funcionamiento de la red islamista: el atentado fue realizado por una célula local que no recibió ningún mandato del saudí, sino que lo ejecutó de forma independiente. El magistrado habla de "dos grandes redes" conectadas por "el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), máximo referente del Movimiento Salafista Yihadista en nuestro país". Según el auto, el enemigo es "esa ideología fanática que propone una guerra global contra todos los supuestos enemigos del islam".
A partir de los informes de la investigación, se concluye que los autores intelectuales y planificadores de la matanza fueron Jamal Ahmidan, El Chino , y Serhane ben Abdelmaji, El Tunecino . Define el papel del primero como "el que determina a todo el grupo, sobre el que ejerce un liderazgo férreo" y al segundo lo considera "la cabeza pensante en el plano ideológico". Otros dos de los terroristas considerados como cerebros del grupo según informes de inteligencia que cita el juez son Allekema Lamari --muerto en Leganés-- y Rabei Osman, El Egipcio --encarcelado en Italia--. Según esos informes, Lamari era "el líder espiritual" de la célula, mientras que El Egipcio habló en estos términos del atentado: "Fue todo una idea mía, mi proyecto. Me llevó dos años y medio".
La vinculación con la participación española en la invasión de Irak ha quedado clara. El Chino y El Tunecino consultaron y estudiaron a partir de septiembre del 2003 un documento titulado Yihad iraquí, esperanzas y peligros , que estaba colgado en la web radical Global Islamic Media. En él, una especie de "comité de sabios" de Al Qaeda sugería el mejor momento para forzar la retirada de las tropas españolas de Irak: las elecciones generales. El documento, atribuido al coordinador ideológico de Al Qaeda, Yusuf al Ayiri, conminaba a hacer "el máximo uso de las próximas elecciones generales de marzo del año que viene". En esa fecha se cumplían además dos años y medio de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.
El texto rezaba así: "El Gobierno español no podrá tolerar más de dos, máximo tres ataques, después de lo cual se tendrá que retirar como resultado de la presión popular. Si las tropas permanecieran entonces en Irak, la victoria del partido socialista estaría casi asegurada, el cual incluiría en su programa electoral la retirada de las fuerzas españolas".
LOS PARTÍCIPES: Una célula integrada por 12 terroristas
Las huellas dactilares y los restos de ADN encontrados en los diversos escenarios relacionados con la matanza prueban la participación directa de, al menos, una docena de terroristas. El juez advierte en el auto de procesamiento de que el límite de la imputación previa "excluye cualquier pronunciamiento respecto a los siete suicidados en Leganés", aunque los considera "factor personal determinante en la secuencia que llevó a los atentados". Los siete que se suicidaron el 3 de abril del 2004 en el piso de Leganés fueron: El tunecino , El Chino , Allekema Lamari, Abdennabid Kunjaab, Rachid Aulad, Mohamed Aulad y Asri Rifat.
De los 29 procesados finalmente, Del Olmo señala a dos de ellos como responsables directos de 191 asesinatos y 1.755 en grado de tentativa: Jamal Zougam y Abdelmajid Bouchar. Los otros tres que conspiraron con ellos para cometer los delitos son: Rabei Osman, Youssef Belhadj y Hassan el Haski.
El marroquí Zougam fue detenido dos días después del atentado. Regentaba un locutorio telefónico en el barrio de Lavapiés donde se vendió la tarjeta SIM del teléfono móvil encontrado en la bolsa bomba que no estalló y que se desactivó en la comisaría de Vallecas. En el auto, consta que tres testigos lo identificaron "sin ningún género de dudas" en dos de los trenes de la muerte, los que explotaron en El Pozo y en Santa Eugenia. Uno de los testigos le reconoció "como la persona que introduce debajo del asiento una bolsa de deportes azul oscuro".
Bouchar, conocido como El Gamo , es también marroquí. Fue detenido el 23 de julio del 2005 en Serbia y extraditado a España dos meses después. Se encontraba en el piso de Leganés y, al bajar la basura y darse cuenta del cerco policial, avisó a sus cómplices y huyó. Es uno de los pocos presuntos autores materiales que no se inmoló.
