27/12/09

11-M: la conexión Al Qaeda (Fernando Reinares)

Había una estrecha relación entre quienes desempeñaron papeles fundamentales en la red terrorista que perpetró los atentados de Madrid y el mando de operaciones externas de Al Qaeda en Waziristán del Norte

17-12-09 - Fernando Reinares (EL PAÍS)

La pista que definitivamente relaciona los atentados del 11-M con el directorio de Al Qaeda apareció hace cuatro años, aunque es aquí y ahora cuando se publica por primera vez. Fue en un remoto lugar situado al noroeste de Pakistán, próximo a la frontera con Afganistán. Durante la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2005, un misil impactó contra una edificación situada en una pequeña localidad cercana a Miran Shah, capital de Waziristán del Norte. Ésta es una de las siete agencias que forman las llamadas Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA, en sus siglas en inglés), donde los principales dirigentes de Al Qaeda y gran parte de sus miembros se establecieron entre finales de 2001 e inicios de 2002, tras perder el santuario afgano del cual habían disfrutado desde 1996 hasta la intervención militar estadounidense semanas después del 11-S.

El misil al que me refiero había sido lanzado desde uno de esos vehículos aéreos sin piloto que la CIA estadounidense utiliza desde hace algunos años para abatir líderes de Al Qaeda cuya presencia se detecta en la franja que discurre a lo largo de la frontera entre Afganistán y Pakistán. Waziristán del Norte es, por otra parte, la demarcación donde, hacia fines de 2004 y comienzos de 2005, Al Qaeda tuvo que reubicar buena parte de sus integrantes y de sus instalaciones para el entrenamiento de terroristas. Lo hizo huyendo de la incursión que el ejército paquistaní llevó a cabo en el contiguo Waziristán del Sur entre la primavera y el otoño de 2004. En su nuevo asentamiento de Waziristán del Norte, Al Qaeda se ha venido beneficiando de la protección concedida por sectores talibanizados de las tribus pastunes autóctonas, en este caso de los Utmanzai Wazir y Dawr.

Como consecuencia del mencionado ataque perdieron la vida cinco individuos. Uno de ellos era Hamza Rabia, entonces jefe de operaciones externas de Al Qaeda y máximo responsable del planeamiento de atentados en Norteamérica y Europa. A comienzos de 2002, Osama Bin Laden había decidido dividir en dos mandos el entramado operativo de Al Qaeda. El otro mando, de operaciones internas, se dedicó a Afganistán y Pakistán. Al frente del mismo puso a Mustafa al Uzayiti, más conocido como Abu Faraj al Libi. El mando de operaciones externas fue encomendado al artífice del 11-S, Khalid Sheik Mohamed. Pero fue detenido en Rawalpindi en marzo de 2003. A partir de entonces, Abu Faraj al Libi pasó a implicarse también en las operaciones externas de Al Qaeda, cuya jefatura asumió, sin embargo, el egipcio Hamza Rabia. Ambos desempeñarán sus funciones en estrecha relación.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con el 11-M? Pues que uno de los cuatro individuos que perecieron con Hamza Rabia en el referido ataque selectivo pudo ser identificado por servicios de inteligencia extranjeros como Amer Azizi. Un dato corroborado por hallazgos posteriores en Pakistán y el Reino Unido a los que no me referiré en esta ocasión. Amer Azizi, marroquí, había sido un muy destacado integrante de la célula establecida por Al Qaeda en España a mediados de los noventa y liderada desde 1995 por Imad Eddine Barakat Yarkas, es decir, Abu Dahdah, quien lo captó y envió a un campo de entrenamiento en Afganistán. Fue procesado en rebeldía por delitos de terrorismo atribuidos a dicha célula, ya que consiguió escapar de nuestro país tras la operación policial que la desmanteló en noviembre de 2001. Esto ocurrió al constatarse su relación con otra célula de Al Qaeda en Europa, la de Hamburgo, directamente implicada en el 11-S.

