9/10/07

La policía advirtió al Gobierno el 12-M de la autoría islamista pero este confió en que la investigación se alargase hasta las elecciones

"Que son moros, que os equivocáis" (Reportaje de Interviú con fragmentos del libro Una historia del 11-M que no va a gustar a nadie de Manuel Marlasca y Luis Rendueles)

08-10-07 - Interviú - www.marlascarendueles.com

Ya sabíamos que ETA no estaba detrás de los atentados. Esa manera de actuar, comprando lotes de tarjetas, activándolas a la vez... No era la marca de ETA. Lo descartamos por completo, aun sin tener un solo nombre”, recuerda un responsable de las investigaciones del 11-M.

La tarde del 12 de marzo, el comisario de la UCIE, Mariano Rayón, mandó a sus hombres a la Brigada Regional de Información para que se hiciesen cargo de las diligencias. Los policías especialistas en ETA eran sustituidos por especialistas en Bin Laden dos días antes de las elecciones generales. La cinta coránica hallada en la Kangoo y la reivindicación llegada hasta Londres eran datos suficientes para que la policía ya pensase en que el 11-M era obra del terrorismo islamista. Un policía antiterrorista con estrechos lazos con el PP –tras perder las elecciones fue depurado de Interior– recuerda lo que ocurrió en aquellas horas: “El ministro Acebes fue cuatro veces en 48 horas a La Moncloa para recibir instrucciones. Allí estaban los fontaneros políticos, como Carlos Aragonés y Timmermans. Y de allí venía con lo que tenía que decir. Recuerdo que le dije a Agustín Díaz de Mera –entonces director de la policía y hoy eurodiputado del PP–: «Que son moros, Agustín, que os equivocáis». Y él me contestó: «Seguid trabajando, no os preocupéis de esto, seguid con lo vuestro»”. Los dirigentes del PP trataban de separar el tiempo electoral del tiempo de la investigación policial. La confusión les beneficiaría si llegaban hasta el 14-M con el atentado en una nebulosa, pero la policía, sus policías, iban más rápido de lo que pensaban. (...)

A la una de la tarde del 13-M, De la Morena acudió al Ministerio del Interior. Allí le esperaban el ministro Acebes y el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa. El comisario general anunció a sus jefes políticos que iban a detener a dos comerciantes indios y a un conocido integrista en relación con el teléfono y la tarjeta hallados en la bomba que no estalló. Le pidió al ministro que en sus próximas comparecencias no hablase de las detenciones. Aquella reunión cerró para siempre la puerta a una posible autoría de ETA. “¡Qué más hubiésemos querido muchos de nosotros que ETA estuviese implicada!, pero ya no había ninguna posibilidad. Pasamos mucho rato buscando una txapela en los trenes, pero todo apuntaba a los musulmanes”, recuerda un comisario, hombre de confianza del Ejecutivo de Acebes y artífice de las investigaciones. Mientras la policía hacía su trabajo, los políticos hacían el suyo. Al día siguiente los españoles estaban convocados a las urnas. A las dos de la tarde, el dirigente socialista, hoy ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, compareció ante la prensa para leer un comunicado: “Los ciudadanos reclamaban ayer información sobre la barbarie cometida en Madrid. Reclamaban información, pedían seguridad, necesitaban confianza y se la tenemos que dar”. Rubalcaba hacía referencia a las voces que en la manifestación del día anterior repetían sin cesar el “¿Quién ha sido?”, un eslogan que esos días hizo fortuna.

Media hora después, un ya titubeante Acebes siguió la línea ya increíble marcada por sus superiores: “A ningún español le puede extrañar que la prioridad sea la banda terrorista que lleva treinta años atentando en España. Es la línea prioritaria, es lo que dice el sentido común y la lógica y es la prioridad de nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad. Que sea Al Qaeda no me lo ha dicho ningún responsable de las fuerzas de seguridad, que en estos momentos tengan una línea preferente respecto a Al Qaeda”. El colaborador del ministro recuerda que “si- guió insistiendo en ETA porque no hubo la capacidad, la lucidez, la orden de girar, atreverse a cambiar, ponerse colorados y decir: fue Al Qaeda. Recuerdo que pensamos entonces: el ministro se está quemando a lo bonzo”. El policía antiterrorista que escuchaba a Acebes seguía sin creérselo: “Estaba claro que nosotros llevábamos el tiempo policial, pero el tiempo político no lo manejaba el ministro. Lo manejaban asesores electorales”. (...) Ese 13 de marzo, la cadena SER repitió en todos sus boletines informativos que entre los restos encontrados en los trenes se había hallado lo que quedaba de un terrorista suicida, lo que apuntaría directamente hacia el fundamentalismo islámico como autor de los atentados. “Gente de la oficina de prensa lo desmintió varias veces a la SER, pero aun así lo escuché en antena. Hablaban de una médula, pero esa médula pertenecía para colmo a un familiar de un funcionario del ministerio que murió en los atentados”, recuerda un miembro del gabinete de Acebes. “Los manipuladores del PSOE fueron mucho más inteligentes y más sutiles que los manipuladores del PP”, resume cuando se le pide una valoración política de lo sucedido entre el 12 y el 14 de marzo de 2004. (...)

A las ocho y diez de la tarde, Ángel Acebes volvió a comparecer ante la prensa. “Cuando teníamos lista una comparecencia con los datos de la investigación, llegaban nuevas pistas, nos arrasaban y nos hacían rectificar y preparar una nueva comparecencia”, recuerda un miembro del equipo de Acebes. El tiempo de la policía iba demasiado rápido para el tiempo electoral diseñado en Moncloa. El ministro anunció las detenciones de los tres marroquíes –Zougam, Bakkali y Chaoui– y dijo por primera vez que se había abierto una nueva línea de investigación, la del terrorismo islamista.

Tres horas y media después, mientras Telemadrid emitía por sorpresa la película Asesinato en febrero, sobre el crimen etarra del diputado vasco Fernando Buesa, Acebes anunció que se había hallado una cinta en la que Al Qaeda reivindicaba los atentados. No pronunció la palabra ETA. “La madrugada del 13 al 14 nos despedimos sabiendo que habíamos perdido las elecciones”, recuerda un asesor de Interior. El policía antiterrorista y defensor del PP lo recuerda: “Siempre hemos hablado de que si no hay mochila, la famosa mochila, y no encontramos a Zougam, el PP gana las elecciones. Y yo no hubiese perdido mi puesto de trabajo”. No se refiere a conspiraciones extrañas. Él fue uno de los artífices de la investigación. Y lo que fue descubriendo desmontó las historias que vendían esos días sus amigos políticos. Cuando el ministro Alonso tomó posesión en Interior, un viejo comisario que tuvo una activa participación en las pesquisas del 11 al 14-M no pudo reprimirse y se acercó para susurrarle:
—Enhorabuena, ministro. No olvide que si no es por nosotros, usted no estaría aquí.

Meses después, ese comisario fue cesado de su puesto.

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