Los nueve españoles procesados son los que integran la llamada "trama asturiana" de suministro de explosivos y el principal es el exminero y traficante de drogas Emilio Suárez Trashorras. Es el procesado al que más delitos se le imputan, un total de once. El juez le considera "cooperador necesario" tanto en los 191 asesinatos como en los de grado de tentativa, así como en la muerte del geo de Leganés y de los siete que se suicidaron. El juez subraya que el exminero vendió los explosivos a El Chino aun "conociendo su radicalismo" y que comentó después del 11-M: "Menuda la que ha armado Mowgly"., en alusión a El Chino .
LOS PREPARATIVOS: Móviles apagados pero programados para matar
A finales de febrero del 2004, los terroristas sólo disponían de 60 kilos de Goma-2 que transportaron desde Asturias en dos viajes de autobús. Lo habían conseguido a través de intermediarios contratados por Suárez Trashorras y su cuñado, Antonio Toro. El resto --hasta un máximo de 312 kilos-- fue robado en dos minas asturianas. El 3 de marzo compraron 10 teléfonos móviles marca Trium T-110 y tarjetas prepago de la compañía Amena que, junto a los explosivos y detonadores, les permitiría montar 13 bolsas-bomba en una finca en Morata de Tajuña. Tres de ellas --una fue la que se encontró en la estación de El Pozo-- no explotaron. El sistema consistía en programar la alarma del móvil a las 7.40 de la mañana. La energía de sus baterías fluyó a través de los cables conectados a los detonadores, lo que cerró los circuitos y produjo las explosiones. Los escondieron en bolsas de diferentes tamaños y el 10 de marzo sólo tuvieron que activar las tarjetas SIM, programar las alarmas y apagar los teléfonos para no agotar las baterías ni recibir llamadas que provocaran la detonación.
LA EJECUCIÓN: Diez bombas casi simultáneamente
Los informes policiales indican que los terroristas viajaron de Morata de Tajuña a Alcalá de Henares en varios vehículos. Entre ellos, una furgoneta Renault Kangoo y un Skoda Fabia, que dejaron cerca de la estación. El portero de un edificio cercano se fijó en tres de ellos porque llevaban el rostro medio tapado por bufandas y gorros pese a que hacía calor.
En el tren que salió de Alcalá a las 7.00 viajaban cuatro bolsas bomba puestas por los terroristas: una falló y las otras tres explotaron en la estación de Atocha. Otro tren salió a las 7.05 con cuatro bombas más que explotaron frente a la calle Téllez. El tercer tren, que cubría el trayecto Guadalajara-Alcobendas y que explotó en la estación de El Pozo a las 7.38 también llevaba cuatro, pero fallaron dos. El último tren sólo llevaba una y explotó en la parada de Santa Eugenia a la misma hora, las 7.38. Se cree que los terroristas fueron bajando en diversas estaciones.
Una tarjeta de móvil encontrada en una mochila en El Pozo la noche del 11-M fue la pista que llevó a la policía hacia la tesis islamista y permitió las primeras detenciones. Una vez desactivada la bomba, que había pasado por el Ifema y por la comisaría de Vallecas, se encontraron varias huellas dactilares. Esto permitió a la policía saber de la existencia del piso de Leganés, en la calle Carmen Martín Gaite, número 40.
El 2 de abril, la Guardia Civil neutralizó además un artefacto explosivo que los terroristas colocaron entre las 7 y las 10 de la mañana en las vías del AVE Madrid-Sevilla en Mocejón (Toledo). Al día siguiente, la policía ya había localizado el piso en el que se escondían los terroristas.
Los agentes rodearon el edificio para asaltarlo, pero cuando los terroristas se dieron cuenta dispararon y se entabló un tiroteo de casi dos horas. Los islamistas decidieron morir matando y amenazaron con volar el piso. La policía desalojó la zona y los geos se apostaron frente a la puerta pero los terroristas hicieron estallar sus explosivos a las 20.57. Su intención, según el juez, fue "matar a los policías que fuesen a practicar su detención, por eso esperaron hasta el último momento para activar el artefacto". La onda expansiva mató a un agente e hirió a otros 11.