Amer Azizi aparece mencionado en al menos 141 de los 241 tomos correspondientes al sumario incoado en la Audiencia Nacional por los atentados del 11-M. Su nombre figura asimismo en ocho de las 30 piezas separadas que completan esa documentación judicial. En conjunto, esas referencias ponen de manifiesto, por una parte, los muy estrechos ligámenes que existían entre Amer Azizi y los individuos que desempeñaron papeles centrales tanto en la formación como en el desarrollo de la trama terrorista local que preparó y colocó las bombas que estallaron en los cuatro trenes que circulaban hacia la estación de Atocha. Por otra parte, revelan las relaciones de Amer Azizi con organizaciones norteafricanas insertas en la actual urdimbre del terrorismo global, a través de las cuales terminó por alcanzar posiciones de relevancia en el círculo de liderazgo de Al Qaeda.

Y es que Amer Azizi, a su regreso de Afganistán en el verano de 2001, reclutó a Mustafa Maymouni, igualmente marroquí, quien en 2002 creó el núcleo de la red que perpetró los atentados del 11-M. Otro marroquí, Driss Chebli, y Serhane ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, ya cuñado de Mustafa Maymouni, pasaron a dirigir esa red cuando éste fue detenido tras haberse desplazado temporalmente a Marruecos en febrero de 2003. Al ser encarcelado Driss Chebli cuatro meses después, implicado en la aludida célula de Abu Dahdah, El Tunecino se convirtió en cabecilla local de los terroristas del 11-M. Pues bien, a El Tunecino también lo captó Amer Azizi. Además, como recoge el sumario 20/2004, un testigo protegido sostuvo que ambos se comunicaban en 2002 y 2003 por correo electrónico. Ese mismo sumario acredita los vínculos de Amer Azizi con otros destacados autores materiales de los atentados de Madrid, como Jamal Zougam o el huido Said Berraj.

Los lazos de Amer Azizi con entidades norteafricanas afines a Al Qaeda se consolidaron durante su estancia en Afganistán, pues el campo de entrenamiento al cual se incorporó, denominado Mártir Abu Yahyia, era una de las principales instalaciones adscritas al Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL). En ellas se adoctrinaba y adiestraba también a miembros del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), una vez que dirigentes de ambas organizaciones terroristas decidieron a finales de los noventa coordinar sus actividades. Allí es donde Amer Azizi conoció a Abdulatif Mourafik, cuyo sobrenombre es Malek el Andalusi, miembro del GICL. Como resultado de la estancia en aquellas instalaciones y de los contactos que en su seno mantuvo, Amer Azizi se integró en el GICL, pero manteniendo fuertes lazos, cuando no una militancia dual, respecto al GICM.

En este sentido, adquiere una significación especial la reunión que en febrero de 2002 mantuvieron en Estambul delegados del GICL, del GICM y de una organización homóloga tunecina, algunos de cuyos destacados integrantes habían tenido relación con la célula de Abu Dahdah. Entonces acordaron ejecutar actos de yihad en países de donde procedieran o en los que residiesen sus miembros. Sobre dicho encuentro y la decisión estratégica adoptada en el mismo existe una nota de inteligencia incorporada al sumario 20/2004. El caso es que los atentados de Casablanca ocurrieron en mayo de 2003 y los de Madrid en marzo de 2004, y que las tramas de uno y otro se solapan notablemente. Es más, el aludido Malek el Andalusi fue quien encomendó a Mustafa el Maymouni, el iniciador de la red del 11-M, formar antes una célula para asimismo atentar en Marruecos.

Aunque lo ocurrido en nuestros madrileños trenes de cercanías continúa siendo presentado como muestra de lo que puede hacer una célula local independiente y formada por inmigrantes musulmanes autorradicalizados, la evidencia sugiere una interpretación distinta sobre los actores, su liderazgo y su estrategia. En la ejecución de los atentados del 11-M hay algunos individuos que fueron delincuentes comunes y es muy razonable inducir que en su preparación intervinieron miembros prominentes del GICM. Pero eso no es todo. La estrecha relación entre quienes desempeñaron papeles fundamentales en la red terrorista de Madrid y Amer Azizi, que en 2004 ocupaba un puesto clave en el mando de operaciones externas de Al Qaeda, tal y como he desvelado en este artículo, obliga a mirar no hacia un barrio de la capital de España, ni hacia la península tingitana, cuando nos preguntamos dónde se aprobó el 11-M, sino hacia Waziristán del Norte.


Fernando Reinares es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos. Los contenidos de este artículo forman parte de un libro que culminará gracias al Woodrow Wilson Center de Washington y se titulará Operación trenes de la muerte. El 11-M y la conexión Al Qaeda.

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