LAS PISTAS: La furgoneta, la mochila y la cinta de vídeo
Desde pocas horas después de la masacre, la policía fue encontrando pistas que resultaron fundamentales en la investigación. Una de ellas fue la furgoneta Kangoo que los terroristas usaron para llegar a Alcalá y que aparcaron cerca de la estación de cercanías. La policía la detectó el mismo 11 de marzo y con ese hallazgo los investigadores empezaron a considerar. Además de cintas con versículos en árabe, había una bolsa con detonadores y unas huellas que permitieron identificar al considerado como uno de los autores materiales, Jamal Zougam.
La mochila bomba que no explotó en la estación de El Pozo también permitió avanzar por su contenido, aunque se convirtió en objeto de polémica y en presunto agujero negro del caso para medios como El Mundo , que hablaron de falta de control de las pruebas. Uno de los policías que vigilaron los objetos recogidos sembró las dudas al contar que no reconocía la mochila que le mostró el juez. El entuerto se aclaró cuando la Audiencia Nacional reconoció que se le había mostrado la bolsa equivocada.
El 13 de marzo, un miembro de Al Qaeda reivindicaba el atentado en un vídeo y lo achacaba a la participación de España en Irak. Una llamada anónima a la cadena Telemadrid explicó que la cinta estaba en una papelera cerca de la mezquita de la M-30.
Un documento consultado por los suicidas de Leganés analiza la separación entre Aznar y la postura del pueblo español respecto a la guerra de Iraq
11-04-06 - EFE
Los autores de los atentados del 11-M recibían información y claves para acceder a documentos a través de Internet de una organización denominada Global Islamic Media, autora de un texto que en 2003 animaba a los muyahidines a actuar contra España y recomendaba aprovechar la proximidad de las elecciones.
Así figura en el auto de procesamiento por los atentados del 11-M, que incluye un informe de la Unidad Central de Inteligencia de la Comisaría General de Información de la Policía sobre los efectos informáticos hallados, entre otros lugares, en los restos del piso de Leganés en el que se suicidaron siete terroristas.
Los investigadores encontraron menciones a 'Abu Banan' y 'Global Islamic Media' que distribuían información reservada a través de una lista de correos -con más de trescientos destinatarios- de la que se podían obtener enlaces a páginas que permanecían activas pocas horas y que luego eran canceladas.
El auto refleja que las pesquisas han determinado que en 2003 circularon por esa vía al menos dos documentos relacionados con España, el primero de ellos denominado 'El Irak del Yihad; Esperanzas y riesgos' en el que se sitúa a España como el aliado europeo de Estados Unidos 'más destacado y fuerte después de Reino Unido' y de manera similar a Italia 'con su retrasado primer ministro, Silvio Berlusconi'.
El texto, preparado por 'el órgano de información de ayuda al pueblo iraquí', anima a los muyahidines a propinar 'golpes dolorosos' a las tropas españolas en Irak y considera que el Ejecutivo español 'no soportará más de dos o tres golpes' antes de ordenar la retirada de los soldados 'por la presión popular'.
'Si sus tropas permanecen tras estos golpes, la victoria del Partido Socialista estará prácticamente garantizada y la retirada de las tropas españolas estará en la lista de su proyecto electoral', señala el documento.
El texto hace un pormenorizado análisis de la situación política en España y destaca que, respecto a la guerra de Irak, 'la postura de Aznar no expresa nunca la del pueblo español', tras hacerse eco de las manifestaciones y protestas ciudadanas contra la guerra de Irak y citar la 'extraña mendicidad por parte de Aznar y su intenso deseo de entrar en la Historia de la mano de América'.
Pese a ello, las tropas españolas permanecen en Irak y el PP en el Gobierno debido a lo que el documento considera como cierta inmadurez democrática del pueblo español a la hora de 'pedir cuentas' a sus gobernantes, el 'fanatismo' de los votantes de derechas, 'la fuerza del Opus Dei en el PP' y la 'debilidad' de la oposición de izquierdas en España.
Tras citar expresamente a PSOE e IU, el texto asegura que los socialistas padecen 'un grave problema de liderazgo' e 'incluso parece que está sufriendo una fragmentación'.
12/4/06
Análisis del auto de procesamiento del 11-M
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